El presidente Luis Abinader tiene las condiciones para salir airosamente en esta primera administración que le ha tocado, con las dos crisis internacionales más devastadoras: La pandemia y la guerra por la invasión de Rusia en Ucrania.
El gobierno ha dado la batalla en muchos frentes. En salud ha sido responsable de una gestión positiva. En la economía ha administrado una crisis de grandes dimensiones, con inflación importada y crisis de suministros, y el país ha seguido creciendo, sigue la inversión extranjera, hay solidez del peso dominicana y las reservas internacionales del Banco Central son históricas. En compensación social y protección de los más desfavorecidos el gobierno ha sido sensible y solidario, y presenta un cuadro admirable, evitando que los precios de los combustibles suban, que la canasta básica llegue a precios razonables, que quienes perdieron el empleo lo recuperen. El turismo como industria motora de nuestra economía marcha admirablemente. La otra cuestión positiva es la lucha contra la corrupción y contra la impunidad, que ha dirigido el Ministerio Público y que incluye a los funcionarios de la actual administración.
Sin embargo, hay veces que se siente una pérdida de la perspectiva. Y se percibe que no se asumen los compromisos políticos, sociales y económicos contraídos en la campaña electoral. Como si esos incumplimientos no fueran a salir en la campaña electoral que ya comienza.
Hay tres compromisos que pudieran cambiar el cuadro de esta gestión oficial:
- El Código Penal aprobado con las tres causales fue un compromiso del PRM y de Luis Abinader. Ambos han dado la impresión de que abandonaron esa causa. Aún no hay Código Penal aprobado. El gobierno y el presidente Abinader han sido presionados de tal modo por los grupos conservadores que parecieran haber desistido de su pacto con las mujeres y con las entidades que sostienen que las tres causales son excepciones razonables para permitir la interrupción del embarazo en las tres condiciones que han sido establecidas.
- El tema migratorio y la adopción de la política más retrógrada y negadora de los derechos humanos y de la justicia, incluyendo la construcción de un muro en la frontera que conllevaría la inversión de miles de millones de pesos y que no resolvería el tema migratorio, al tiempo que potenciaría la corrupción en los puestos fronterizos, aunque pudiera disminuir el contrabando y favorecer, como se ha dicho a los gobiernos de los dos lados de la isla. Sólo la construcción de este muro ha colocado al país en la observación de la comunidad internacional, que nos acusa de generar apátridas y de violentar derechos fundamentales. Son varios los reportajes que ya han publicado grandes medios internacionales sobre el muro que se construye en la frontera. Ese muro es también una negación de la historia del PRM, fuertemente vinculado con José Francisco Peña Gómez, víctima de acusaciones y maltrato por su origen social y étnico, pesar a que demostró en vida ser más dominicano que todos sus acusadores. A quienes al final de sus días perdonó. Esos sujetos influyen hoy en esta administración y hasta se atreven a dictar las políticas migratorias.
- Incumplir 4% del PIB para la educación preuniversitaria, resultado de un pacto por la educación digna que comenzó a ejecutarse en el 2013 y que se ha mantenido, pese a que en la reformulación del presupuesto del 2022 se propone variar ese compromiso.
Son cuestiones que fraccionan a la sociedad, que generan quejas y resabios de los sectores progresistas que fueron aliados del partido de gobierno y que comienzan a poner dudas sobre el curso que sigue el gobierno.