Desde finales del 2019, año en el cual el virus del Covid-19 ataco fuertemente a nivel global hasta el actual 2022, América Latina ha tenido elecciones presidenciales en varias naciones, donde los votantes han forzado al oficialismo a salir del poder en busca de nuevas alternativas.

Naciones como Uruguay, Panamá, El Salvador, Argentina, Chile, Bolivia, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana así como Colombia han sido las naciones protagonistas en la carrera por nuevos políticos al mando. La crisis, entre otros aspectos, expusieron los problemas que no han sido tratados con la seriedad que ameritan por décadas.

Provocando un revés en la mecánica electoral de una zona vulnerablemente hastiada por la corrupción hasta la falta de oportunidades. Que han hecho que la gente se harte de los tropiezos del oficialismo. Si bien es cierto que el contexto histórico de cada país es diferente, Latinoamérica no ha podido reducir ni siquiera los índices de pobreza, por solo mencionar un mal.

Así, la inseguridad o la falta de oportunidades para la gente que simplemente le está dando la espalda al oficialismo, porque se cansaron de promesas sin sostén. Porque el patrón ha sido el mismo, modificar la constitución para perpetuarse en el poder o colocar a un “conejillo de indias” para evitar ser procesado por la justicia.

O peor, jóvenes “influencers” que llegaron como alternativa al cambio y ahora han perdido la capacidad hasta de controlar las pandillas “Las maras” originarias de su propio país como el caso de El Salvador; otros “inhabilitados” del poder como en Bolivia o quienes están siendo investigados dentro de sus países, como por ejemplo la expresidenta Cristian Fernández de Kirchner.

Esta el caso de los que fueron solicitados en extradición por Los Estados Unidos por narcotráfico como el expresidente de Honduras. O “La Caja de Pandora” que destapó el escándalo que filtro los “Papeles de Panamá”. Mientras los niveles de desigualdad económica en las naciones de América Latina continúen ensanchando la grieta social ya existente, la región será el referente de grandes olas migratorias en busca de mejores condiciones de vida.

El fracaso de las promesas de conquistas sociales del siglo 21 es una muestra de que no ha existido voluntad para solucionar problemas. Son muchos los desafíos que la región experimenta y que los partidos gobernantes no han podido solucionar; llevando a la gente a volcarse en “nuevas” propuestas electorales.

Dándole entrada al creciente auge nacionalista que ha surgido como consecuencia de la incapacidad del partido en el poder. Ya que el crecimiento experimentado en la región ha sido real; pero para quienes mal usan los recursos de los contribuyentes. Desearíamos ver a las naciones de Latinoamericana crecer.

Pero el crecimiento y el descontento social van en aumento en nuestra zona sin que los partidos se comprometan con las causas que llevamos años hablando sin ninguna solución. América Latina tiene tanto que dar, pero languidece ante tanta miseria política que no puede ser contabilizada ni por el Coeficiente de Gini, que se encarga de medir los niveles de desigualdad en las naciones.

Mientras en Latinoamérica los gobiernos no promuevan el Estado de derecho, se trabaje en la reconstrucción de la institucionalidad, se combata la desigualdad, la pobreza y se construya una economía tan fuerte los problemas de nuestra región no desaparecerán.

Porque la falta de propuestas es lo que mantiene a la gente desencantada y formando parte de los millones de personas que prefieren abstenerse a desperdiciar su voto por un grupo político que no representara más que sus propios intereses.