El presidente de la República, Luis Abinader, y un equipo gubernamental importante, incluyendo la vicepresidenta Raquel Peña y el ministro de la presidencia, Joel Santos, estuvieron en Santiago el fin de semana, dando seguimiento a obras relevantes, que convierten esa importante ciudad del norte del país en una metrópolis, con característica de capital política.

Santiago está en proceso de transformación física, y no por los trabajos que se realizaron en la entrada de la ciudad, antes de las elecciones de presidenciales de mayo, sino por las obras que se ejecutan para la instalación de un monorriel que atraviesa la ciudad, con 14 kilómetros, y la instalación de un teleférico que interconectará a una gran parte de la ciudad y los barrios periféricos, en especial los sectores urbanizados más desatendidos por administraciones públicas anteriores.

La administración anterior había realizado la obra vial del corredor norte, que evita el cruce por la ciudad de Santiago para los vehículos que se dirigen a diversas ciudades ubicadas más allá de la gran ciudad del norte del país.

Reasumiendo una de las últimas construcciones realizadas por el gobierno del doctor Balaguer, a finales de los años 90 del siglo pasado, el gobierno construyó la terminal central que unifica el transporte del monorriel y el teleférico, lo que representará una gran facilidad para el movimiento de las personas de Santiago hacia cualquier punto de una gran ciudad, que continúa en crecimiento.

El presidente y su equipo realizaron el domingo la primera prueba del monorriel, que construye el SIF (Sistema Integrado Ferroviario), por vía de las empresas Alstom/Sofratesa. Ejecutivos de medios de comunicación del país pudieron observar la gran transformación que está viviendo Santiago, porque el poder ejecutivo decidió transformar una ciudad productiva, audaz, progresista, con gran presencia del sector privado, en una nueva metrópolis de la República Dominicana.

Sin embargo, la obra de mayor trascendencia que ha realizado el gobierno y que aún le falta una tercera etapa, es la recuperación, tratamiento y mejoría de las condiciones de las cañadas de Gurabo, que en las cercanías de la Tenería Bermudez, y en en los lugares conocidos como Hoyo de Puchula y Hoyo de Bartola, transforma esencialmente las condiciones de expendio de residuos sólidos contaminados que se envían hacia el Río Yaque del Norte, y que lo contaminan con alrededor de un 40% de los residuos sólidos totales que éste recibe.

El sábado se entregaron las últimas 200 viviendas de un total de 1,200 que se construyeron para ubicar a las familias hacinadas en este espacio.

Las cañadas han sido saneadas, y en un lugar donde había drogas, hacinamiento, delincuencia, inseguridad, insalubridad y se respiraba lo fétido y nauseabundo que se echaba a las cañadas, ahora hay espacios para los ejercicios, el esparcimiento, mejoría de las condiciones de seguridad y se comienza a respirar esperanza y prosperidad.

Las aguas negras han desaparecido, y las plantas de tratamiento realizan su labor entregando garantías de salubridad y mejores condiciones de vida a todas las personas del entorno intervenido, en los alrededores de Rafey.

Solo en las obras de saneamiento de las cañadas de Gurabo, y la construcción de las viviendas para las personas que debían ser trasladadas, el gobierno ha realizado una inversión de alrededor de 7 mil millones de pesos, una parte mínima de algunos de los actos de corrupción que se han conocido a través de las denuncias y acusaciones formuladas por el Ministerio Público del país.

Las obras del gobierno en Santiago son un excelente ejemplo de lo que debía hacerse en muchas otras ciudades postergadas, no atendidas históricamente, pero que requieren un movimiento organizativo, colaborativo y de planificación como lo han hecho los diferentes grupos privados y públicos de Santiago.