El primer ministro provisional de Haití, Ariel Henry, ha pedido abiertamente el apoyo de la comunidad internacional para que su país retorne a la tranquilidad y al proceso democrático. ¿Cómo será posible?
Era lo que se esperaba, que el representante del gobierno haitiano hiciera este pedido. Henry ha declarado que el país está en una crisis humanitaria, y requiere con urgencia de la ayuda internacional. No resultará tan fácil como parece.
¿Qué otra cosa se podía esperar? Henry ha admitido que Haití solo no puede buscar solución a sus graves males, y que la comunidad internacional no puede negarse a esta petición que ha hecho.
La crisis humanitaria, de la que ya habla Naciones Unidas, tiene que ver con la hambruna que se proyecta en ese país, y con la reaparición del cólera, que al finalizar el 2020 había matado a más de 10 mil personas.
El Consejo de Seguridad de la ONU dedicó una sesión especial hace dos semanas a Haití. Evaluó propuestas pero no definió una hoja de ruta. La ONU insiste esta semana en que hay que actuar ya, no por la crisis política, sino por la crisis humanitaria.
Pamela A. White, ex embajadora de los Estados Unidos en Haití ofreció un estremecedor discurso la pasada semana. Habló ante la Cámara de representantes de Estados Unidos, y claró por una intervención “humanitaria”, para detener las muertes y la violencia. Conoce Haití y fue embajadora durante dos períodos, cada uno de tres años, en Puerto Príncipe. Esto dijo:
“Me duele decir esto ya que he pasado cuarenta años trabajando como diplomática en todo el mundo, pero es hora de tirar los guantes y dejar de pretender que la diplomacia “normal” funcionará en Haití. Como todo el mundo sabe a quien le importa un centavo el pueblo haitiano, Haití es un estado fallido. No hay gobierno legítimo, ni poder judicial, ni parlamento, y una fuerza policial débil incapaz de detener a las pandillas que ahora controlan el 60% de la capital. No hay posibilidad de planificar elecciones bajo la actual crisis de seguridad”.
Esta semana un grupo de trece senadores, entre ellos Elizabeth Warren, remitió una carta al presidente Joe Biden en la que le piden actuar ante el estancamiento político haitiano en busca de un acuerdo nacional que frene la crisis que en todo sentido sigue empeorando en ese país caribeño.
Aparte de advertir que "no hay más tiempo para demoras”, los senadores vinculan al actuar primer ministro con las bandas que han destruido el país, así como al anterior primer ministro Claude Joseph, y el asesinado presidente Jóvenes Moise.
Dicen que esos políticos "han estado estrechamente afiliados al partido político Tèt Kale (PHTK)", que tiene "un historial de uso de las pandillas como una herramienta de represión" y alertan que muchos haitiano creen que este lazo "ha continuado bajo el mandato del primer ministro Henry”.
Esta semana la Organización de Estados Americanos se ha pronunciado, en la primera sesión plenaria de la 52 Asamblea General del organismo, pidiendo el apoyo de los estados miembros para ayudar al restablecimiento de la seguridad y democracia en Haití. ¿Cómo sería posible eso?
Solicita ayuda para reforzar la capacidad y los medios de la Policía Nacional a fin de restablecer la seguridad en la zona metropolitana de la capital haitiana, Puerto Príncipe, y detener la expansión de las bandas armadas que aterrorizan a la población. ¿Ofrece la fórmula mágica para hacer algo? No.
Con esta brevísima descripción está claro que la comunidad internacional no debía negarse a ayudar al restablecimiento de la democracia en Haití y a detener el crimen organizado que, como amo y señor, controla la vida de esa nación vecina de la República Dominicana.
Sin embargo, no está clara la vía que se utilizará para ayudar a Haití. Joe Biden, el presidente de los Estados Unidos, no tiene claro lo que debe hacer, pese al pedido de Ariel Henry. En las actuales condiciones ningún país aportará dinero para entregar a los haitianos, o al gobierno de Henry, considerado ilegítimo e ineficaz, y hasta cierto punto responsable del cuadro que tiene Haití hoy.
Los puertos de Haití están cerrados, y en manos de las bandas de Jimmy Barbecue. Los accesos a Haití están en manos de las bandas.
¿Cómo llegaría la ayuda humanitaria a Haití, para hacer frente a la hambruna o a la epidemia de cólera? Parece risible, pero es la realidad: Los países con interés de ayudar tendrían que negociar con las bandas y con Jimmy Barbecue. ¿Tendrían que pagar peajes, como todo el que necesita moverse en Haití, los paga? Entendemos que ningún país pagará peaje a las bandas para ofrecer ayuda a los haitianos que comienzan a morir en las calles, porque no tienen hospitales, ni agua, ni combustibles.
Si Ariel Henry fuera un primer ministro responsable, y con cierta valentía, hablara claro a la comunidad internacional, y dijera lo que debía decir alguien con la responsabilidad que él no tiene: que el simulado gobierno que encabeza no funciona y no puede hacer frente a lo que creó el partido del presidente Moise, las bandas, y que pide asistencia para erradicar esas bandas.
Por lo tanto, en esas condiciones y pese al dramático momento de los haitianos, nadie se atreverá a brindarles apoyo. Henry y su maltrecho gobierno es quien debe ser sincero y honesto, y cambiar el discurso, romper con las bandas, y convertirse en estadista.
O, quizás la mejor salida para Ariel Henry, renunciar a una posición de gobierno que no ganó en unas elecciones y que se suponía transitoria, y acoger una propuesta de gobierno interino colectivo, como la del llamado grupo Montana, que contaría con mayor credibilidad interna e internacional.