Este 10 de enero se instala un gobierno ilegítimo en Venezuela, surgido del fraude electoral cometido el pasado 28 de julio, en un matadero electoral organizado por un gobierno fallido y fraudulento, que hizo todo lo posible para que la oposición no estuviera presente en las elecciones presidenciales.
Los candidatos opositores fueron impedidos, anulados, boicoteados, como pasó con la lideresa María Corina Machado, y con la historiadora Corina Yoris, de la coalición opositora. Ninguna opción opositora era aceptada por las autoridades de Venezuela, porque sabían que Maduro tendría imposibilidad absoluta de ganar las elecciones. Luego de un plazo de 12 horas, otorgado por el Consejo Nacional Electoral, el 26 de marzo pudo inscribirse de forma provisional, Edmundo González Urrutia, como candidato presidencial de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD). Esa candidatura fue considera débil y aceptada por los partidarios del madurismo.
Se trataba de un viejo burócrata venezolano, ex diplomático, quien surgió con ninguna perspectiva, y casi anónimamente se inscribió como candidato presidencial. Tenía 74 años y una vida ya apagada. Los gobiernistas lo aceptarían bajo el entendido de que a ese Maduro le daría una barrida.
Sabiamente la oposición se puso de acuerdo y decidió dar todo su apoyo a Gonzáles Urrutia, quien pasó de ser candidato provisional a candidato oficial. Los organismos oficiales lo persiguieron y lo denigraron. Se inventaron una historia de crímenes y antipatriotismo que pocos creyeron. Y llegó el día de las elecciones, el 28 de julio de 2024.
González Urrutia y la oposición venezolana ganaron las elecciones con el 67 por ciento de los votos, y Maduro y los chavistas no alcanzaron el 30 por ciento. Por tanto la decisión que tomaron fue mucho más arriesgada que el fraude electoral del 2018: Asaltaron el conteo de votos y proclamaron, sin una sola acta dada a conocer, a Nicolás Maduro como ganador de las elecciones.
Y persiguieron y reprimieron a la oposición. Y cerraron el país a la observación electoral de Unión Europea y de los medios internacionales. Y se proclamaron amos y señores de Venezuela, y asaltaron embajadas, y decidieron romper relaciones diplomáticas y consulares con muchos países, y expulsaron a organismos internacionales.
Esa es la realidad de Venezuela hoy, cuando Nicolás Maduro se proclama fraudulentamente presidente por tercera ocasión. En Venezuela no hay democracia, sino dictadura. No hay transparencia, sino opacidad. No hay elecciones libres, sino matadero electoral.
El presidente que se juramenta hoy en Venezuela es un usurpador del poder. Es un gobernante ilegítimo. Está oprimiendo a su pueblo y condenando a millones de personas a sufrir las consecuencias de sus acciones ilegales y descabelladas.
Felicitamos al gobierno dominicano por recibir este jueves en el Palacio Nacional a una delegación de ex presidentes de América Latina y el Caribe, que ha venido acompañando a Edmundo González Urrutia, en un periplo de reclamo de la democracia en Venezuela, y de la transparencia, un país que legalmente hoy debería estarse abriendo al mundo con un florecimiento democrático, con la instalación de Edmundo González como presidente legítimamente electo en las elecciones del 28 de julio de 2024.
Esta demás reiterar que el presidente Luis Abinader tiene razón en la relación histórica que hizo de los lazos políticos e institucionales que hermanan a la República Dominicana con Venezuela, y de la solidaridad de los venezolanos con la democracia dominicana.
República Dominicana no puede fallar a Venezuela en un momento tan triste y oscuro de su historia en este momento. Los dominicanos debemos ocuparnos de que la nación que albergó a Juan Pablo Duarte hasta su muerte en 1876, sea un país en democracia.