Solo tres semanas después del estallido de la que sería conocida como La Guerra de Abril de 1965, aunque era muy difícil llevar una cuenta exacta de la cantidad de muertos y heridos, se estimaba en centenares los muertos y heridos, en su inmensa mayoría civiles, lo que evidenciaba la agresividad de las tropas norteamericanas y de sus aliados locales en sus enfrentamientos con los constitucionalistas y la indiscriminación con que era tratada la población civil.

Para ellos, cualquier dominicano, civil o militar, constitucionalista o no, armado o no, era visto como un posible blanco. Querían acabar la tarea con celeridad, sin importarles que los muertos fuesen militares o civiles, pocos o mucho.

 

Mientras eso ocurría, el Departamento de Defensa norteamericano, informaba que en Santo Domingo habían muertos apenas 16 soldados y 86 heridos.

 

Pero todo eso apenas era el comienzo. Faltaban muchos enfrentamientos y  muertos. Santo Domingo, en gran parte, seguía controlada por las fuerzas de Caamaño. La guerra no había podido ser llevada, pese a algunos intentos, pequeños y débiles, al interior del país. La guerra de resistencia contra el imperio se desarrollaba esencialmente en las calles de Santo Domingo, lo cual  facilitaba desalojar a los constitucionalistas de muchas áreas. Todas las tropas y todo el poder de fuego de la intervención estaban concentrados en la capital de la República.

 

Fue entonces cuando decidieron lanzar una ofensiva a gran escala para desalojar a las fuerzas patrióticas de los barrios de la parte norte de la ciudad. Esa ofensiva se conoció como "Operación Limpieza". La misma causaría muchos muertos y heridos, y daría un nuevo giro a la guerra.

 

La ofensiva empezó bien temprano del día 15 de mayo. Ese día y hasta el 18 serían días negros y terribles para los constitucionalistas. Ese día, protegidos por tropas, tanques y helicópteros norteamericanos, las fuerzas del CEFA, al servicio del llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional de Antonio Imbert Barrera, iniciaron una ofensiva general, por diferentes flancos, para desalojar y eliminar las fuerzas constitucionalistas  de la parte norte de Santo Domingo.

 

Esa operación incrementaría también las presiones a los constitucionalistas en las negociaciones. Los constitucionalistas habían quedado divididos cuando las tropas norteamericanas, desde que llegaron al país, dividieron la ciudad en dos, estableciendo el Cordón o Zona de Seguridad.

 

Aunque los norteamericanos negaban su participación en esa operación, la verdad es que todo el mundo, incluyendo los periodistas norteamericanos, presenciaron cómo a las tropas del CEFA les permitían usar todo el Corredor para transitar y abastecerse de armas y comidas. También se observó cómo los helicópteros norteamericanos ubicaban las posiciones constitucionalistas para que las tropas del CEFA pudieran tener precisión en sus ataques y avance.

Ese día, el presidente Caamaño dirigió al país este breve mensaje:

"Pueblo dominicano: Aprovechando el silenciamiento de nuestra emisora, se ha pretendido engañar al pueblo con la falaz mentira de que los militares que dirigimos este movimiento reivindicador de nuestra democracia hemos desertado y estamos asilados, así como muchas otras informaciones tendenciosas, para confundir esta gesta gloriosa que todos los dominicanos honestos y constitucionalistas llevamos a cabo. Es bueno que se sepa que solo los cobardes que dirigen desde un escritorio pueden creer que a estas alturas se puede engañar al pueblo dominicano, un pueblo que como  un solo hombre está en pie de guerra defendiendo sus derechos. Ni un paso atrás dominicanos, que estamos muy cerca de la victoria. A luchar con tesón, que la victoria es nuestra".

Pero en realidad a esa hora, en lugar de victoria o de perspectiva de ella, lo que estaba cayendo sobre los barrios de la parte norte era un intenso y demoledor fuego de morteros y ametralladoras causantes de centenares de muertos y heridos. Los constitucionalistas estaban resistiendo heroicamente. Estaban combatiendo calle por calle y callejón por callejón defendiendo sus posiciones. Se estaban enfrentando a la misma muerte con valor y dignidad, como siempre lo ha hecho el pueblo dominicano.

Resistieron todo el día 15, el 16, y el 17, pero ya el 18 la situación era insoportable. Diferentes factores les impedían resistir más tiempo. No podían rotar los combatientes, la calidad de la alimentación era baja y la inferioridad con relación a la calidad de las armas y la cantidad de los combatientes del enemigo era considerable.

Entonces, con dolor, hubo que retroceder y entregar la zona.

Aquella fue una derrota de consideración, la primera para la causa dominicana. Los combatientes que sobrevivieron a los ataques indiscriminados se movieron hacia la zona colonial, donde estaba la sede del gobierno constitucionalista. Esa zona se convirtió en la Trinchera del Honor que jamás pudieron tomar los gringos y los malos dominicanos que los acompañaron.