El fin de semana se informó que Alianza País y Opción Democrática, dos partidos políticos que habían iniciado un proceso de fusión, solicitaron a la Junta Central Electoral desestimar esa alianza, porque habían decidido no darle continuidad.  Las divergencias afloraron y descubrieron que no era posible ponerse de acuerdo. Ahora cada quien a lo suyo.

Es muy lamentable que organizaciones políticas con personalidades de una tradición reconocida en sus organismos de dirección, como Guillermo Moreno y Minou Tavarez Mirabal, interrumpan procesos unitarios. Mientras más fuertes y sólidos sean los partidos políticos, más estable y fuerte será el sistema democrático.

El anuncio de la solicitud a la Junta Central Electoral aparece al mismo tiempo que un grupo de organizaciones de izquierda se reúne en el local del Colegio Médico Dominicano, y anuncia un proceso unitario con el interés de ser más decisorio en los procesos electorales dominicanos. Se trata de pequeñas asociaciones, grupos, personalidades marxistas, que han participado en múltiples batallas políticas y que no han tenido éxito en la consecución de poner en marcha un proceso revolucionario dominicano, y ahora entienden que es posible forjar una alianza que pudiera tener éxito en los próximos procesos políticos.

Entre esos grupos hay quienes siguen pensando que todavía es posible hacer una revolución en la República Dominicana, y que la misma no puede hacerse mediante una batalla política ni electoral, sino mediante actos de violencia revolucionaria. Es su criterio y tienen que ser respetados los que así piensen. Lo que ha ocurrido, sin embargo, con el socialismo real es una debacle que casi al finalizar el pasado siglo derrumbó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y llevó a una gran parte de los países del campo socialista a ser gobernados hoy por partidos de derecha. O a China, con su particular revolución, al ejercicio de un capitalismo imperialista.

América Latina atraviesa por una situación singular. Los comunistas y socialistas que en el pasado vivían en la clandestinidad, hacían política de conspiración y agitaban la revolución socialista, se han convertido al proceso democrático y han ganado elecciones, como ha ocurrido en Chile, Perú, Uruguay, entre otros países. Los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua están en serios aprietos por razones de intolerancia democrática. Gobiernos que limitan seriamente la libertad de organización, de expresión, y para realizar actividades políticas. Hasta instituciones culturales como la Academia de la Lengua de Nicaragua han sido cerradas, o un festival de Poesía ha sido declarado fuera de la ley. Una verdadera vergüenza para quienes asumen la democracia como nuestro mejor sistema de gobierno.

Ninguna fuerza política como la izquierda ha sido más sacrificada y sufrido mayor persecución y tenido más mártires. La historia reciente de la República Dominicana puede servir de ejemplo. El marxismo y el izquierdismo tienen más de 60 años de promoción en el país. No han calado políticamente, y cuando han tenido éxito otros han sido los que lo han aprovechado electoralmente. El Partido de la Liberación Dominicana nació en 1973 negando las elecciones como forma de alcanzar el poder. Las elecciones eran “mataderos electorales”, decía Juan Bosch, luego de decir que la historia había cerrado al PRD, fuerza política nacida en 1939, en Cuba.

La izquierda le dio la bienvenida a Juan Bosch en esa negación de las elecciones, pero el PLD rápidamente se inclinó por la participación electoral, luego de que José Francisco Peña Gómez y el PRD le demostraran que era posible salir de Joaquín Balaguer mediante elecciones, en alianza con los liberales de Washington y los socialdemócratas europeos. La izquierda siguió con la misma posición de negar los procesos electorales y el PLD gobernó durante 20 años, pese a que nació negándolas.

La posición electoral de mayor nivel alcanzada por la izquierda fue la senaduría de Barahona, con José González Espinosa, en alianza con el PRD y Peña Gómez. Luz Eneida Mejía, del Frente Amplio, alcanzó una diputación por San Cristóbal, en alianza con el PRD. Luego han llegado al Congreso dirigentes como Rafael -Fafa- Taveras (PRD), Fidelio Despradel (Alianza País), Fidel Santana (Frente Amplio), y algunos más. No han sido la diferencia en su ejercicio en el Congreso. O no aprendieron las lecciones escritas por Lenin sobre los izquierdistas en el parlamento burgués. Alianza País y Frente Amplia están sufriendo desprendimientos en estos momentos.

Lo peor es que la izquierda nunca ha podido unirse en la República Dominicana. Personalismos, jefismos, prepotencia, autoritarismo y otras debilidades del izquierdismo han sido las causas. Nacen y siguen naciendo grupúsculos. Y cuando se habla de unidad lo hacen de la boca para afuera. Dicen que sí, pero en su real sentimiento no está presente la vocación de alianza, porque lo entienden oportunismo, deseos de llegar a una alcaldía o diputación del que la propone. Y jamás han tenido como objetivo llegar al poder. Esa es una utopía inalcanzable.

Si tienen ahora una oportunidad son ellos mismos los que deben dejarlo claro. Y los que deben decir con transparencia que están de acuerdo en llegar al poder mediante un proceso electoral, como los que se celebran cada 4 años en la República Dominicana. No hay otra forma de conseguirlo. Como lo hicieron Pedro Castillo en Perú y Gabriel Bodric en Chile. Gustavo Petro, ex guerrillero colombiano, tiene la posibilidad de llegar al poder si gana las elecciones del 19 de junio, en segunda vuelta.