La relación entre Américo Lugo y Trujillo tiene un importante antecedente, el 16 de agosto de 1925 el gobierno de Horacio Vásquez organizó en la capital una parada ‘militar’ para conmemorar La Restauracion, organizada y dirigida por el coronel Trujillo, según Marrero la parada recibió numerosos elogios: ‘tanto el Gobierno como el pueblo habían experimentado una viva satisfacción frente a aquel espectáculo brillante que ofrecieron las tropas en maniobra, y, otorgándole los mayores elogios al reconocido creador de aquella eficiencia, o sea al propio coronel Trujillo’.
Tiempo después, el 20/marzo/1926, Américo Lugo publicó el editorial del periódico Patria: ‘Alto en la Pendiente’, refutaba que aquello fuera una parada militar ya que este no existía, éramos ‘una República sin ejército’, que aquello fue un desfile de la policía palabra que significa ‘lo contrario de un ejército’ y que la policía de esa época parecía ‘una constabulary yanqui’, esto un cuerpo armado para reprimir al pueblo. Antes de la ocupación (1916-24) teníamos un considerable arsenar militar con el cual podíamos defender nuestra soberanía pero ‘vergozosamente’ fue entregado ‘a los marinos norteamericanos. ¡Qué manera tan baja de cooperar con los invasores!’.
La crítica de Lugo se endureció contra los ‘actuales mandatarios’ / ‘la administración actual’ / ‘los lobos con piel de cordero que aquí están viviendo, medrando y enriqueciéndose a expensas del imperialismo yanqui’ / ‘los cooperadores del invasor’ / ‘los caudillos politicos’ / ‘hoy (…) la duplicidad oficial es cómplice del interés americano’ / ‘Los antiguos cooperadores del yanqui son lo “patriotas” actuales’. Esos “patriotas” ‘se convirtieron en empleados’ del invasor, ‘medraron se enriquecieron, y le divirtieron e hicieron amable su residencia en el país, llevando mujere e hijas a los bailes del Country Club’.
Muchos años después Marrero Aristy en su obra ‘La República Dominicana. Origen y destino del pueblo cristiano más antiguo de América’, volumen 3, relata el suceso histórico. Trujillo ‘se cogió la demanda’ y respondió a Lugo: ‘La Policía Nacional se fundó en un momento anormal de la vida institucional dominican. Tuvo (…) ingentes deberes que cumplir desde el primer momento de su formación y los cumplió a cabalidad (…) Todos sabemos que bajo el genio de la fatalidad las instituciones dominicanas se derrumbaron estripitosamente en 1916. La fuerza pública que entonces estaba representada por el Ejército Dominicano, se divorció azotada por ráfagas de indisciplina. Esa disolución no podía ser considerada como una definitiva e irremediable liquidación de tan importante aspecto del poder público’.
Marrero Aristy, plumífero historiador oficial del dictador, aprovecha la oportunidad para perfilar a Trujillo y hacer una fuerte crítica a Lugo. Trujillo es ‘un nuevo tipo de líder y de amigo cuya personalidad se imponía y brillaba con luz propia en un ámbito político donde las opacidad y la insustancialidad de los que fungían de dirigentes eran caracteristicas’. Para Marrero ‘en un medio hecho a la leyenda y a la realidad de la primicia de los hombres de armas’ Trujillo, en el vigor de su juventud’ poderoso, caudillo era ‘Un Nuevo Factor en La Historia’, el ‘hombre nuevo’, era ‘la figura más atractiva y vigorosa de los nuevos tiempos’.
La ‘figura marcial del Jefe’, de ‘mimbre heroico y romántico’, ‘no era cuestión de ser pasada por alto’, que convertido ‘en el centro de atención de muchos’ provocava ‘la emoción romántica de las mujeres’ que para entonces ‘componían la mitad, o algo más, de la población del país (…) Trujillo era un personaje que colmaba los ensueños de la muchacha romántica’ y, a la vez, en la mujeres maduras ‘despertaba emotivas y melancólicas añoranzas de ilusiones o realidades nimbadas por el recuerdo de los días más adorables de la vida’.
