Este sábado 5 de agosto tendremos un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad de Santo Domingo, tan apreciada por los habitantes de la isla desde 1496. Antes de eso, es posible que otros lugares tuvieran mayor relevancia.  Cerca de “la Mesopotamia” de la actual provincia de San Juan de la Maguana están unos de los pocos vestigios de construcción precolombina la Plaza Ceremonial Taína. No muy lejos, en las Sierras de Bahoruco, fue donde se produjo la primera y quizás única insurrección de importancia de los tiempos de la colonia. Esas dos informaciones me permiten inferir que quizás el área central de Quisqueya fuera más importante que los alrededores del Puerto de Sans Souci.

Aunque en cada mes de enero, específicamente en Puerto Plata, se celebra la efeméride de la construcción de la primera edificación española del Nuevo Mundo, fue a orillas del Ozama donde este asentamiento se verificó de manera más esplendorosa con todas las primacías que conocemos y que, sin embargo, tuvieron una importancia efímera al quedar prácticamente abandonadas durante prácticamente trescientos años.

Si en la Ciudad Colonial se les hace publicidad a las “Casas del XVI”, es porque en los siglos XVII, XVIII y mucho del XIX prácticamente no se construyeron edificaciones duraderas.  Prueba al canto: el mapa de Casimiro Nemesio de Moya, del año 1900, retrata un crecimiento muy limitado durante todo el tiempo transcurrido entre 1492 y 1900.

El plano elaborado 24 años después demuestra que la ocupación militar norteamericana significó un aumento en la urbanización de la ciudad.  El del año 1944, de su lado, evidencia el peso de la dictadura que, ciertamente, hizo crecer la ciudad, pero también le cambió la denominación, proceso que se llevó a cabo también en otras provincias.  Con todo y todo, es innegable que los años de la dictadura produjeron crecimiento económico con respecto a los trescientos años anteriores.

Un plano posterior, elaborado en el año 1966 por la Dirección de Planeamiento Urbano, refleja la voluntad de reorganización una vez se hubieron calmado las manifestaciones de cierre de un estilo de administración. A pesar de la inestabilidad política, era físicamente evidente un crecimiento social.

El mapa del año 2000 es todavía más fehaciente en demostrar que la  democracia puede traer más crecimiento económico que otros regímenes. Es cierto que este aumento en la superficie habitada y útil no es evidencia únicamente del crecimiento de la producción interior ya que un factor determinante de esta progresión física fue la capacidad de interacción con otras economías que tuvieron su cuota de participación en hacer florecer edificaciones.

El crecimiento vertical, característico de las últimas décadas, es poco reseñado en los planos en papel. Donde se le ve de manera indirecta es en las imágenes digitales de circulación de vehículos que reflejan una densidad vehicular muchísimo mayor que la originalmente planificada en el trazo vial.  Pero ni siquiera las grafías digitales muestran cuánto de este crecimiento ha sido de manera honesta y sin lavado de activos ni corrupción. Habría que pensar en las maneras de evidenciar la posible incidencia de estos factores de manera que puedan ser minimizados.  A la larga no solo es importante el crecimiento en número sino también en calidad.