El Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido 66 veces desde que en febrero del año pasado Rusia invadió Ucrania y comenzó la guerra; solo en el mes pasado, ha celebrado cinco reuniones sin resultado alguno.

Estas cifras fueron subrayadas este lunes por el embajador brasileño ante la ONU, Sergio França, que lamentó que todas estas reuniones hayan limitado la respuesta del Consejo a "repetir las narrativas opuestas sobre los acontecimientos en el terreno y las posturas" de cada país.

Efectivamente, los países occidentales y Rusia han llevado al Consejo sus respectivas posturas aprovechando todos los ángulos de la guerra -la situación de la infancia, los daños al patrimonio, los riesgos de la central nuclear de Zaporiyia, la inseguridad alimentaria, entre otros-, convirtiendo la sala de sesiones en un permanente cruce de acusaciones.

Al disponer tanto Rusia como las tres potencias occidentales -EEUU, Reino Unido y Francia- de derecho de veto, ninguna resolución ha salido adelante, lo que ha puesto de manifiesto la ineficacia del Consejo de Seguridad para buscar una solución.

El embajador França lamentó además que la guerra de Ucrania esté desviando la atención de las grandes potencias representadas en el Consejo de otras crisis que se cronifican en el mundo: "Lamentamos que otras situaciones como Sudán, el Sahel o Palestina no estén recibiendo la misma atención", resumió.

Además, el embajador brasileño repitió una postura cada vez más común entre los países africanos o asiáticos, y en menor medida sudamericanos: una suerte de equidistancia parecida a la postura de China, que repite sin cesar que está a favor de una solución negociada, un cese de hostilidades sin condiciones y el respeto de la integridad territorial, sin señalar la culpabilidad de Rusia.