En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Argentina del pasado domingo 19 de noviembre se enfrentaron dos sentimientos más que dos candidatos: el miedo y la rabia. El miedo a la radicalidad del ultraderechista opositor Javier Milei y la rabia contra el estatus quo (la casta, según Milei) que representaba el oficialista Sergio Massa.
La primera vuelta del pasado 22 de octubre dio un respiro al Gobierno porque Massa quedó en primer lugar con 36.7% de los votos contra 29.9% para Milei. Las encuestas del balotaje mostraban una competencia cerrada, pero el electorado se decantó por Milei con 56% de los votos contra 44% para Massa.
Siendo ministro de Economía en un país donde la inflación ronda 140%, podríamos decir que a Massa no le fue tan mal. Lo ayudó la fuerza del peronismo.
El peronismo es el movimiento político más potente de Argentina desde que Juan Domingo Perón lo formó en la década de 1940. De 1955 hasta 1973, el peronismo estuvo proscrito y Perón en el exilio, pero el movimiento sobrevivió.
En las elecciones de transición democrática de 1983 ganó Raúl Alfonsín de la Unión Cívica Radical (UCR), que cayó abatido por la crisis económica regional de aquella década. Entregó el poder poco antes de terminar su período al peronista Carlos Menem, que trajo una versión más neoliberal al peronismo.
Menem gobernó de 1989 a 1999 y fue sustituido por otro gobierno de la UCR con Fernando de la Rúa, que cayó a destiempo, en el 2001, por otra crisis económica. Ahí retornó al poder el peronismo con Néstor Kirchner, que gobernó del 2003 al 2007, seguido de su esposa, Cristina Fernández de 2007 al 2015. Fueron 12 años consecutivos de kirchnerismo.
Cristina fue sustituida por un no peronista, Mauricio Macri, que gobernó hasta el 2019, cuando fue sustituido por el peronista, Alberto Fernández (con Cristina Fernández de vicepresidenta). Terminarán su mandato próximamente.
Así pues, el peronismo ha gobernado la mayor parte del tiempo desde la transición democrática argentina de 1983. En las ocasiones anteriores, el peronismo llegó a la presidencia en medio de una crisis económica que necesitaba solución. Era el salvador.
En esta ocasión, sin embargo, la grave crisis económica se presentó en el gobierno peronista y el reemplazo será un no-peronista, Milei, que anuncia medidas radicales como cerrar el Banco Central, adoptar el dólar y cerrar ministerios.
40 años de vaivenes económicos y empobrecimiento han producido rabia y desesperación al pueblo argentino que Milei ha capitalizado electoramente, a tal punto, que el miedo a su aparente locura no fue suficiente para detener su triunfo.
El peronismo enseñó al pueblo argentino a gustar de la política mesiánica; el populismo está en su ADN político. Ahora la ultraderecha tiene su propio personaje mesiánico.
El tiempo dirá cuáles propuestas impulsa Milei y cuánto dura su presidencia.
Es perfectamente entendible que el pueblo argentino votara contra la alta inflación, pero eso no significa que quiera recortes en servicios y beneficios públicos. Por eso, achicar el Estado deficitario argentino es tan difícil.