La Comisión Nacional de Energía (CNE) anunció que los 28 proyectos de energía renovable aprobados recientemente tendrían una capacidad neta entre 300 y 400 MW y aseguró que a 2025 se aumentaría en 11 puntos porcentuales, de 14% a 25%, la participación de las energías renovables en el total de la demanda de energía del país y que para el 2030 se llegaría al 30%.

Frente a la realidad mundial, la crisis de combustibles fósiles y sobre todo la urgente necesidad que tiene la humanidad de preservar su hábitat, eso parece poco, pero para nosotros no deja de ser una buena noticia si se lleva a cabo según lo anunciado.

El desarrollo de la energía renovable requiere de un Plan Integral que involucre no solo al sector eléctrico y todos sus actores públicos y privados, sino además a los ministerios de Economía, Hacienda, Medioambiente, entre otros; y de normativas claras y precisas a partir de un estudio donde el Estado establezca qué se quiere, dónde se quiere y hasta qué capacidad para todo proyecto de más de cinco megavatios, o de cualquier otro tamaño que la normativa establezca. Todo esto en procura de mantener el equilibrio del sistema, dentro de un proceso de mejoría continua.

Pero, sobre todo, hay que incorporar a la genética de esas instituciones la importancia que representa para el futuro de nuestro país la capacidad de acelerar los trabajos del proceso de transición energética hasta producir los máximos niveles posibles de energía limpia.

Hay que empezar superando todas las trabas que limitan el crecimiento del sector:

  1. Multiplicar la inversión en las líneas de transmisión de aquellas áreas con potencial para generar este tipo de energía en procura de que la empresa de transmisión (ETED) cumpla con su cronograma de ejecución.
  2. Agilizar los trámites burocráticos y la permisología para evitar que funcionarios corruptos creen dificultades para ofrecer facilidades.
  3. La reforma de las EDES y el cumplimiento de los compromisos contraídos en el Pacto por la Reforma del Sector Eléctrico es fundamental en este proceso.
  4. Para disminuir las pérdidas, además de las medidas de carácter administrativo y gerencial, se requieren recursos. Se estima que para reducir las pérdidas en un punto porcentual hay que invertir 50 millones de dólares, bien administrados.
  5. Estimular por todas las vías la instalación de paneles solares en industrias, agroindustrias, comercios y residencias urbanas y rurales y continuar los planes de electrificación rural sobre la base de renovables, como con techos de luz, paneles solares, mini hidroeléctricas o pequeños molinos.

Aproximadamente un 6% de nuestra población no dispone de redes de servicio eléctrico y vive en zonas de difícil acceso para las líneas de distribución. Conozco lugares con gran potencial agrícola cuya población envejece debido a que los jóvenes emigran buscando la luz para estudiar, divertirse y construirse un mejor futuro. Para que esas poblaciones no desaparezcan la única salida la ofrece la electrificación basada en energías renovables. Despertemos la esperanza de aquellos que aún viven en la oscuridad.

Todo esto parece sencillo, pero no lo es, sobre todo cuando debemos partir de una base carcomida por la ineficiencia, la corrupción y la politiquería y con tan pocos recursos disponibles para ejecutar un proyecto fundamental como éste.

Solo hay un camino: priorizar la inversión pública en áreas vitales como esa, pensando en el futuro, no en la próxima elección. Querer es poder. Tomar decisiones como esas es lo que diferencia a un estadista de un político.

Para crecer y desarrollarnos de manera sostenible necesitamos más líderes con madera de estadistas y menos politiqueros empeñados en complacer a su clientela.