Hay dos temas que siguen generando preocupación en la sociedad dominicana: en primer lugar la precariedad salarial y la necesidad de generar un aumento que equilibre en general a todos los asalariados con los aumentos de precios que hemos tenido en los últimos dos años, y en segundo lugar las precarias condiciones del sistema de salud del país, y el aumento significativo de los gastos de bolsillos de los asegurados a cualquiera de las variantes establecidas por el Sistema Dominicano de la Seguridad Social.

En ambos casos se trata de decisiones que involucran al gobierno, y de apuestas en las que indisolublemente está involucrado el sector privado, y en ambos casos gobierno y sector privado deben actuar en justicia y en procura del necesario equilibro.

Ya hemos dicho que ha llegado el aumento de discutir y aprobar un aumento general de salarios, y no solamente una actualización de los salarios mínimos, como tradicionalmente se ha hecho, a través del Comité Nacional de Salarios.

El aumento general de salarios debe hacerse en justicia, y compensando a aquellas empresas que no están en condiciones de asumir la responsabilidad del aumento general. Los asalariados público y privado no pueden  seguir soportando la presión que representa la inflación, porque las privaciones aumentan en todas las direcciones, y seguimos siendo una sociedad cada vez amplia en sus desigualdades.

El aumento general de salarios puede generar una mayor presión de la demanda con efectos inmediatos en los precios de algunos bienes de consumo. En la medida que pasan los meses nos vamos acostumbrando a los aumentos que hemos tenido especialmente en 2022, y va disminuyendo la inflación en los primeros meses del nuevo año. Eso no elimina la necesidad del aumento.

Un aumento de salario podría generar pérdidas de empleos. Sin embargo, la intervención del gobierno podría incluir políticas compensatorias para las empresas que, por sus activos y sus ventas anuales, no puedan soportarlo.

En este punto entramos en la segunda parte de la preocupación: Los aumentos de gastos de bolsillo en salud, especialmente a consecuencias de las presiones del Colegio Médico Dominicano contra las ARS, en procura de eliminar el sistema  de capitalización y establecer el llamado sistema de reparto.

Es un tema que no corresponde en su totalidad al gobierno, sino al sector privado, que ha recibido la presión constante del CMD con las huelgas y exclusiones de los afiliados a las ARS para que se vean obligados a recurrir a un modelo que no es el establecido y que representa un aumento del gasto de bolsillo y un mayor riesgo para las condiciones de salud de los ciudadanos. Los más afectados son los que están incluidos en el régimen contributivo, que además son los que mantienen sus salarios precarizados.

A nadie le cabe la idea, racionalmente planteado, de cambiar el sistema de capitalización por el sistema de reparto. La economía no soportaría tal propósito y el Banco Central ha sido claro sobre este asunto.

El gobierno deberá conversar con las entidades que convergen en la Seguridad Social sobre la necesidad de actualizar y racionalizar las tarifas, comisiones y otras ventajas que utilizan a su favor las ARS y las AFP, frente a sus afiliados que contribuyen, vía la Tesorería de la Seguridad Social, con un régimen que es altamente ventajoso para unos y no tanto para otros. Equilibrio es la palabra adecuada en este aspecto.

Los co-pagos se han impuesto, las tarifas de servicios han aumentado increíblemente, y es cada vez más dinero que sale del bolsillo de los afiliados para obtener cualquier servicio, por más simple que sea, con muchas prerrogativas que no se discuten con nadie y que resultan enojosas para los clientes, especialmente los asalariados que saben que cualquier ventaja que tuvieran en el pasado desapareció como consecuencia de la inflación.

Las empresas tendrían problemas adicionales si no se resuelve la doble tributación a la que están obligadas con el personal (cesantía y pensiones), que son elementos de presión a las que se someten grandes y pequeñas empresas. Harina de otro costal, y tema para una negociación diferente.