Conversar con tu mamá fue el regalo más lindo

de aquella Nochebuena inscrita ya entre

las memorias inolvidables, los acontecimientos

que me acompañarán en el camino que me queda.

Fuiste tú un maestro entre los argentinos que conocí

en mis primeras andanzas cerca del Jardín Botánico

y el Zoológico con su tercer tigre. Y ahora entiendo

cómo tu madre, maestra del colegio, despertó

tu genio para transformar las complejidades

del lenguaje en frases para dar de comer a un niño.

Fui yo aquel niño, un novato en el monasterio

de la Rural, de la plaza de Belgrano, de la feria

de San Telmo y vos, y Charles, y Damiản

y Esteban, todos maestros de la escuela

informal que me dio lugar y que me enseña

a dar el examen, el lápiz llevado ahora por Ana,

para ganar la nota de diez y transformarla

después en poemas escritos en el lenguaje de vos.