Roberto Álvarez compareció este jueves ante la Cámara Americana de Comercio, y el primer tema que abordó fue de las relaciones con Haití y las diferencias entre los gobiernos de ambos países por el canal de desagüe del río Dajabón.

Muy bien lo dicho por Roberto Álvarez, que fue una reiteración de sus planteamientos ante el Senado de la República y ante una Asamblea Extraordinaria de la Organización de Estados Americanos, en Washington la pasada semana.

El canciller abordó los temas de las relaciones diplomáticas en la presente administración gubernamental y de los cambios ocurridos, por ejemplo, ante las naciones del Caribe, que han representado una vuelta de la República Dominicana hacia la antillanía de la que siempre formamos parte, pero de la que nos retiramos durante muchos años por razones que todavía nadie explica.

El presidente Luis Abinader ha sido el protagonista de este cambio sustancial en la presencia del país en la comunidad caribeña. Igualmente es memorable la elección que tuvimos, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en donde 137 naciones votaron a nuestro favor para formar parte de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, Suiza. Un hito memorable que involucró, según explicó Roberto Álvarez, a todos los embajadores y funcionarios del ministerio de Exterior y del gobierno.

Hizo un balance de nuestras relaciones con los Estados Unidos y de los procesos que hay pendientes, que nos afectan, relacionados con investigaciones de organismos norteamericanos sobre cuestiones fitosanitarias y comerciales. No abordó la ausencia de más de tres años de embajador norteamericano, ni se refirió a la relevancia dominicana como nación amiga de los Estados Unidos, que favorece a Washington en todos los foros en que participa, pero que recibe latigazos que muchos consideran inmerecidos de parte del gobierno estadounidense, no importa que gobiernen los republicanos o los demócratas.

Roberto Álvarez es un funcionario competente. Sin muchas dudas ha sido el embajador que más temas ha abarcado en su gestión en Relaciones Exteriores. Ha hecho esfuerzos por profesionalizar el servicio exterior, con el establecimiento de un escalafón que ha privilegiado a los egresados de la escuela diplomática por encima de las relaciones políticas.

Hay otros asuntos tocados en la conferencia, como lo que hace el Mirex con los dominicanos en el exterior, las políticas sociales puestas en marcha por el gobierno para facilitar casas a los dominicanos de la diáspora, formación a través de Infotep, asistencia bancaria con el Banco de Reservas, inclusión en los servicios de Salud como el Senasa. Todo eso es importante, amén de la transparencia y los cortes que ha habido en los ingresos de los funcionarios consulares por los servicios que se ofrecen desde las distintas oficinas del ministerio en ciudades de todo el mundo.

Todo eso está muy bien. Pero hay una cuestión que el gobierno, y en particular el ministro de Relaciones Exteriores debe asumir: No seguir hablando todos los días, en todos los foros, dentro y fuera del país, sobre la cuestión haitiana y la crisis por el canal, y las resoluciones de Naciones Unidas sobre Haití. Ya es demasiado lo que se ha dicho sobre Haití.

Todos los lunes, y cada vez que un periodista tiene oportunidad de preguntar, el presidente de la República, Luis Abinader, también habla sobre Haití, sobre el cambio en la frontera, que no hay solución dominicana a la crisis haitiana, que la frontera jamás será igual, que el canal de La Vigía extraerá las aguas del río Dajabón.

Convendría que el Ejecutivo y el canciller no hablen sobre las relaciones con Haití por un tiempo prudente. Sobre todo porque los gobiernos de los dos países de la isla La Española se acogieron a una propuesta de la OEA para mediar y presentarles una propuesta de solución al diferendo por el río Dajabón o Masacre.

Una comisión de la OEA está analizando los documentos entregados por la República Dominicana. Esa comisión visitó la frontera. El gobierno decidió establecer la captación de datos biométricos para los haitianas que asistan al mercado binacional. Y todas las demás medidas siguen vigentes, como el cierre de los consulados dominicanos en Haití.

Ha llegado el momento de que el presidente Luis Abinader administre cada palabra que vaya a pronunciar sobre Haití. Que no se repita más sobre esta cuestión. Que ni siquiera reitere lo que todo el mundo sabe que ha dicho y que ha dispuesto sobre esta crisis. Lo correcto es esperar un documento de la Secretaría General de la OEA sobre el asunto.

Y lo mismo va para el doctor Roberto Álvarez, salvo una cuestión que pueda considerarse esencial e impostergable, convendría no volver a tocar ese asunto. Hemos hablado más que la OEA, que el Consejo de Seguridad de la ONU, que los países del Caricom, que Haití, y con quienes discutimos es con los constructores de un canal que casi nadie conoce. Por tanto, ahora toca tener prudencia, no es necesario dar respuestas a todo lo que nos pregunten sobre Haití. Además de los altos funcionarios, hay decenas de legisladores, alcaldes, funcionarios que hablan sobre el tema también.

Es nuestra recomendación.