El papa Francisco ha tenido que pedir perdón, por haber utilizado una palabra homofóbica en su diálogo con los obispos de la conferencia episcopal de Italia. ¿Cuáles habrán sido los obispos que revelaron a los medios las palabras privadas del papa Francisco?

Es un acontecimiento extraordinario, que refleja la gran distancia que hay entre el papa de hoy, que antes se consideraba infalible y mandaba a miles de personas a la hoguera, y el pontífice de este siglo XXI, que al referirse a los homosexuales dentro de los seminarios ha dicho que los hay en abundancia y que no hacen falta más.

A los homosexuales la Iglesia del pasado los pasaba por la tortura y por sacrificios humanos que hoy aterrarían a cualquier ciudadano, por más alejado que se encuentre de los asuntos históricos y eclesiales.

La llamada Santa Inquisición lanzada en el siglo XIII utilizaba cientos de instrumentos de tortura para conseguir las confesiones de homosexuales y supuestas brujas, que eran considerados enemigos de la Iglesia. Entre esa “multitud de instrumentos de tortura capaces de arrancar una confesión a homosexuales, presuntas brujas o blasfemos, destacaban algunos tan crueles como el potro (ideado para estirar los miembros de la víctima) o el castigo del agua (el cual creaba una severa sensación de ahogamiento en el reo)”. Otros eran sepultados vivos en cajas con herrajes punzantes.

El autor Roger-Luc Chayer,  en un ensayo publicado en 2017 sostiene lo siguiente: Es importante señalar que el periodo de estas torturas y asesinatos contra homosexuales por parte de la iglesia Católica se extendió desde el siglo V hasta el siglo XVIII, por lo que durante cientos de años los católicos masacraron y asesinaron a miles o millones de personas homosexuales. Lo cual nos debe recordar que está prohibido OLVIDAR.

A pesar que en la actualidad la Iglesia Católica no emplea estos castigos (al menos no de forma pública) es importante no olvidar el pasado, ya que éste, evidencia hasta dónde el ser humano es capaz de llegar por mantener un orden dogmático y político mediante los cuales perpetúan el poder sobre los seres humanos. Tampoco dudaría que en la actualidad existan países e iglesias católicas en las cuales aún se castigue de diferentes maneras la homosexualidad”.

El comunicado dado a conocer por el Vaticano, indica que el papa Francisco "nunca tuvo la intención de ofender o expresarse en términos homofóbos, y pide disculpas a quienes se sintieron ofendidos", tras la polémica creada después de que el pontífice afirmase en una reunión con obispos que "ya había mucho 'mariconeo' en los seminarios”.

Francisco como sumo pontífice ha demostrado humildad y admitido que se equivocó al utilizar un término despectivo y denigrante contra los homosexuales. El papa es consciente de que en la Iglesia, en los seminarios católicos, en las congregaciones religiosas, en las diócesis, en las parroquias y hasta en el mismo centro del poder eclesial en Roma, hay homosexuales, y su criterio es que se encuentran en abundancia, que son demasiados, y que habría que reducir el número. No podemos olvidar que a los ojos de la Iglesia los pecados más grandes de la humanidad continúan siendo los pecados de la alcoba, y no por ejemplo, los cometidos en el ámbito de la guerra o la política.

Eso vuelve a plantear la cuestión de la sexualidad en la Iglesia, la paradoja de los llamados “eunucos por el reino de los cielos”, dado que desde el 1139 la Iglesia impuso el celibato como obligatorio en sus clérigos. Históricamente ha sido una cuestión polémica, ética y moralmente cuestionable, pero al mismo tiempo proclamándose como centro de la familia, como rectora de las costumbres y prácticas familiares y como ejemplo para un mundo marcado por la simulación, la mentira y la falta de fe. Para esa Iglesia y sus clérigos los llamados valores morales niegan la educación sexual en las escuelas e impiden las tres causales en contextos como la República Dominicana.

El papa, con su ejemplo, ha vuelto a reconocer que la Iglesia tiene también que pedir perdón por los daños causados, y que un líder universal como él, ejemplo para cientos de millones de católicos en todo el mundo, sobre la cuestión de la homosexualidad él también comete errores. Y admite que hay muchos homosexuales en el seno de la Iglesia.

Estos temas ayudan en una reflexión actualizada, sin rencores, ni odios, ni distorsiones o manipulaciones sobre la cuestión de la sexualidad en la Iglesia.

“Muchas veces perdemos la paciencia, también yo. Pido perdón por el mal ejemplo de ayer”, señaló Francisco desde la ventana del palacio apostólico y momentos antes del rezo del ángelus.