Los casos de COVID-19 han causado preocupación, porque han roto todos los récords del pasado en positividad, pero no han impactado tanto en los servicios de salud y tampoco han causado largas listas de personas fallecidas.

Nos estamos enfrentado a una positividad suave, con algunos factores alterados en la salud, pero nada preocupante, salvo en los casos de ausencia de vacunación o de condiciones previas graves.

La República Dominicana en los boletines de los últimos días ha reportado números que pasan por encima de todas las cifras anteriores conocidas.

Este domingo, de 24,742 muestras procesadas 6,042 casos resultados positivos, para una positividad de un 22.35%. Sin embargo, la ocupación de las camas UCI es de apenas un 26%, el uso de los ventiladores es de un 25%, y las camas COVID ocupadas es de un 29%.

El sábado se reportaron 6,200 casos positivos, de un total de 26,753 muestras procesadas, y el viernes Los casos positivos fueron 5,968, de un total de 24,508 muestras procesadas.

Son cifras históricas. Sin embargo, no hay razones para alarmas. Estados Unidos ha registrado un promedio diario, en los primeros días de enero, de 799,189 casos positivos, con algunos días llegando al millón de casos.

Estados Unidos ha mantenido una postura de cautela ante la nueva variante Ómicron, y no ha incrementado las medidas restrictivas. La inmunidad de rebaño parece ir creciendo, pese a que el factor más negativo ha sido la resistencia de ciudadanos a vacunarse.

La ciudad de Nueva York llegó a tener 90 mil casos diarios en los últimos días, rompiendo por completo su récord de afectados por COVID-19 en 24 horas. Pero igual, se mantiene la esperanza de que las variantes que han surgido sean menos lesivas, menos duros con la salud de las personas, y por ello el sistema de salud no colapsa ni ha habido tanta de demanda de servicios hospitalarios.

Las autoridades de salud dominicanas emitieron una resolución estableciendo el 7 días las licencias para ausentismo laboral por COVID-19. En realidad, la infección pasa en 4 días, y los síntomas son cada vez manos notables, ya no se pierde el olfato ni el sentido del gusto, y apenas ocurre dolor de cabeza y algún resfriado.

La República Dominicana se ha resistido a disponer medidas coercitivas de entrada al país, para detectar entre viajeros si tienen o no la infección. Algunas críticas se han formulado, pero la decisión es correcta, debido a que es cada vez menor la letalidad del virus y nuestra industria turística es cada vez más importante para la calidad de vida de los dominicanos.

Para todos los países que han logrado vacunar a una parte significativa de su población el gran problema sigue siendo la resistencia a la vacuna de una parte de los negacionistas.

Enfadado, y con justificada indignación, la pasada semana el presidente de Francia, Enmanuel Macron, dijo que tiene el propósito de forzar a estos ciudadanos a inocularse, aunque se muestra contrario a la vacunación obligatoria. Dijo que su estrategia principal para combatir la pandemia de coronavirus es “vacunar, vacunar, vacunar y hacerle la vida imposible a los no vacunados hasta que cambien de opinión". O, más literalmente, “fastidiarles” o “joderles” la vida a los que siguen resistiéndose a ponerse las dosis para protegerse y proteger a los demás.

El gran esfuerzo que debe hacer el gobierno dominicano es inducir a la vacunación a los no vacunados, porque entre ellos es donde está el gran riesgo. Los no vacunados son los que ralentizan la desaparición del Covid-19, y al mismo tiempo son los que ponen en riesgo su propia vida, y al mismo tiempo arriesgan la vida del conjunto de la sociedad. Por eso, el presidente Macron tiene tanta razón en su indignación de la pasada semana.