Como hemos visto, los logros de América Latina en el concierto de la economía internacional han sido deplorables en la época en que nos ha tocado vivir. Quiérase admitir o no, el prolongado período de decadencia latinoamericana pasa a coincidir con la época de mayor poderío de los Estados Unidos. Todo parece indicar que estar tan cerca del centro del imperio no nos viene bien.
En adición al precario desempeño económico, América Latina es la región más violenta del mundo, con tasas de homicidios que triplican el promedio global, pero no porque nuestras sociedades tengan una especial propensión a la violencia, sino porque nuestras instituciones son demasiado débiles para imponer el orden. Con apenas el 8 % de la población mundial, concentra un tercio de los homicidios a nivel mundial, una gran parte de ello vinculado al narcotráfico y al crimen organizado, en que nuestra región lidera el ranking.
Tiene los peores sistemas educativos del mundo y la distribución del ingreso y de la riqueza más desigual. Ostenta logros importantísimos en materia de literatura, artes, deportes y cultura popular, pero no es más que una compensación parcial ante la incapacidad de salvar la enorme brecha en el desarrollo económico. En capacidad de generación tecnológica, no ha ido mucho más lejos que la industria del dulce de coco.
6. No les debemos nada. Hasta este nivel del análisis muchos lectores estarán haciéndose la pregunta de hasta dónde el fracaso latinoamericano tiene que ver con los Estados Unidos. Sería aventurado afirmar que todo lo mal que nos ha ido es por culpa de EUA, pues hemos tenido los gobiernos más corruptos, ineficientes y criminales a lo largo de esa historia.
América Latina no ha sido capaz de establecer un pacto fiscal que le confiera el debido valor a lo público; las élites se procuran privadamente todo lo que se esperaría del Estado mientras los servicios a los pobres y los bienes públicos en general se mantienen en niveles deplorables.
Pero más temerario aun sería decir que EUA no ha tenido nada que ver con lo que nos ha pasado. En los últimos dos siglos, salvo los remanentes de la colonización española en Cuba y Puerto Rico y de las británica, holandesa y francesa en pequeños territorios del Caribe, ninguna potencia extra regional ha tenido intervención directa en las administraciones de América Latina.
Los organismos internacionales surgidos de Bretton Woods, las agencias bilaterales y multilaterales de cooperación, el Departamento de Estado, el de Defensa y los órganos de inteligencia y seguridad, devinieron en mecanismos y técnicas de dominio financiero y control del pensamiento, cuando no de coacción directa o imposición mediante prácticas a veces poco sutiles. Para acceder al financiamiento, diversos países han tenido que empeñar su administración fiscal, llegando en varios de ellos al control de la recaudación aduanal por funcionarios estadounidenses.
Los gobiernos que hemos tenido, democracias y dictaduras, han sido made in USA. Nadie ha dado golpes de Estado exitosos sin la anuencia de los Estados Unidos; nadie ha ganado elecciones sin su visto bueno, y nadie ha permanecido mucho tiempo en el poder si no conviene a los Estados Unidos. Los pocos que han logrado ascender y permanecer han sido sometidos al más brutal bloqueo y sumido a su pueblo a la más terrible miseria.
Durante estas ocho décadas de posguerra, las políticas que se han aplicado, las layes formuladas y aprobadas, las reformas que se han emprendido o dejado de hacer, han nacido básicamente en los centros de pensamiento de los Estados Unidos. Los gerentes de las empresas privadas, los economistas y tecnócratas que han dirigido las instituciones públicas han sido formados en las universidades de EUA.
Durante las discusiones para el DR-CAFTA recuerdo haber escuchado a un dominicano participante en la negociación afirmar que si Estados Unidos quiere eso para nosotros hay que apoyarlo sin discusión, porque lo que ellos propongan siempre es bueno para nosotros. Así de sencillo.
Los generales que han dirigido el estamento militar han sido formados por las academias de los EUA. Las armas de los delincuentes y criminales, así como sus técnicas delictivas son importadas de los Estados Unidos. Los medios de comunicación que moldean el pensamiento de la gente responden fundamentalmente a lo que se dice desde allí. Por tanto, nadie puede afirmar que el imperio del norte es ajeno a nuestras frustraciones.
Nos interesa que a los Estados Unidos les vaya bien, porque eso nos beneficia. Pero esa afirmación es extensible al mundo en general; nos interesa que el mundo prospere, por lo que tal aserto no indica que tengamos que ligar nuestra suerte siempre a la idea del imperio estadounidense.
Trump acaba de decir que EUA no necesita para nada a América Latina, sino que somos nosotros que los necesitamos a ellos. Mirando los datos, no tenemos nada de que estarles agradecidos ni hay razón para sentirnos orgullosos de ser su patio trasero. Todo lo que nos brinda Estados Unidos podría brindárnoslo otra región del mundo.
Estamos íntimamente ligados con nuestros familiares y amigos que, de mala gana, allí han sido acogidos. Pero fuera de ello, no les debemos nada.
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