En estos días, autoridades y expertos dominicanos, junto a organismos internacionales, han sugerido otras reformas como la fiscal y la laboral; por lo que para los mas jóvenes, recordaré algunos hechos que las justifican.
Todavía a principios de la década de 1980, el Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE) compraba, almacenaba y vendía arroz, habichuelas, maíz, cebolla y plátanos, entre otros. Y además controlaba las importaciones de carne, leche y grasas otros alimentos; y así aseguraba que consumidores y productores obtuvieran estos productos a precios justos.
Sin embargo, esta situación cambió a partir del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1984, y la aplicación de políticas trazadas por organismos extranjeros, que planteaban reducir el Estado dominicano y fortalecer al sector privado. Políticas que afectaron la producción campesina y aceleraron el desplazamiento de productores y trabajadores del campo hacia las ciudades; lo que llaman “descampesinización”. Y al mismo tiempo, determinaron el traslado de empleos y fábricas de nuestros países, principalmente a China, que llamaron el “taller del mundo”, por la barata mano de obra. Pero quienes han viajado a esa gran nación, captan fácilmente la sobreexplotación laboral predominante allá.
Así incrementaron en nuestro país la desigualdad y pobreza extrema; aquella que se estima por cada persona que recibe menos de dos dólares diarios, según los expertos del Banco Mundial. Y aumentaron la población de migrantes dominicanos en EE:UU y Europa; ya estimada en más de dos millones, la que afortunadamente es muy solidaria al enviar sus remesas al país, nuestra principal fuente de ingresos.
Entonces, aparecieron “lobos a cuidar a las ovejas". Y crearon un mercado donde la mayoría de los trabajadores recibían menos de lo que le tocaba; y muchos empresarios recibían más de lo que les tocaba. Y esta contradicción, se ha tornado más grave en Cuba donde dicen que "el Estado hace como que paga y el trabajador hace como que trabaja", y ni una cosa, ni la otra. Lo que resulta en una situación insostenible.
Este trato a la mano de obra dominicana ha influido, junto a la crisis de Haití en la llegada de tantos extranjeros a ocupar puestos de trabajo de dominicanos; alentados por el incumplimiento de leyes como la que establece el 80/20, o sea, colocar 80 trabajadores dominicanos y 20 extranjeros por cada 100; que en muchos casos es al revés. Lo que justifica que la Sociedad de Profesionales de la Psicología denunciara que en el país hay 55 mil psicólogos, de los cuales la mayoría están desempleados; y las evidencias indican que similar situación ocurre entre abogados y profesores, y otros profesionales.
Es importante destacar que, todavía, la presencia de la inteligencia artificial, la robótica y la automatización en el mercado laboral no se siente con fuerza. Pero se sentirá. Pues ya están llegando al país robots y tecnologías en la medicina; y tractores y drones en la agropecuaria que requieren cada vez menos intervención humana.
En resumen, es necesario reclamar a las naciones del primer mundo que faciliten el ingreso de mano de obra de los países del tercer mundo y que derriben barreras contra la reunificación familiar. Ya vimos cóo en el debate reciente de los candidatos presidenciales de Estados Unidos la migración apareció como un tema central.
Por consiguiente, procede realizar estas reformas para fortalecer el Estado con más recursos y así combatir los grandes problemas de salud, educación, y desempleo, entre otros. Y contemplar establecer una renta básica universal o un ingreso mínimo para todos, así como un seguro de desempleo; medidas que podrían reducir tanta desigualdad y pobreza y distanciarnos de la situación de Haití, Cuba o Venezuela, y preservarían la estabilidad y la paz en nuestra nación.
¡Qué viva nuestra patria soberana!
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván