El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas volverá a reunirse este viernes, a las 10 de la mañana, para buscar opciones ante la crisis política, social e institucional que vive la República de Haití.

Pese a la gravedad de la crisis, y la violencia en que se encuentra Haití, pocos países parecen interesados en ayudar a esa nación a salir del atolladero en que sus políticos y protagonistas lo han metido, incluyendo a los jefes de las bandas armadas que siembran el terror y se han repartido el territorio haitiano.

Muchas son las opciones que se han discutido luego de que el Consejo de Ministros de Haití solicitara el apoyo militar para enfrentar las bandas haitianas, y que esa petición se entregara a las Naciones Unidas, firmada por Ariel Henry, diciendo que no pedía cascos azules de la ONU, sino el apoyo de algún ejercito coordinado con la Policía Nacional de Haití, para poner fin a la violencia.

Los países que controlan el Consejo de Seguridad discutieron el tema, la pasada semana, y no llegaron a un acuerdo, porque Rusia y República Popular China llevan grandes diferencias con Estados Unidos, y sospechan que las propuestas norteamericanas no convienen. Todo el mundo sabe que hay trasfondo en ese rechazo, y que son otras las razones. Total, Haití importa ya a pocos países, y no hay disputas por petróleo, por gas, por oro, por tierras negras. Lo que hay es una seria preocupación por la crisis migratoria que podría generar una crisis humanitaria por hambruna o violencia desenfrenada.

Por tanto, es muy probable que la reunión del Consejo de Seguridad de este viernes no tome ninguna decisión sobre una operación militar internacional en Haití, ni individual de Estados Unidos, ni conjunta, de varios países.

Las quejas de organizaciones políticas, de la sociedad civil y de otros sectores haitianos, contra cualquier intervención militar ha funcionado y facilitado argumentos a los diplomáticos rusos y chinos.

Lo que sí podría y debía aprobar el Consejo de Seguridad, aplicable para todos los países, es un paquete de sanciones para los líderes de las bandas y los políticos que se han aliado a las bandas violentas que controlan el territorio haitiano, para que no puedan tener ningún tipo de actividad financiera en el sistema internacional, para que los cabecillas de las bandas y sus aliados tampoco puedan viajar fuera de Haití, para que la comunidad internacional confisque sus bienes fuera del territorio haitiano. No hay otra opción. 

Si esa fuera la decisión que se adoptara, la República Dominicana debe quedar satisfecha, porque en parte se han cumplido sus expectativas, y porque de este modo habrá un control -posiblemente más lentamente- de las pandillas que mediante una operación militar abierta, capitaneada por los Estados Unidos, como pudo esperarse en una gran parte de la comunidad internacional.

Son muchos los políticos oportunistas e irresponsables de Haití que han aprovechado el desorden para aliarse con las bandas y sus jefes y tratar de sacar provecho del desorden en que se encuentra el pueblo haitiano, prácticamente sin gobierno.

Incluso los hay, políticos, que ofrecen entrevistas como si fueran líderes independientes, y en realidad ocultan sus estrechas relaciones con las bandas, y se intentan fichar como nacionalistas, cuando en realidad son traidores ante su pueblo, por el daño que han infringido a la democracia que se trataba de construir desde la caída de la dictadura de Duvalier.

Esperemos con esperanza que haya decisiones sabias en el Consejo de Seguridad de la ONU, que se reúne este viernes a las 10 de la mañana.