La muerte de Rafael Bello Andino, esta semana, casi cierra un ciclo de la historia política e institucional de la República Dominicana.

Era un personaje del círculo más íntimo del doctor Joaquín Balaguer. Junto con Luis María Pérez Bello fue uno de los confidentes más importantes del doctor Balaguer. Hay que anotar a esto que el viejo caudillo comenzó a padecer de ceguera a finales de los años 80, y siempre necesitó del auxilio de personas de su absoluta confianza, y Bello Andino fue de los que siempre estuvo a su lado.

Bello Andino murió a los 95 años. A esa misma edad murió el doctor Balaguer el 14 de julio del 2002. El mes en que ambos fallecieron fue julio, y los dos tuvieron numerosos hijos que no reconocieron legalmente.

Bello Andino y Joaquín Balaguer podría decirse que parecían almas gemelas, con la gran distancia del conocimiento y formación de uno y otro, que iba del cielo a la tierra, pero en el servicial asistente Balaguer tuvo la discreción y el mutismo como respuestas a todas las preguntas que pudieron formularse sobre los actos privados del caudillo, sobre sus decisiones gubernamentales, políticas, o sobre sus silencios.

Quique Antún Batlle, Rafael Bello Andino, Joaquín Balaguer y Alfredo Mota Ruiz. Detrás. Luis María Pérez Bello, quien aún vive.

Balaguer escribió libros, como La venda transparente, o Memorias de un cortesano de la era de Trujillo, en que se guardó para siempre datos relevantes, historias de crímenes, fortunas, agravios y muchas otras que siempre fueron apetecidas por la sociedad dominicana, además del encanto y lujuria que producían en los periodistas y en los medios de comunicación.

Bello Andino nunca padeció de la vanidad de su poder, ni se dejó seducir por el respaldo gubernamental que siempre tuvo a la sombra de su líder. Bello Andino sí cometió errores, tropelías, abusos, dejó gente sin hogar, negó llaves de viviendas autorizadas por Balaguer, y muchísimas otras actuaciones deleznables. Sin embargo, en lo fundamental fue un hombre fiel a su líder y especie de padre que fue el caudillo en su caso.

Su muerte se esperaba. Iba en silla de ruedas, no ofreció jamás ninguna información sin autorización. No llevó mensajes confidenciales sin ser autorizado. Jamás buscó a nadie para suplantar a su líder y hacerse pasar por enviado, pese a lo difícil que era en algunos momentos entrevistarse con Balaguer. Bello Andino era un hombre de gran lealtad política y personal al viejo caudillo.

Fue funcionario, ministro, desempeñó funciones altamente delicadas. Fue destituido por Balaguer en una ocasión como secretario de Industria y Comercio, pero eso no deterioró jamás su lealtad al líder.

Fallecido Balaguer, Bello se dedicó a proteger el legado de su jefe en la Fundación Joaquín Balaguer. Invirtió los recursos obtenidos, pagó los chantajes normales en situaciones como estas, de familiares y allegados, que le obligaban a proteger sus propias pifias y desafueros.

Al final se muere en silencio, sin gran duelo, como cancerbero y leal protector de los secretos más complicados de su patriarca, con la esperanza de encontrarse con él en la otra vida. Para seguir haciendo lo mismo, si es que el cielo existe y da cabida a personajes como él y como el doctor Balaguer.