¿Quién podía imaginar el pasado 16 de agosto mientras veíamos juntas en la televisión la transmisión de la toma de posesión del presidente Abinader, que Bernarda, sentada a mi lado, diecinueve días más tarde estaría partiendo hacia el infinito? Esa fue la última vez que la vi, llena de vida, celebrando el inicio del nuevo periodo presidencial.
No recuerdo exactamente el año que la conocí, hace mucho más de dos décadas. Fue a través de mi esposo, Juan Bolívar Díaz. La había entrevistado en su programa matutino Uno+Uno en Teleantillas y había quedado impresionado por la labor que realizaba en Madrid con los y las emigrantes a España. Quisimos invitarla a la casa para conocerla mejor. Y así fue como comenzamos a tratarla, iniciando Juan Bolívar y yo una estrecha amistad con ella y su compañero de vida, Pedro Álvarez Pastor, hasta antes de ayer, 3 de septiembre, a las 9:00 de la noche cuando su corazón dejó de latir, para impulsarla al infinito y a la inmortalidad, pues permanecerá viva mientras tengamos memoria.
Poco después de esa primera vez que nos visitó en la casa, JB y yo viajamos a Madrid a principios del otoño, como hicimos tantas veces. Una vez llegamos la contactamos e inmediatamente Pedro y ella se pusieron a la orden y se convirtieron en nuestros edecanes. Nos llevaron a visitar la sede de la ONG que fundaron, Voluntariado de Madres Dominicanas (VOMADE), desde donde impartían cursos vocacionales dirigidos a los inmigrantes, ofreciéndoles también asistencia legal para que tramitaran su residencia, o sirviéndoles a través de la bolsa de trabajo, vía mediante la cual colocaron en trabajos legales a miles de personas, especialmente a las dominicanas en trabajos domésticos que previamente habían sido entrenadas, entre otras cosas, en los usos y costumbres españolas. Gracias a sus vínculos con el PSOE, del cual ambos fueron dirigentes, VOMADE fue instrumental para lograr que se aprobaran las leyes de migración en la década de los años 90.
Algo sorprendente ocurrió en esa primera visita a Madrid cuando la contactamos. Pensando en voz alta, mientras veía algunos artículos en El Corte Inglés, dije: "Esto se parece a Pia". A lo que Bernarda respondió "¿Cuál Pia? Yo conozco una Pia, Pia Michelén". Para su asombro, le respondí, "esa misma, esa es mi hija". Pedro había sido designado por el PSOE para recibir a mi ex esposo, José Michelén, cuando en el 1986 huyó por la persecución política desatada contra él, radicándose en Madrid, donde más tarde viajaron mis tres hijos Michelén: José Yude, Pía, y Julio José. Pedro y Bernarda acompañaron a José y a su familia los pocos años que residieron en Madrid.
Como muestra de lo que significó en esos años para ellos, cito a continuación parte del mensaje que le envió mi hijo, Julio José, a Pedro y sus hijos al enterarse de la partida de Bernarda. "Para mí, conocer a Bernarda en 1988, cuando llegué a Madrid a los catorce años, fue una bendición. Su calidez y generosidad me hicieron sentir como en casa, y su ayuda incondicional a mi familia, especialmente a mi padre el ingeniero José Michelén, durante esos años es algo que nunca olvidaremos. Bernarda no solo nos acogió como familia en una tierra extranjera, sino que se convirtió en una amiga entrañable, siempre dispuesta a tender una mano, siempre presente cuando se necesitaba".
Y eso hizo ella también con cientos de emigrantes dominicanos y dominicanas por las que se desvivió para ayudar a legalizar su estatus migratorio en España. Por ese motivo, fueron decenas de veces que estando con ella en actos públicos de la diáspora dominicana en Madrid, se acercaban personas para saludarla con mucho cariño y agradecimiento. Además, por su simpatía y sentido del bien común, aunque militaba primero en el PRD y posteriormente en el PRM, para ella no existían barreras que le impidieran trabajar con los y las militantes de los demás partidos políticos dominicanos en aras de promover los intereses de la diáspora dominicana en España. Motivo por el cual se ganó el respeto y admiración de los dirigentes del PLD y de la Fuerza del Pueblo.
Su estrecha amistad y hermandad con los principales líderes del PRD, especialmente con José Francisco Peña Gómez, convirtieron su hogar en los Tres Olivos en lugar preferido, donde Peña se sentía con confianza de encargar con antelación a su llegada que "le guardaran un buen sancocho", hasta cuando pasó brevemente, por última vez, en su regreso de la India, ya herido de muerte.
Con Pedro, fue activista política hasta prácticamente el momento de su muerte. En Santo Domingo el mes pasado, la llamé para encontrarnos, pero andaba "juramentando miembros" en Baní con Pedro y otros dirigentes del PSOE. Aunque doctora en medicina, graduada de la UASD, su verdadera vocación fue servir al prójimo de manera desinteresada. De ahí que hoy somos tantas las personas que deploramos su partida física, aunque siempre ocupará un lugar en nuestros corazones. Vayan nuestras palabras de consuelo a Pedro, Pedro Luis y Stephanie, mientras hoy varias de sus amigas y amigos nos reunimos en Madrid para juntos recordar y celebrar la vida de esa gran mujer que fue Bernarda Jiménez Clemente. Intercambiando anécdotas y acompañándonos en el dolor, brindamos por ella, sintiendo su presencia entre nosotros. ¡Descansa en paz, querida Bernarda!