Guyana ha dado esta semana los primeros pasos para lograr la explotación conjunta con Surinam de las reservas de gas ubicadas frente a las costas de los dos países vecinos de la Comunidad del Caribe (Caricom).
El director de la petrolera de Surinam Staatsolie, Annand Jagesar, reveló que los dos países fronterizos han acordado examinar conjuntamente un concepto de desarrollo para hacer viable la explotación de ciertos depósitos de gas y que luego serán los proyectos petroleros.
Se trata de los yacimientos gasíferos de Makka y Kwaskwasi en Surinam, cerca de la frontera con Guyana, y los de Haimara y Pluma, en Guyana, que también están próximos a la frontera.
"No sucederá mañana, pero es importante que ahora tengamos la confirmación de ambas partes de que queremos trabajar juntos", dijo Jagesar, quien se reunió en Guyana con el vicepresidente Bharrat Jagdeo.
Sobre estas reuniones, el ministro de Asuntos Exteriores de Surinam, Albert Ramdin, dijo que existen posibilidades y que los dos países las abordarán junto con Staatsolie.
Ramdin explicó que la compañía petrolera estatal está ahora comprometida a intercambiar información con las autoridades de Guyana a nivel técnico y comercial para identificar cuál es el potencial conjunto.
"Esto tendrá una alta prioridad en los próximos dos o tres meses y la intención de esta conversación era acordar claramente a nivel gubernamental que esto debe ser parte de la cooperación estratégica en petróleo y gas entre Surinam y Guyana", subrayó.
Guyana se puso en contacto con Surinam después de que Staatsolie, TotalEnergies y Apache Corporation anunciaran el pasado 1 de octubre que se había tomado la decisión final de inversión para la producción de reservas de petróleo en el Bloque 58.
Staatsolie está avanzando asimismo hacia un segundo acuerdo, concretamente en el Bloque 52, donde Malaysian Petronas ha descubierto reservas de petróleo y grandes cantidades de gas natural.
Por su parte, Guyana ha vivido una revolución económica desde el descubrimiento de petróleo en sus costas en 2015, cuyas reservas ascienden a más de 11 mil millones de barriles.
Guyana ha producido 113,5 millones de barriles de petróleo durante el primer semestre de 2024 y espera superar el umbral de los 220 millones de barriles para fin de año.
Algo así producía Venezuela hasta hace poco, cuando extraía 3 millones de barriles diarios. Ello contrasta dramáticamente con la actualidad que registra una producción de solamente poco más de medio millón, fruto de ineficacia, corrupción y conflictividad político-delictiva atribuible al chavismo madurista.
Guyana crece, elimina impuestos a su población y da US$2.000 por hogar
No hay otro lugar en el planeta donde el "oro negro" haya cambiado tanto la economía de un país. Guyana se ha abrazado al petróleo.
Así se destaca en una publicación del que subraya que este país caribeño y sudamericano, que tiene una población de menos de un millón de habitantes, es el que más crece en todo el mundo, gracias al energético.
Venezuela mira de reojo a Guyana, nación a la que le reclama más de la mitad de su territorio con sus yacimientos de hidrocarburos incluido, en tanto que República Dominicana la mira de frente.
Ya el año pasado el presidente dominicano, Luis Abinader, acordó una cooperación energética que le abre las puerta para invertir en una refinería en Guyana, país del norte de Sudamérica con un mar de petróleo.
La nueva “fiebre del oro” lo llaman algunos, mientras otra parte del planeta no sabe muy bien si arquear la ceja o hacer una alabanza. Nos referimos, por supuesto, a ese boom que se está viviendo en algunos países latinoamericanos con el “oro negro”, el petróleo que está, literalmente, bañando algunas zonas y sus economías, hasta demasiado.
Mientras medio planeta parece virar por reducir sus emisiones de carbonos, hay países que exigen su pleno derecho a abrazar el crudo. Y ninguno como un país diminuto que está marcando cifras de récord.
Tanto es así que se proyecta que la nación caribeña bombeará más crudo per cápita que Arabia Saudita o Kuwait para 2027 y está en camino de superar a Venezuela como el segundo mayor productor de petróleo de América del Sur, después de Brasil.
La economía del país creció un 49,7% en el primer semestre de 2024 (el sector petrolero representó el 67%, por supuesto). El presidente Irfaan Ali elevó las estimaciones de crecimiento anual de Guyana al 42,8%.
