Por la forma en que lo dijo, y por el lugar que le asignó en su discurso de rendición de cuentas, el presidente Luis Abinader ha puesto a todo el mundo a reflexionar sobre nuestras relaciones con Haití.

El mandatario propuso un pacto por la nación dominicana, al margen de la política, para que sectores sociales, lo que incluye a los partidos, con profundas diferencias se sienten a ponerse de acuerdo sobre cómo enfrentar los desafíos que representa la crisis de Haití para la República Dominicana.

Hay varias cosas que merecen reflexión y aclaración a propósito de la propuesta en cuestión.
  1. Habría que definir a cuáles desafíos se refiere el presidente Abinader. Una cosa es la migración haitiana que vive y trabaja en República Dominicana, y otra cosa es el peligro que representan las bandas delincuenciales haitianas y el riesgo de que penetren a nuestro territorio.
  2. También hace falta definir quiénes caben en el pacto por la nación. Los partidos políticos fueron invitados, pero habría que definir si caben en la fórmula las entidades empresariales, por ejemplo: los empresarios del turismo, de la construcción, de la agroindustria. También los centros de pensamiento, como las universidades. Ese debate podría extenderse por muchos meses y quizás años.
  3. Hace falta conocer si el presidente estará dispuesto a ceder el control de la política exterior de su administración, en manos del Ministerio de Relaciones Exteriores y de él mismo, para que introduzcan elementos partidos radicalizados contra su administración y agentes del odio y la cizaña en las relaciones con Haití.
  4. En caso de que se creara ese pacto por la nación, tendría que definirse cómo se manejarían las relaciones multilaterales de la República Dominicana respecto del tema haitiano. Abinader ha ido a Naciones Unidas, a la OEA y ha reclamado en el SICA y en la Cumbre Iberoamericana que no se deje sola a la RD respecto del tema haitiano. ¿Se consultaría a los miembros de ese pacto para responder reacciones de la comunidad internacional sobre Haití?
  5. Si se forjara un pacto sobre Haití, y cada quien actuara con honestidad y sinceridad, respetándolo, ¿tendríamos la certeza de que ese dejaría de ser un factor de división, odios y enconos en la sociedad dominicana?
  6. Otra respuesta necesaria sería la definición del mecanismo de consultas y decisiones respecto de la evolución de los acontecimientos en Haití. Cuando haya que responder cuestiones de alta política, en el Consejo de Seguridad de la ONU, por ejemplo, ¿el gobierno consultaría con el mecanismo de coordinación del pacto?
  7. En un primer comentario editorial, dado a conocer este martes, Acento adelantó el siguiente juicio sobre el pacto: “Tal vez el presidente sabe que la reacción de los adversarios será negativa. Porque ese tema es una sustancial materia prima para el discurso electoral que se avecina o que ya está en marcha. Esta pieza presidencial pone en evidencia las intenciones del presidente Luis Abinader y delata lo que el sistema político planea en materia de cultivo de un discurso nacionalista, promotor del odio y la diatriba, especialmente por los migrantes haitianos en la República Dominicana”.
  8. Entrado en su apogeo el proceso electoral del 2024, el presidente podrá decir, y no le faltaría razón, que si los adversarios de sus aspiraciones se negaron al pacto que propuso con tiempo, les quedan pocas razones para criticar a su administración por cualquier circunstancia que consideren inadecuada respecto de la crisis haitiana o la migración masiva de haitianos hacia nuestro territorio.
  9. Algunos sectores, fuera del nacionalismo rampante y promotor del odio, están preocupados y piensan que la única salida a lo que se derive de la crisis en Haití es que nos pongamos de acuerdo y tengamos un pacto para evitar la utilización de este tema como motivo de división nacional. Incluso piensan que al país podrían caerle encima demandas y sanciones por violaciones de derechos humanos y tratos inadecuados a migrantes. Sin embargo, no hay certeza de que los haitianos que huyen del descalabro de su país quieran venir a la República Dominicana. Su propósito es llegar a los Estados Unidos o a Canadá, en primer lugar, y en segundo término, en caso de que quisieran llegar al territorio dominicano nuestro sistema económico y político no es tan frágil como para que los migrantes haitianos lo destruyan. Tampoco nuestra identidad es tan débil como para que los migrantes haitianos la sepulten. En estos lados hay miedos infundados, falsedades cargadas de odio y racismo que se ocultan en un nacionalismo irracional, que pierde de vista factores humanos, que muy bien han favorecido a más de dos millones de dominicanos en todos los países donde se han asentado.
  10. Lo más adecuado es que la propuesta del presidente quede como una declaración de intención, una reafirmación del amor que todos debemos profesar a la patria, y permitir que el gobierno cumpla con su deber de poner en marcha una política exterior integral, que incluya la cuestión haitiana con todos los elementos que nos afectan.