La historia de los Estados Unidos es una historia apasionante. Desde la independencia de las 13 colonias británicas en la costa norte del Atlántico norteamericano en 1776, hasta la expansión de esas antiguas colonias al oeste y su expansión a otros territorios continentales, insulares e incluso en otros latitudes, pasaron poco más de 100 años. Una fracción ínfima en la historia humana vista desde un punto de vista temporal. La guerra contra Inglaterra tomó gran parte del restante siglo XVIII y convirtió a Francia en el aliado más importante de la nación.
El llamado “destino manifiesto” es un concepto presente en la colonización de los pelegrinos llegados a las costas de Massachusetts y que pone de relieve la creencia calvinista de que Estados Unidos es una nación elegida por Dios y destinada a crecer, multiplicarse y expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico a costa de poblaciones originarias cuidándose de no asumir la mezcla o mestizaje de razas. Esto conllevó a la marginación, la estigmatización, el racismo, el genocidio o la explotación colonial de todas las poblaciones no europeas. Forma parte del llamado “mito de la frontera”. Un testimonio del cine, es la maravillosa película de Kevin Costner, “Bailando con lobos” en la expansión al medio este y la destrucción de las culturas nativas.
Ese concepto llevó a la usurpación de la mitad del territorio mexicano mediante el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 y medio siglo después a la guerra Hispano-Americana de 1898 con el fin de echar al imperio español de América y apoderarse de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam. Fue el surgimiento del imperio norteamericano y el fin del imperio español. Al mismo tiempo que se formulaba y ejecutaba esa teoría del “Destino Manifiesto” también se formula, en 1826, por el entonces secretario de Estado John Quincy Adams, la política de “América para los americanos”, siendo únicamente “americanos” los norteamericanos (blancos) de EEUU, llamada “Doctrina de Monroe”.
Junto a esas dos formulaciones para justificar la expansión territorial de los Estados Unidos y un derecho de propiedad sobre todo el continente americano, se llevó a cabo también una política de aislar los EEUU de los asuntos europeos y mundiales. Es el llamado “aislacionismo norteamericano”. Es habitual que la noción de aislacionismo se utilice para aludir la postura atribuida a Estados Unidos en numerosos periodos históricos. Las autoridades de Estados Unidos, en ese sentido, solían abstenerse a intervenir en asuntos internacionales a menos que consideraran que los mismos representan una amenaza para su país.
El aislacionismo norteamericano, comenzó a quedar atrás con la política del Presidente James Monroe (1817-1825) que anunció que apelaría a las fuerzas armadas de su país, si Europa accionaba en el territorio americano. Así nació la mencionada Doctrina de Monroe. Esta política afectó particularmente la política exterior de Estados Unidos hasta 1898, cuando interviene en la guerra de independencia cubana a declarar la guerra a España en 1898. A partir de ese momento, el expansionismo incluso territorial de EEUU fue constante. Primero se apoderó de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Solo Cuba y Filipinas se liberaron del control directo después, pero con huellas patentes hoy en día, como la base naval de Guantánamo en Cuba, y la extendida todavía presencia militar de EEUU en Filipinas. Puerto Rico y Guam se mantienen como territorios bajo control de los Estados Unidos. Después compraron la Indias Occidentales Danesas, hoy Islas Vírgenes Americanas, se apropiaron de una isla haitiana (Navassa) y de un franja de tierra que partía en dos la República de Panamá, la llamada “Zona del Canal”.
Siguió la intervención en Colombia, al incentivar y apoyar la independencia de Panamá –ex provincia de Colombia-, cuyo primer acto “soberano” fue la firma de Tratado de construcción y operación del Canal de Panamá. Siguieron numerosas intervenciones en su “patio trasero”, en el caso de México durante la revolución iniciada en 1910; la conversión de República Dominicana en un Protectorado financiero con la firma de la Convención Dominico-Americana de 1905 y 1907; la Ocupación Militar de Haití en 1915 hasta 1934; la ocupación militar de República Dominicana de 1916 hasta 1924; la ocupación militar de Nicaragua de 1912 a 1934 en el marco de las llamadas “guerras bananeras”. Esta política puede decirse que fue el nacimiento de los Estados Unidos como un nuevo imperio, que comienza en 1898 con la guerra Hispano-Americana y el rosario de intervenciones militares a partir en toda la Cuenca del Caribe incluyendo México, Colombia y Venezuela, además del Istmo Centroamericano y las Antillas Mayores.
En 1917 Estados Unidos rompió su formal “neutralidad” en la guerra europea o Primera Guerra Mundial y declaró la guerra a Alemania en abril de 1917. A partir de entonces el peso internacional de EEUU fue creciendo, siendo determinante en los resultados de la Conferencia de Versalles que impuso duras condiciones de reparaciones y mutilación de territorios a Alemania. Muchos autores, entre ellos el entonces economista de la delegación británica a Versalles, Lord John Maynard Keynes, consideraron que las condiciones de la paz impuestas por los aliados a Alemania, desatarían otra conflagración mundial como efectivamente sucedió a partir de 1939, entre el Eje nazi-fascista y los Aliados nucleados por Inglaterra, Francia y la URSS, al cual se incorporó EEUU en 1941. El fin de la Segunda Guerra Mundial consagró a EEUU como la principal potencia mundial militar, económica y financiera y significó el fin del aislacionismo tradicional de EEUU.
La América imperial abandona el aislacionismo y se convierte en la mayor potencia militar, política y económica de la historia, realidad que ha comenzado a cambiar en esta segunda década del siglo XXI. Los instrumentos del nuevo imperio fueron desde un conjunto de más de 800 bases militares a nivel del globo terráqueo; la construcción de instituciones políticas (como el sistema de las Naciones Unidas) y financieras –el FMI, el Banco Mundial, los bancos regionales como el BID, entre otros, y finalmente en 1994 completar la Organización Mundial del Comercio y el Tribunal Penal Internacional, estas dos ultimas que se han retirado o reducido a escombros según la conveniencia.