De insistir Nicolás Maduro con sus intenciones de retener el poder, mediante unas elecciones fraudulentas, Venezuela se verá expuesta a serias limitaciones en sus relaciones comerciales, diplomáticas y culturales con casi todos los países de la región.

El aislamiento es una de las opciones que pareciera preferir Maduro. Eso de por sí, en un mundo globalizado y cada día más ínter conectado, representa un serio riesgo de empobrecimiento y precariedad para los ciudadanos de ese país, que ya conocen la inflación en su mayor dimensión y recuerdan las serias precariedades de alimentos y otros servicios.

Lo paradójico es que Maduro, quien dice haber ganado las elecciones del mundo, se apresuró a romper relaciones diplomáticas con numerosos países de forma inmediata, incluyendo a la República Dominicana, en donde viven muchos más de 100 mil venezolanos que han migrado para alcanzar mejores niveles de vida. Aquí también hay empresarios, gente de clase media y trabajadores, además de gente muy rica venezolana que ha venido a establecerse en la República Dominicana.

Colombia refugia a la mayor cantidad de venezolanos, aparte de los Estados Unidos, con más de 2 millones de ciudadanos. En Florida y muchos otros estados de Norteamérica hay millones de ciudadanos de la patria de Simón Bolivar. En Perú hay más de un millón de venezolanos, en Ecuador casi la misma cifra, en Argentina y Chile, millones de personas han buscado refugio.

A los golpistas del chavismo y el madurismo no les importa ese número de ciudadanos que buscan refugios en otros lugares. Aparte de que reciben una gran parte de las remesas que envían esos migrantes, para alimentar a los que han quedado varados en su propia tierra, para ejecutar el fraude les han impedido votar, y les han robado su sueño de libertad y soberanía que tanto manosearon utilizando frases, pensamientos y actuaciones de sus libertadores.

¿Que les queda a los venezolanos que no han podido emigrar? La rebelión y la resistencia. Buscar los apoyos necesarios de los países del continente y de las naciones del mundo que crean en la democracia. Es un error proclamar como presidente electo a Edmundo González Urrutia, porque la experiencia de proclamar presidente alterno a Juan Guaidó, en una situación parecida terminó dividiendo a las fuerzas opositoras y debilitando el movimiento, sin reales posibilidades de gobernar.

González Urrutia es una persona adulta mayor, sin posibilidad de resistir mucho en un ambiente cargado de represión y de peligros. Asignarle una representación presidencial sin base legal, sin legitimidad por parte de la autoridad de su país, lo coloca en una situación insegura, poco viable y marcada por la incertidumbre.

Es correcto que los líderes del movimiento opositor se mantengan en sus casas y en las calles. Que organicen sus fuerzas de apoyo, que mantengan las protestas, que paralicen actividades productivas, que denuncien en el país y en el mundo las barbaridades que se siguen cometiendo contra el pueblo.

Una posibilidad es seguir reclamando elecciones limpias, organizadas por gestores independientes, bajo supervisión de actores no políticos. ¿Dónde está la academia venezolana, la sociedad civil, las iglesias, la conferencia episcopal, los medios de comunicación, las asociaciones empresariales, las organizaciones obreras, campesinas, las asociaciones profesionales?

Lo que veremos en los próximos días será un fuerte deterioro de las libertades públicas, control de los medios de comunicación, cierre de universidades y entidades críticas, mordaza para políticos, líderes empresariales y de la sociedad civil, y un fuerte control militar sobre las operaciones institucionales del país. Esto representa la profundización del hambre y el hundimiento de las escasas esperanzas de libertad de los ciudadanos. Es el peor momento para los venezolanos, y no es posible que el mundo le de la espalda. Hay que apoyar a los venezolano, presionando a Maduro y su grupo para que salga del poder.