El lugar común de decir que una crisis ha tocado fondo no explica la magnitud del recrudecimiento de la inseguridad y el reinado de las bandas armadas, cada día más violentas, en la República de Haití.
Las agencias de prensa indican que en la capital, Puerto Príncipe, han sido asesinadas 39 personas en los últimos días.
Apenas quedan lugares de Puerto Príncipe en los cuales se pueda estar a salvo de los enfrentamientos por el control del territorio que libran las bandas 400 Mawozo y Chen Mechan.
Además de los muertos, se reportó la desaparición, no se sabe si por secuestro, de 8 personas, y alrededor de 70 fueron heridas.
Y lo peor es que ya Haití salió por completo de la atención de las grandes potencias occidentales y de los orgnismos internacionales.
Los escenarios de las peleas de pandillas abarcan desde Croix-des-Bouquets a Cité Soleil, Bajo Delmas y Martissant, de norte a sur de la capital haitiana.
Asimismo, esta irregular guerra civil ha provocado la destrucción por incendio de 23 casas, 48 escuelas y 5 centros médicos.
De nuevo los comercios se han visto obligados a permanecer cerrados y se ha paralizado la venta de combustibles.
Además de la violencia, en estos momentos en Haití la gente sufre todo tipo de escasez y hambre.
Y lo peor es que ya Haití salió por completo de la atención de las grandes potencias occidentales (dígase EEUU, Canada y sus aliados europeos) y de los organismos internacionales y continentales, lo que incluye a la ONU y a la OEA.
Los haitianos sufren, los haitianos mueren, su país se desangra, y ya ni promesas se les hacen desde los centros de poder del mundo. Claro, Haití no está en Europa, Haití no es Ucrania.