La Cámara de Cuentas es una de las antiguas instituciones del Estado Dominicano. Nació con la República en 1844, y con bastante frecuencia ha sido víctima de la expoliación política a que son sometidas muchas instancias públicas, por razones espurias y por intereses particulares.
Generalmente la Cámara de Cuentas es calificada como botín, pero casi siempre al servicio de individuos en la política que carecen de solvencia ética, cuando lo que se espera de ella es que actúe como el hermano mayor, el gran hermano, el vigilante de la conducta ética con la administración de los fondos estatales.
La elección de los miembros de la Cámara de Cuentas es una tarea, cada cuatro años, que comparten los poderes legislativo y ejecutivo, y se espera de sus procesos de selección que salgan lo más granado, lo más ético y lo más eficiente en conocimiento, verticalidad y respeto a las normas y administración de los bienes públicos. Personas libres de cualquier duda, con sobrada calidad profesional, ética, moral y de conciencia política sobre el rol que le toca jugar en el desempeño de sus funciones.
En estos días la comisión de la Cámara de Diputados que trabaja con los exámenes de los interesados, ha entrevistado y concluido el trabajo de entrevistas de 234 postulantes, de los cuales 194 fueron cuestionados y analizados. De los inscritos 16 no se presentaron, cuatro renunciaron y 20 fueron rechazados.
A partir de ahora esta comisión trabajará en los análisis de las presentaciones, verificación de sus hojas de formación y servicios, y comprobación de si tienen vínculos políticos o no. Entendemos que la política no debe ser un criterio que afecte la elección de los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas.
Una cosa sí debe quedar clara: Que esta elección de los miembros de la Cámara de Cuentas sea una oportunidad para dar un salto cualitativo, moral y ético, y que quienes resulten seleccionados para que el Senado los valide y el Poder Ejecutivo los promulgue, sean personas de altísima solvencia, calificación profesional, y condiciones éticas, sin que las vinculaciones partidarias se conviertan en un hormiguero que destruyan las posibilidades de gente con calidad y capacidad de servicios.
Un aspecto relevante, tanto para los diputados, senadores y Poder Ejecutivo, que son los que intervienen en la elección: Hay que evitar el cabildeo tanto como sea posible, pues los que se sienten con la calificación, la solidez y la capacidad y responsabilidad para hacer su trabajo, no son necesariamente los que mueven la cola para resaltar sus filiaciones partidarias, ni sus fidelidades electorales. Necesitamos de una vez, en esta gestión, una elección que parta las aguas en materia de responsabilidad en compromiso, transparencia y adecuación a los roles que corresponden a un organismo como la Cámara de Cuentas de la República Dominicana.
Ojalá que el período navideño no represente una flexibilización de la regla de elección rigurosa, y esa normativa se transforme en flexible, para un asunto de tanta trascendencia para el devenir institucional del país en los próximos años.