Este viernes se conmemora el Día Nacional del Periodista en la República Dominicana, y con ello se recuerda la salida del primer periódico del país, el 5 de abril de 1821, El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo, fundado por el español Antonio María Pineda. Ese periódico tuvo una vida corta, de sólo tres meses, pero mostró en sus páginas el pensamiento independentista del poeta, narrador y periodista José Núñez de Cáceres, padre de la primera independencia, también conocida como Independencia Efímera (1 de diciembre de 1821). Más adelante, Núñez de Cáceres fundó y dirigió El Duende, que vio la luz el 15 de octubre de 18121, y que vino a ser el segundo periódico dominicano.
Esta semana el Colegio Dominicano de Periodistas y el Ministerio de Educación, entidades que sostienen el Premio Nacional de Periodismo, anunciaron que el destacado periodista Manuel Quiroz fue seleccionado este año para ese galardón. Es un acto de justicia y reconocimiento a una labor profesional destacada, de más de 50 años de ejercicio.
Hoy día se escriben muchas crónicas y ensayos sobre el periodismo y su decadencia. Incluso, hay libros recientemente publicados que hablan de la muerte del periodismo, en los términos en que se conocía en el pasado: Una labor profesional e informativa que auxiliaba a la sociedad a estar bien informada, con géneros y formatos altamente estudiados y separados, unos de otros, en que los profesionales del periodismo se daban la mano con los deportes, el ensayo, la literatura, la la poesía y el cuento, o la narración e interpretación de la historia.
El mundo ha entrado en la etapa del Internet, desde finales del pasado siglo, y con el desarrollo de las nuevas tecnologías y de los formatos innovadores del manejo y administración de la información, la industria periodística, el trabajo editorial, de profesionales administrando y dirigiendo los datos informativos, ha entrado en crisis, con toda la empresa económica que detrás la sostenía.
Ese mundo ha terminado para la empresa global de la comunicación, incluyendo los diarios impresos, la televisión, la radio, las revistas y muchas otras iniciativas periodísticas, que han tenido que variar y adaptarse, para sobrevivir, y tener una visión distinta del negocio de la comunicación.
Las redes sociales han sido el toque último a las empresas periodísticas. La aparición de los llamados creadores de contenidos, los youtubers, los tiktokers, los instagramers . Hoy abundan las plataformas segmentadas por edades, intereses y áreas de conocimientos. Ha cambiado la manera de ver y analizar el mundo, y ha cambiado el negocio, destruyendo sus bases empresariales antiguas, y de paso transformando la industria editorial que, en su mayor parte, ha sido enviada al cementerio de la historia.
En esta nueva era, impactada por las fake news , que siempre existieron, pero nunca en la dimensión de ahora, lo que interesa es la brevedad, el título escalofriante o sensacionalista, generalmente mentiroso. Los recursos del análisis profundo, del periodismo de investigación, de la sensatez y la independencia han quedado rezagados y relegados. Es un tiempo en que las personas aparentan estar bien informadas, porque tienen acceso a muchos datos, pero carecen de información que les permitan tomar decisiones. Como bien dice el intelectual Byung-Chul Han, estamos en el período de mayor soledad en materia informativa.
Para el filósofo contemporáneo más leído del mundo, estamos en una etapa de crisis de la narrativa informativa. “Vivimos en una sociedad en la que lo digital lo ha invadido todo. Todo lo que antes se hacía por otros medios se puede realizar en la actualidad mediante tecnología digital”. Pero lo digital nos desprograma de lo humano y nos conduce a una inteligencia artificial que carece de lo íntimamente humano, carece de sentimientos, de afectos, de ternura, de dolor, que es lo define lo humano.
Los periodistas en todo el mundo han sufrido las consecuencias de esta crisis. Han padecido el impacto de las nuevas tecnologías y el quiebre de las empresas tradicionales. En la República Dominicana ha ocurrido lo mismo, pero con el sostenimiento de empresarios que han cubierto los costos de la crisis mediática. Las razones son variadas. La cuestión es hasta cuándo la sostendrán.
Los periodistas han perdido empleo e independencia. Algunos han creado empresas propias, y otros han migrado a la comunicación institucional, tanto privada como oficial, que sigue siendo el gran sostén del mundo periodístico y de la comunicación. En el quehacer de la comunicación de hoy incursionan profesionales de otras áreas, que entienden poco el mundo de la comunicación, pero han sabido explotar el negocio que otros no pudieron entender y continuar.
En este complicado esquema de quiebra informativa es que celebramos el Día Nacional del Periodista. Y como cada año, muchas felicitaciones y congratulaciones, pero poco entendimiento para dar paso a los proyectos periodísticos que deberán ser el sostén de la democracia. Porque de algo sí estamos seguros, y es que sin periodistas y medios haciendo su trabajo crítico, la democracia tiende a debilitarse, y hasta corre el riesgo de desaparecer. Nuestro deseo es que esta democracia y el periodismo que la ha impulsado, sobrevivan. Gracias.