Marrero vierte sobre Lugo la más severa crítica, decía que la Policía Nacional Dominicana (PND) dirigida por Trujillo, ‘cuerpo militar’, demostró tener ‘eficiencia técnica’, ‘constituía el principal signo de orgullo del Gobierno (…) era lo único bien logrado y organizado que podía exhibir ante el pueblo’, lo cual se hacía ‘en frecuente paradas y desfiles’, por lo tanto, ‘el ataque del Dr. Lugo era infundado y carecía de sinceridad y justicia’, ‘no era objetivo (…) desfiguraba la realidad, y se perdía en la zona del simple deseo de ofender’, el periodista era un igmorante en la materia y, por su pasión, ‘se aventuraba en terreno desconocido’.
El artículo de Patria fue ‘una inconsiderada insinuación’, Lugo ‘hablaba como el oráculo en materia de patriotismo e increpaba con una violencia que siempre en América Latina ha dado a los enemigos de la libertad de expresión el pie necesario para atentar contra ella’. Lugo ‘apartándose de las buenas normas del periodismo de buena escuela, llegaba incluso a montar su ataque sobre bases movedizas o a sostenerlo sobre argumentos superficiales como en el caso de la PND’.
Para Aristy, Lugo era un sujeto ‘dueño de su carácter y de sus creencias’, un mimbro y representaba a una clase social (‘las clases selectas’ / ‘las clases más ilustradas’ / ‘la clase tradicionalmente gobernante’ / ‘las clases encumbradas’) y ‘se mantenía consecuente con su línea de conducta de toda la vida’, era ‘el respetado escritor’ de ‘epitetos deprimentes’ / ‘lenguaje deprimente y humillante, cargado siempre de calificativos que definían a los dominicanos como a una masa de gente, estúpida, corrompida o refractaria al progreso’.
Era la cabeza de ‘individuos extremadamente nacionalistas’ que para esa época, 1926, ‘aún seguían esgrimiendo la sepultada fórmula de la pura y simple’ y ‘de cuyo fracaso parecían no dispuestos a consolarse nunca’, estaban desligados y desconocían el ‘cambio operado en la mentalidad, en las necesidades y en los sentimientos del pueblo’.
Para entonces los nacionalistas eran ya ‘unos pocos’, ‘solitarios de un círculo vicioso del cual ya habían escapado los políticos y hombres de pensamiento’ que ‘por su actitud de la pura y simple’ ‘consideraban haber ganado la inmortalidad, elevándose directamente al rango de los Trinitarios de 1938’. No obstante; Marrero Aristy admite que: ‘Muchos de los ataques de Patria contra el régimen de Vásquez, tenían indudablemente un fondo de verdad indiscutible’, al tiempo que critica ‘la forma de expresarlos era tan insistentemente insultante tanto para el régimen como para el propio pueblo, que Patria perdía cada vez más lectores’. También, tiene que admitir ‘el prestigio adquirido, por el patriota, con su levantada actitud ante el usurpador extranjero’, es ‘innegable que durante la Ocupacion, Lugo hizo de su condición de ciudadano de una nación atropellada por un invasor arbitrario un ejemplo de rebelión digna’.
De esta manera conflictiva se inició el primer capítulo de la relación entre Lugo y Trujillo, el segundo capítulo tiene lugar en 1935, cuando Trujillo contrata a Lugo para que este escribiera un libro de historia dominicana, el dictador quería imponer su criterio para que Lugo abarcara hasta los primeros años de su dictadura, pero se encontró con una murralla de dignidad que en base a un principio de epistemología de la historia sustentado por Lugo le decía al historiador que el presente no era materia para el análisis histórico.
Consultas:
-Américo Lugo, ‘Alto en la Pendiente’, Patria. 20/marzo/1926.
-Ramón Marrero Aristy (1958), ‘La República Dominicana. Origen y destino del pueblo cristiano más antiguo de América’. Volumen 3. P.109-28.