Es motivo de gran alegría que el presidente Luis Abinader, acompañado de la vicepresidenta Raquel Peña, hayan entregado este martes las condecoraciones más hermosas y tiernas que en mucho tiempo el Palacio Nacional ha tenido: el reconocimiento de tres religiosas canadienses que durante casi toda su vida se dedicaron a educar y encaminar jóvenes y mujeres, empoderándoles en todas sus capacidades para servir a la patria y a las causas de la justicia y la dignidad.

Lenore Gibb, María Tiner y Joan Eileen Tinkess fueron reconocidas, con la dicha de que muchos de sus alumnos y cercanos colaboradores estaban presentes en el salón de embajadores del Palacio Nacional, donde el presidente encabezó el acto.

Lenore Gibb recibió la Orden Heráldica de Cristóbal Colón en el grado de Caballero. Su trabajo en San Pedro de Macorís aún está presente con resultados que le han servido al país durante toda su vida, mientras que María Tiner y Joan Eileen Tinkess recibieron la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Caballero. Estas dos misioneras trabajaron en la provincia Monte Plata, San Pedro de Macorís y Cutupú, de La Vega, en donde como parte de una congregación católica hicieron un gran aporte educativo, fundaron escuelas y cuando sus fuerzas se agotaron decidieron dejar sus congregaciones para dedicarse a tiempo completo, en cuerpo y alma, a proyectar más su dedicación por la gente pobre a las que servían.

Fue representativa y estimulante la presencia de la actual embajadora de Canadá en la República Dominicana, Christine Laberge; así como la presencia del ex embajador de Canadá en el país, y jefe de la misión de Observación Electoral de la OEA en 1994, John Graham.

Se trató de un acto de justicia del gobierno dominicano, valorando y reconociendo los aportes de tres jóvenes que dedicaron sus vidas a trabajar por las personas más necesitadas de los lugares más inhóspitos de la República Dominicana, y que hoy se encuentran en la tercera edad, algunas con pocas posibilidades de movimiento.

Agradó y conmocionó la decisión del presidente Luis Abinader de acercarse y arrodillarse para poder colocar la condecoración en el pecho de Joan Eileen Tinkess, quien tiene dificultades para permanecer de pie.

Lenore Gibb habló en nombre de las condecoradas y con palabras muy sencillas y pidió que de los presentes se pusieran de pie los que fueron sus alumnos o que habían recibido los beneficios del trabajo de ella y de sus compañeras. Y casi todos se pusieron de pie en testimonio del reconocimiento que estas extraordinarias mujeres merecen de la sociedad dominicana, y no solamente del gobierno.

La tarde de este martes fue emocionante y al mismo tiempo un acto de justicia que Canadá y que las comunidades de Monte Platan Pedde Macorís y La Vega recordarán por mucho tiempo. Era justo y necesario este reconocimiento. 

Apostamos para que Lenore Gibb, María Tiner y Joan Eileen Tinkess vivan muchos años más por la grandiosa labor que hicieron en un país que les adoptó y que ellas adoptaron como si fuera el suyo.