“Soy la Música, y vengo a llevarme el alma de Frankie Presto. Bueno, toda no, solo lo que tomó de mi al llegar al mundo, que no fue poco. No pertenezco a nadie, ni siquiera a quien mejor me usa. Estoy en préstamo. Nadie se va sin haberme devuelto. Recogeré el talento de Frankie para esparcirlo en otras almas recién nacidas… Todos los seres humanos son musicales. Si no, porqué habría dado Dios un corazón que late.” Segmento del libro “Una Música Prodigiosa”. Mitch Albom
Querido Jorge: tanta gente que no te conoció ha escrito acerca de ti, que preferí esperar que el ruido desapareciera, para así disfrutar tu música.
La noticia de tu paso a la eternidad la recibí de voz de tu adorada hija Lía, a la que hace ya tantos años le escribiste la hermosísima y tierna canción: “Pequeña Mía”.
Entre sollozos, Lía no tuvo que articular palabras. Ya muchos predecíamos este acontecimiento. Algunos, como yo, hemos vivido toda una vida adorándote y otra parte de ella, extrañándote.
Tres etapas de tu existencia terrenal tengo grabadas en mi alma. La primera parte es en “blanco y negro”. Es la época en que aquel apuesto, siempre impecablemente vestido, y con su rostro iluminado por una sonrisa eterna (siempre delatando la pequeña y pícara separación de sus centrales) llegó al callejón Jácuba. Tenías entonces un único y gran propósito: conquistar el corazón de mi querida hermana, prima, tía, amiga y confidente Lourdes. Tu famoso Simca negro, como tus trajes, estaba siempre nuevo y en perfectas condiciones. La época de “Los Caballeros Montecarlo” nos brindó nuestra primera gran muestra de tu capacidad artística y también de tu calidad humana y profesional. Pocas personas saben cuánto luchaste en contra del trato discriminatorio al músico dominicano en aquellos años.
Luego viene la Capital y tus incontables éxitos en todos los campos del arte popular. Tu música se oye por todos lados, tus jingles son más y más reconocidos, tu imagen en la televisión se hace eterna y no hay hora del día en que no se hable de Jorge Taveras y sus trabajos en colaboración con otros grandes artistas en tantos ámbitos culturales: René del Risco, Lope Balaguer, Sonia Silvestre, Freddy Beras Goico, Yaqui Núñez del Risco, Cecilia García, Maridalia Hernández, Michel Camilo, Domingo Batista, Luchi Vicioso… Son ellos sólo una pequeña muestra de una lista increíble de figuras que con tus arreglos, orquestas y tu genial musicalidad expandieron el arte popular dominicano a un nivel nunca antes alcanzado.
Para muchos de nosotros, fuiste nuestro gran maestro de música y como tal, nos ayudaste a adentrarnos y apreciar el fascinante mundo del Jazz. Fue de ti que por primera vez oímos a la gran banda de Stan Kenton y muchas veces oímos los discos de grandes orquestas como la de Count Basie, Duke Ellington, Louis Armstrong, Bennie Goodman… contigo disfrutamos al gran Sinatra, a Sarah Vaughan, Manhattan Transfer, Oscar Peterson, Bill Evans, Chick Corea, Jobin, Getz, Zimbo Trio, Ella, The Swingle Singers, Dionne Warwick, Burt Bacharach… Sí, la lista es interminable. Todos los tonos musicales y colores florecieron en esos años al igual que tus hijos: Jorge Augusto, Remy Luis, René Caonabo, Lía Altagracia y Mía Lourdes. ¡Qué años tan maravillosos fueron esos!
En el 1978 tu trabajo musical para el espectáculo “Sonia canta a los Poetas de la Patria”, te lleva a otra gran cúspide de tu exitosa carrera musical.
Jorge: tú tocaste en mi boda y más adelante en la celebración de los 20 años de matrimonio de mi madre y mi padrastro (nuestros queridos Neni y Yuyi). Pero antes de esas memorables fechas, están mis días en New Jersey/New York, cuando tú me llamabas para “alertarme” y decirme: “Cacú estoy en Nueva York”, eso significaba un fin de semana único para mí. Blue Note y Village Vanguard eran “mandatorios”. Gracias Don Jorge.
