Sería fantástico que cada ministro abandonara su cómodo butacón, para hacer lo que hace Luis Abinader, su jefe, que vive visitando pueblos por aquí y por allá, recogiendo quejas, agradecimientos, sugerencias, peticiones y denuncias. Si los ministros se fajaran a trabajar como lo hace él (para que no les cuenten; para ser consecuentes con las demandas sociales; para constatar las soluciones y para medir la capacidad y conducta de los funcionarios regionales), estoy seguro de que le harían el mejor servicio al pais y no tendríamos la acción del Gobierno concentrada en un solo hombre, que no debe pagar las culpas de los errores ajenos.
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