Tienen tanta “riqueza”, que ha llegado la hora de hacer política entre los ciudadanos, es decir, de hablar de dinero e impuestos.
Un pico por familia. El gobierno acaba de anunciar una de esas medidas que se mirará con lupa: un programa que dará 2.000 dólares a cada hogar, en un esfuerzo por compartir esa creciente riqueza derivada del petróleo “y aliviar los costes de vida”.
El presidente Mohamed Irfaan Ali fue el encargado de comunicar la iniciativa que, según el mandatario, busca reducir las desigualdades económicas y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
No solo eso. El gobierno también ha eliminado más de 200 impuestos y tasas, incluyendo aquellos sobre combustible, agua y alimentos básicos, en un esfuerzo “por combatir la inflación y las presiones económicas”.
Impacto económico. El programa, que afectará a alrededor de 264.000 hogares, representa el 1.5% del PIB nacional y el 7.9% del fondo de recursos naturales del país. ¿Es esto realmente factible? Según algunos expertos, como Nicolás Suarez, economista de S&P Global Market Intelligence, aunque el plan está diseñado para mejorar el bienestar de las familias y aumentar el consumo privado, podría incrementar las presiones inflacionarias a largo plazo, ya que el aumento del gasto público podría generar un alza en los precios.
Para situarnos en perspectiva, la inflación de Guyana ha subido del 2.3% anual antes de la pandemia al 3.3% en agosto de este año, un dato que no hace más que resaltar los desafíos económicos que enfrenta el país.
Distribución de riquezas y concepto de renta universal. El pago de esos 2.000 dólares por hogar ha sido recibido positivamente por los defensores de la renta básica universal, quienes ven en la medida ciertas similitudes y un paso hacia una redistribución más equitativa de la riqueza.
Dicho esto, no es una renta básica universal en el sentido tradicional, ya que se trata de un pago único y no recurrente.
Para el experto en filosofía Karl Widerquist, estamos ante un “capital básico” o un "subsidio de participación", una medida significativa para asegurar que todos los ciudadanos se beneficien de la riqueza nacional.
A este respecto, Cleo Goodman, experto en renta básica del Instituto de Autonomía, también elogia el esfuerzo, aunque señala que un ingreso garantizado y recurrente sería una solución más completa para distribuir la riqueza recién descubierta.
Es el petróleo, amigos. La historia no se puede entender sin el hallazgo de Exxon del año 2015, cuando descubrió vastas reservas de petróleo frente a las costas de Guyana. Aquello supuso un cambio radical para el país, experimentando un crecimiento económico sin precedentes.
Comparativa. Los expertos rápidamente se han fijado en un ejemplo de administración de los recursos más o menos similar: Noruega. Allí utilizan su fondo soberano de petróleo para estabilizar su economía y generar ahorros a largo plazo.
El fondo de Noruega, que posee activos por más de 1,7 billones de dólares, es considerado uno de los más exitosos del mundo (de ahí que Noruega sea uno de los países más ricos, con un PIB per cápita de 88.000 dólares).
Al menos en sus inicios, Guyana parece estar siguiendo un camino similar, creando su propio fondo de recursos naturales en 2019 para gestionar de manera prudente las ganancias derivadas del petróleo, protegiendo su economía de la volatilidad de los precios de la energía.
El futuro y los asteriscos. Qué duda cabe, el futuro a corto plazo de la nación parece más o menos asegurado. Pero como destacan los expertos, las preocupaciones sobre la inflación y la necesidad de un enfoque más integral a largo plazo en la gestión de la riqueza persisten.
El desafío será mantener el equilibrio entre el desarrollo económico y la equidad, pero hay más. Se espera que Surinam experimente un impulso parecido tras el hallazgo de importantes reservas de petróleo en el llamado Bloque 52, y la fiebre del oro negro no se limita al Atlántico Norte: Argentina, Ecuador y Costa Rica también quieren expandir sus industrias petroleras.
Si la esperada “transición energética" acaba instalando una sobreoferta en el mercado, ¿qué pasará con todo estos enclaves y sus infraestructuras?
¿Y el planeta? Es la última de las patas por resolver, aunque seguramente no menos importante. Nos referimos a la forma en que Guyana y el resto de los países que están haciendo riquezas con el “oro negro” llegan a esos objetivos climáticos que tanto parece demandar el planeta.
Una cosa parece clara: ahora mismo es razonable poner en seria duda cualquiera de esos objetivos, al menos a corto plazo.