Memorias en colores también tengo de tu visita a Filadelfia. El famoso viaje de “Siete Hombres y un Destino”. Tus tres hijos varones, José Tomás, Carlos Armando (el de Lope Balaguer) y tu sobrino Michael. ¡Qué días tan increíbles!, ¡cuántas anécdotas, risas, recuerdos y claro está: cuánta música disfrutamos juntos!
Entonces la vida cambia… Llega la tercera etapa. Nuevos senderos te alejan de nosotros, pero nunca de nuestras mentes. Hay relámpagos luminosos en que te vemos de una forma u otra. Las bodas de tus hijas son dos ejemplos de gran relevancia. Las bodas de Lía y de su increíble esposo Rafael en Santo Domingo (2003) y años más adelante las de Mía y Colin en tu casa en el SO de la Florida (2012). Annette y todos nosotros no pudimos hacer más que asegurar que la celebración marcara un recuerdo inolvidable para todos, sobre todo para tí.
Queríamos crear memorias para toda una vida. Recuerdos que nada pudiera arrebatar de tu mente, independientemente de que tu voz se fuera apagando y las fotos del pasado fueran lentamente perdiendo enfoque, luz y contexto… En las bodas de Mía y Colin un momento espectacular fue en el que todos lloramos de alegría al ver a Remy y a ti tocando juntos. Esa noche Remy tocó “como nunca”. El tocó no para nosotros, Remy tocó para su padre… Esa noche, la música los convirtió de nuevo en un solo ser: Padre-Hijo. “Fierabrás” (pieza de jazz que compusiste dedicada e inspirada en Remy) fue quizás la antesala a esa noche tan especial.
Y así te vi en tu casa en Orlando. Con menos palabras, pero con todo el amor y toda la música del mundo. Luego coincidimos en el Aeropuerto de Miami, ya los nombres se te hacían difíciles de combinar con las caras, cómo si las notas musicales no pertenecieran a esa melodía. Te dije “soy Tony” y como muchas veces me presento: “el hijo de Neni” … y entonces tu cara se iluminó y vi de nuevo tu espacio entre tus dos centrales.
Apenas días antes de recibir la llamada de Lía, me encontraba manejando en compañía de la música de Chick Corea. Me había llenado el alma de nostalgia y melancolía, oía su CD del 1978: “Friends”. La primera vez que vi la carátula del LP fue en tu casa de la Angel Severo Cabral y como hipnotizado por las composiciones de Chick Corea, al oír “Samba Song” no podía distinguir si era él o tú que me hablaba con el piano. No te imaginas quién me llamó en ese preciso momento, sacándome de un “trance musical”? Tu amiga de toda una vida: Cecilia García. Estaba en España, solo quería saber de ti y de tu condición. Tantas personas te quieren, aun a la distancia, aún sabiendo de la neblina que en esos días oscurecía tu mente.
Y ahora me encuentro pensando en estas líneas que te escribí. Estoy en la Catedral de Santo Domingo Primada de América. Soy parte de una gran cantidad de personas que te quieren y admiran, por eso han venido a despedirse de ti. Personas a las que a todas, de una forma u otra, les tocaste el alma con tu música. Un grupo de selectos artistas (todos amantes de tu arte) cantan canciones tuyas y de compositores que junto a ti hallaron la mejor fuente de musicalización. Todos te despedimos con lágrimas de felicidad por tú disfrutar ahora de la paz eterna y por haber tú sido parte de nuestras vidas. Te despedimos también con aplausos, como expresión eterna de nuestra admiración. Tu rostro sonriente nos ve… y tu alma (al igual que la música) llena el espacio “amplio y dorado” de nuestra Catedral de Santo Domingo.
Un gran abrazo, Don Jorge!
Tony Gil
“Ahora los dejo para reintegrarme a mi eterna labor, la de esperar a los recién nacidos y sus manos diminutas que se abren… Soy la Música. Y la Música está en el vínculo entre las almas de los hombres, hablando en un idioma que no necesita palabras”
Mitch Albom. “Una Música Prodigiosa”