La muerte del general Salvador Lluberes Montás enluta a sus familiares directos y a sus más cercanos amigos.

Tuvo hijos, nietos, biznietos. Tuvo amigos, compañeros de armas, en toda su historia en el aparato militar dominicano, especialmente en su desempeño como jefe de la Fuerza Aérea Dominicana y como jefe de la Policía Nacional.

Fue el primer comandante del comando de fuerzas especiales, los paracaidistas, según recuerdan algunos de sus conocidos.

Su trascendencia a la vida pública no devino precisamente por una hazaña que sea digna de un militar profesional: responder positivamente a la petición de dar un escarmiento, en el peor sentido de la palabra, al periodista Orlando Martínez, en marzo de 1975. El autor de la columna Microscopio resultaba molesto, incómodo para el presidente Joaquín Balaguer, comandante en jefe de Chinino Lluberes.

Lustros después del asesinato de Orlando Martínez, la fiscalía que encabezaba Guillermo Moreno, decidió no guardar más el expediente y decidió dar curso a la investigación y buscar a los sospechosos de haber participado en el plan y en la ejecución de la muerte del destacado periodista.

Una providencia calificativa del Cuarto Tribunal de la Instrucción del Distrito Nacional, encabezado por el entonces juez Juan Miguel Castillo Pantaleón, imputada Salvador Lluberes Montás (Chinino) como uno de los decisores del destino final del periodista Orlando Martínez.

Chinino Lluberes, como le decían al general, se negó siempre a ser interrogado. Fue incluido en el expediente porque había suficientes testimonios que lo responsabilizaban de haber formado el grupo de matones que ejecutó a Orlando Martínez la noche del 17 de marzo de 1975.

Pese a todos los testimonios que lo implicaban, Chinino se refugió temprano en Casa de Campo, alegó razones de salud para nunca comparecer ante los llamados del tribunal, y siempre mantuvo el silencio sobre el crimen. Contó con el apoyo político necesario para no ser obligado a acudir al requerimiento de la justicia.

Antes, en el año 1995 el ahora director de Acento, quien entonces trabajaba para la revista Rumbo, obtuvo el consentimiento para una entrevista con Chinino en su villa de Casa de Campo, sobre el caso Orlando Martínez. Unas horas después de haberla concedido, y antes de que el periodista partiera hacia La Romana, Chinino llamó para cancelar la entrevista y postergarla para después de la publicación de una investigación periodística en la revista Rumbo. “Yo responderé a lo que tú publiques. Sólo así será”, dijo. El trabajo periodístico fue publicado después de las elecciones de 1996, y Chinino nunca respondió.

Su silencio fue fructífero. La justicia dominicana en los hechos lo perdonó. Pese a ser sometido judicialmente, el expediente fue desglosado para separarlo a él de los demás imputados. Los imputados fueron condenados por el crimen, pero el jefe militar, quien tenía más poder para decidir y ordenar, jamás fue molestado, y falleció tranquilamente en su cama, luego de cumplir 90 años.

Chinino Lluberes será sepultado este viernes. En la intimidad familiar. Sus descendientes y sus relaciones por parentesco no tienen ninguna responsabilidad con las andanzas ni hazañas de su pariente fallecido. Orlando Martínez fue asesinado. Unos meses después su hermano Edmundo Martínez fue asesinado también. Don Mariano y doña Adriana, los padres de Orlando ya fallecieron. Muchos amigos de Orlando han fallecido. Solo queda el dolor por la tragedia de un crimen no castigado completamente. Solo queda el dolor de una justicia mostrenca. Solo queda el dolor por un influyente jefe militar perdonado sin juicio y que gozó de vivir en tranquilidad y de morir en la paz de su hogar, sin que la acción de la justicia haya puesto empeño por mostrar el rostro justo ante un ser humano inmenso como Orlando Martínez.