Todos celebramos al finalizar el 2024 la llegada de 11 millones de visitantes al país, siendo el más sorprendido, el turista canadiense sobre el cual recayó la dicha de ser el agraciado. Todos sabemos que esto es un acto simbólico que ayuda a enaltecer el sentimiento de triunfo y alegría de las masas, obviamente, con fines evidentes.
Es cierto que nuestro país tiene un gran potencial para seguir creciendo en este sector, sin embargo, esto requiere un enfoque más decidido hacia la ejecución de los proyectos anunciados y la incorporación de ideas innovadoras que garanticen la sostenibilidad y la inclusión.
El éxito que reflejamos en los últimos años corresponde, sin lugar a duda, a la cosecha de muchos años de siembra. El turismo, al igual que muchos otros sectores, requiere de una planificación y un accionar consciente cuyos resultados suelen cosecharse con el tiempo, porque como dice la Biblia en 2 Corintios 9:6-12, “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”
Algunos recordarán cuando, hace 50 años, preguntaban: “¿y dónde están los turistas? En la cabeza de Miolán”, respondían. De igual manera recordamos con cariño cada una de las inauguraciones de los hoteles que hoy conforman nuestra oferta hotelera, el tiempo aquel cuando soñábamos con recibir a los gringos, y de cuando luchábamos por la industria de cruceros. La historia del turismo está escrita con tinta indeleble y aunque quieran ignorarlo, hace mucho tiempo que el turismo lleva pantalones largos.
Tan sólo para hacer conciencia, desarrollar la industria de cruceros ha costado más de 25 años. Primero fue necesario acondicionar la infraestructura requerida para recibir los cruceros, (puertos de primera categoría, acordes a los requerimientos internacionales); luego, la adaptación de los destinos para ofrecer excursiones idóneas a los pasajeros. Negociar con las líneas de cruceros, las que ordenan la construcción de sus barcos con más de cinco años de anticipación, planificando de esta manera el poder asignar las rutas a determinados puertos.
Así mismo, posicionar un destino turístico en la mente del consumidor lleva años de esfuerzos y una gran inversión en promoción y publicidad, acorde al ciclo de vida del destino en el mercado emisor. Por muchos años, “República Dominicana: Lo Tiene Todo” nos salía hasta en la sopa, en cada juego de pelota de las grandes ligas, en el hockey, el fútbol, en CNN, Golf Channel o a través de los influencers norteamericanos o celebridades del cine y, como consecuencia, el destino se puso de moda.
Pero, como en toda industria, existen áreas que requieren atención y mejoras para garantizar el crecimiento sostenible y la competitividad a largo plazo, muchas de las cuales han sido anunciadas; pero, lamentablemente, no ejecutadas.
Este nuevo año, deberíamos empezar por sincerar cuáles son esas mejoras y los beneficios reales que nos aportan nuestros visitantes. Cuáles de esos visitantes son realmente turistas, que beneficios nos dejan, cuáles son excursionistas, y cómo impactan en la economía y en las comunidades que los reciben.
Al finalizar noviembre del recién año concluido 2024, según estadísticas oficiales del Banco Central, recibimos un total de 7,651,751 pasajeros no residentes, de los cuales 1,208,375 eran dominicanos no residentes y 6,443,196 extranjeros (turistas). Podemos asumir que el mes de diciembre (que siempre es bueno, y no ha sido publicado) puede aportar 1 millón más de pasajeros. A esto debemos añadir que, por mar (cruceros, ferry, etc.) llegaron 2,291,088 excursionistas (que solo pasan unas horas en el destino), y a los cuales podemos aumentar unos 250,000 cruceristas más en el mes de diciembre. Esto explica la cifra que se maneja oficialmente de más de 11 millones de pasajeros. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que los dominicanos no residentes en su mayoría llegan a casas de familiares y amigos, y en los últimos años son los mayores usuarios de rentas de propiedades a través de la plataforma Airbnb. En el caso de los excursionistas que vienen en cruceros, estas estadísticas están basadas en las actas de manifiesto que debe entregar el barco a su llegada a los puertos con la cantidad de pasajeros a bordo, que no corresponde a los pasajeros que realmente deciden bajar del barco y visitar el destino. Los cruceristas no pagan tarjetas de turistas y muchos bajan por pocas horas al destino, sin mucho tiempo para gastar.
Debemos resaltar que, definitivamente, el turismo ha sido exitoso, y puede seguir siéndolo por muchos años más, siempre y cuando se concreticen los planes y proyectos anunciados, que benefician grandemente al sector y que, por razones que no entendemos, no han podido ser ejecutados.
Proyectos como el Centro de Convenciones de la ciudad de Santo Domingo, los programas de educación anunciados en convenios con universidades internacionales y la ONU Turismo (muy necesarios para estar preparados para desarrollar el turismo de lujo), los planes para fomentar el turismo accesible en el país, la regularización de la plataforma Airbnb (que nos afecta a todos, sobre todo a los hoteleros), el proyecto de revitalización de la Ciudad Colonial, la regeneración de las playas, la construcción del puerto Duarte en Arroyo Barril, Samaná, la autopista del Ámbar, el arreglo del teleférico en Puerto Plata, el fomento a una política de turismo sostenible y la implementación de acciones que propicien el mantenimiento del medio ambiente, entre muchos otros.
La cosecha ha sido muy buena, el turismo se recuperó y mucho lo hemos celebrado; pero, es tiempo ya de sembrar para mantenernos cosechando de esta tierra hermosa y fértil, ubicada en el mismo trayecto del sol.