Desde hace varios meses el dengue está haciendo estragos en la población dominicana. Niños y niñas, adultos mayores, personas en edad productiva, jóvenes y adultos están siendo afectados por el dengue, y con frecuencia se dice que las camas de las clínicas y de los hospitales no son suficientes, porque los casos son cada día más abundantes.
Claro que el dengue es menos frecuente en las clases sociales altas, porque viven en mejores condiciones, sin el hacinamiento que propicia la presencia de mosquitos transmisores. En los sectores populares es mucho más frecuente que el dengue se expanda, porque las condiciones de vida, el contacto con la naturaleza y los lugares donde las larvas crecen y desarrollan su potencial hacen posible que los mosquitos piquen e infecten a los ciudadanos.
La suerte es que el dengue más abundante es el clásico, y no el hemorrágico. Son cuatro los tipos de dengue que existen, y en algunos casos resultan mortales. La razón es que las personas picadas por mosquitos transmisores tardan en descubrir qué es lo que tienen. Piensan en la influenza o en una gripe común, creen que se trata de algo pasajero, y sólo con la medición de plaquetas se enteran que están bastante mal, afectados por el dengue.
Lo extraño es que el Ministerio de Salud Pública no haya tomado la epidemia de dengue de este año con la seriedad que requiere. Pese a las alarmas, a las noticias sobre la escasez de cama, pese a las altas temperaturas, las autoridades no se dieron por aludidas y ni siquiera lanzaron una amplia campaña de información pública, de orientación, sobre las formas de atacar a los mosquitos transmisores, ni la manera de hacerle frente a las picaduras o de acudir temprano en búsqueda de la atención médica.
Pueden darse todas las excusas que deseen. Pero ninguna justifica el descuido, la falta de orientación y la toma de decisiones preventivas. El país tiene una larga experiencia con el dengue. Las muertes por dengue están por encima de todos los países de la región, y esos datos son consistentes en las estadísticas anuales desde hace 20 años.
Los datos del 2023, al mes de Septiembre, indican que había 6 muertes relacionadas con la enfermedad y otras 10 en investigación; había 8,261 casos (doble de casos que en 2022), y un aumento de casos debido a tormenta tropical; en en el mes de Julio se registraron 45 casos, en Febrero 342 casos.
En 2022 hubo 10,784 casos, 279 graves, con 39 muertes. Es muy probable que el número de muertes por dengue haya aumentado en 2023. Son muchos los casos, los internamientos, y los sepultos que se registran. Habrá que esperar que las autoridades informen.
El ministerio de Salud Público ha debido visibilizar este año la situación del dengue antes de que la etapa del verano comenzara. En los primeros meses ya se veía que sería un tema de preocupación.
Y no hay que hacer grandes descubrimientos. Debieron recordar la campaña educativa a la población. Recordar el “tanque tapao” y cómo evitar que el mosquito se reproduzca. Lo que no ha afectado este año no es un brote. Esto parece una epidemia de dengue, y lamentablemente la población está desamparada.
El deber de Salud Pública es proteger, preventivamente, a la población dominicana. Si hay temores sobre el turismo y el miedo que pudieran tener los turistas por el dengue, no es la forma de hacerle frente con el silencio. Las cosas hay que decirlas y cuidar a los ciudadanos y a los turistas.
Este gobierno tiene experiencia haciendo grandes campañas de información y comprometiendo a la población, como recientemente se hizo con el Censo Nacional, o como se ha hecho en ocasiones de huracanes.
El ministerio de Salud Pública debe ponerse al frente, y no dar más espacio a la especulación o al lamento. Es tarde ya, para este año, pero ya debían estar planeando lo que harán cuando el proceso año iniciemos la época del calor tropical.
Otra cosa: Hay poca o muy escasa investigación sobre el mosquito transmisor del dengue, la malaria, el mal de Chagas, la fiebre amarilla, la chikungunya, fiebre amarilla y la Zika. En los datos que se van conociendo por estudios en Kenia y otros países africanos, el mosquito va más rápido en sus mutaciones que las investigaciones para combatirlo. Ya los mosquitos pican de día, y no de noche como se pensaba, son resistentes a los pesticidas conocidos y tienen una capacidad reproductiva que supera la creatividad humana para combatirlo.
Los epidemiólogos de Salud Pública tienen que adaptar las recomendaciones y ser creativos, para que el dengue no nos siga atrapando asando batatas, como nos atrapa cada año.