El presidente Joaquín Balaguer sufrió una breve crisis en su salud mental en 1995 lo que provocó una alarma en el sector de las Fuerzas Armadas de entonces, por la inestabilidad gubernamental que el conocimiento de esta situación hubiese provocado en el país, tras unas elecciones del año 1994 denunciadas como fraudulentas.
Las denuncias de fraude en 1994 provocaron una crisis política que llevó a la firma del llamado “Pacto por la democracia”, que permitió a Balaguer gobernar solo por dos años más, recuerda el ex secretario de las Fuerzas Armadas, el escritor José Miguel Soto Jiménez.
La información es publicada en el libro, “El Doctor, aproximación a un personaje premeditadamente indescifrable”, de autoría de Soto Jiménez y que será puesto en circulación el próximo 28 de septiembre, en un acto que se llevará a cabo en la Universidad del Caribe.
La alarma sobre los problemas mentales surgió por una carta que envió el presidente Balaguer el 29 de enero del año 1995 en la que retaba a un empresario, a quien no identifica en la misiva, a un duelo a muerte, que se daría el 27 de febrero de ese mismo año, o sea, 27 días después de haber sido publicada la epístola, enviada directamente al director del periódico Hoy de entonces, Mario Álvarez Dugan (Cuchito) para ser publicada el lunes 30 de enero.
El autor publica en sus anexos un facsímil de la carta mencionada en la que se habla del reto a duelo ante la Asamblea Nacional. Balaguer decía en la carta que ese día informaría “con pruebas irrebatibles sobre la corrupción que se alega existe en la Administración Pública” y en la que afirma que “desenmascararé, con sus nombres y apellidos a los que han desfalcado el Estado introduciendo el Territorio Nacional, grandes cantidades de mercancías (vehículos, tejidos, electrodomésticos, pastas alimenticias etc.), sin el pago de los derechos establecidos en los aranceles vigentes.”
Balaguer expresa en la carta, asimismo, que “denunciaré con pruebas igualmente irrefutables, la connivencia entre gánsteres extranjeros, especialmente venezolanos sus homólogos criollos en un gigantesco contubernio para estafar al Estado Dominicano”.
A juicio de Soto Jiménez, la parte mas crucial y que generaba la gran preocupación de los altos oficiales de las Fuerzas Armadas estaba en el tercer párrafo de la misiva:
“Como las ofensas entre hombres solo se lavan con sangre, invito a la persona que solicitaré como principal beneficiado y como uno de los principales responsables de este escándalo a comparecer con el suscrito ante el terreno del honor el próximo 27 de febrero a las 6:00 PM, en presencia de los padrinos correspondientes y con la menor espectacularidad posible para que el incidente sirva de lección permanente a todos los dominicanos”.
Estampada la firma del doctor Joaquín Balaguer y en la fecha citada, llegó a manos de Soto Jiménez a través del entonces rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Roberto Santana, quien se apersonó a su casa con la carta llevada a Cuchito Álvarez Dugan con fines de publicarla, a través del edecán del Balaguer, general Jesús María Pérez Bello.
La preocupación que causó la carta en manos de Soto Jiménez y Santana hizo que se movilizaran e informaran a personas, como Hipólito Mejía, quien dijo que se lo informaría a José Francisco Peña Gómez, quien fue el principal contendor en las elecciones del año 1994, y cuyas denuncias provocaron la crisis electoral de este año, ya que el líder perredeísta dijo que había sido el ganador de esa contienda.
A juicio de Soto Jiménez la principal consecuencia política de lo que definió como “esta grave situación, era la posibilidad del colapso de una gobernabilidad… que estaba el peligro inminente de que esta situación podría propiciar, en vez de la transición constitucional formalmente contemplada, al declarar al Doctor interdicto, un estado de excepción impulsado por sectores apandillados, hasta del mismo gobierno”.
El autor argumenta que los citados sectores podrían desconocer el “Pacto por la Democracia, con la ocurrencia de las elecciones generales, en la fecha ya previstas para el año 1996, “expectativa que era en realidad lo que mantenía el país en calma, suspendido en un pretendido equilibrio preelectoral bastante parecido a los anteriores”.
Ante esa preocupación es que Soto Jiménez y Santana se dirigieron a la casa del entonces secretario de las Fuerzas Armadas, almirante Iván Vargas Céspedes, “hombre leal a toda prueba del Doctor Balaguer”, quien encargó a su vez a su edecán personal, entonces teniente de navío Juan Gilberto Núñez Abreu, al capitán de navío, Rafael Negrete Olivares, entonces comandante del Batallón de Seguridad de la secretaria de las Fuerzas Armadas, y al entonces capitán de corbeta Homero Luis Lajara Solá, su ayudante, para que, siempre respetando la libertad de prensa, impidieran la publicación de la carta.
Soto Jiménez, quien a la sazón se desempeñaba como el director de Operaciones de las Fuerzas Armadas diseñó un plan de suplantar la carta por otra. Sin embargo, al parecer, esto no fue necesario, ya que el periódico Hoy no publicó la carta ni tampoco otros diarios de circulación nacional.
Los oficiales, a excepción de Santana, amanecieron ese día, hasta que Vargas Céspedes acudió a la cita diaria con el presidente Balaguer, donde comprobó que el extinto mandatario se encontraba en sus labores cotidianas y aparentemente había olvidado por completo que había escrito la carta que causó una gran preocupación en las Fuerzas Armadas, ya que éste nunca preguntó por ese documento.
Colige Soto Jiménez que la crisis de la salud mental de Balaguer ocurrió debido al suministro “uso o abuso” de un medicamento denominado “Dormicum” junto con otros fármacos.