La compra de Twitter por parte de Elon Musk pone fin al gran culebrón empresarial del año, pero abre toda una serie de incógnitas en torno a la red social y sobre cómo será su futuro en manos del hombre más rico del mundo.

Libertad de expresión

Musk ha dicho desde el primer momento que uno de sus objetivos es ampliar la libertad de expresión en Twitter, que considera coartada por las políticas de moderación de contenidos de la red social. Ahora está por ver hasta dónde llegará.

El empresario de origen sudafricano se declara un "absolutista de la libertad de expresión", pero esta semana ya ha tratado de tranquilizar a los anunciantes avisando de que Twitter "no puede convertirse en un infierno" en el que todo vale y donde "puede decirse cualquier cosa sin consecuencias".

La plataforma, aseguró en un mensaje, debe convertirse "en un lugar cálido y acogedor para todos, donde cada uno puede elegir su experiencia deseada según sus preferencias" y donde se respeten "las leyes".

Mientras que en Estados Unidos hay una concepción más maximalista de la libertad de expresión, en otras regiones como en Europa existen más restricciones y desde Bruselas ya se advierte a Musk que el pájaro azul "volará" allí según las normas comunitarias.

Por lo pronto, se espera que la nueva Twitter vaya a una moderación de contenidos mucho menor, dando marcha atrás a las medidas que ha puesto en marcha en los últimos años para, por ejemplo, actuar contra quienes difunden noticias falsas o promueven discursos de odio.

La vuelta de los vetados

Ello llevará casi con toda seguridad a que se levanten los vetos impuestos a algunas figuras que han usado la plataforma para distribuir falsedades o incitar a sus seguidos a la violencia.

El caso por excelencia es el del expresidente estadounidense Donald Trump, expulsado de Twitter tras el asalto al Capitolio protagonizado por sus partidarios en 2021.

Musk ha dicho que es partidario de levantar el veto a Trump, que siempre vio como un "error", y el líder republicano dio este viernes la bienvenida al nuevo propietario de la red social.

Hasta ahora, Trump ha asegurado que no volverá a Twitter y que continuará en su nuevo hogar digital, Truth Social, un negocio que controla él mismo y cuyo principal atractivo es su propia presencia.

Sin embargo, la tentación de regresar a Twitter será fuerte para Trump, que usó como pocos ese altavoz para ganar influencia y lograr llegar a la Casa Blanca.

Usuarios de pago

La posibilidad de que las nuevas políticas de moderación conviertan a Twitter en un "salvaje oeste" amenaza con espantar anunciantes, que ahora mismo son la principal fuente de ingresos de la empresa.

Musk, sin embargo, ya ha dejado claro que quieren que su Twitter dependa menos de la publicidad y para ello planea aumentar el número de personas que pagan por usar la plataforma.

Hasta ahora Twitter Blue, el servicio de pago que ofrece la empresa, no ha tenido mucho éxito, pero el jefe de Tesla ha dicho en conversaciones con inversores que ve posible lograr millones de suscriptores que abonarían cuotas para acceder a ciertas funciones.

App para todo

La idea de Musk es que, a largo plazo, Twitter se convierta en una app con muchísimas más funciones o que sirva de base para ese producto.

"Comprar Twitter es un acelerador para la creación de X, la app para todo", aseguró este mes el empresario, que ha apuntado como inspiración a la china WeChat, una aplicación propiedad del gigante Tencent que nació como un servicio de mensajería y que se ha ampliado hasta convertirse en básica para muchas tareas esenciales en el país asiático.

Una de las funciones estrella de WeChat es servir para hacer pagos y en los círculos tecnológicos se da por hecho que Musk buscará hacer lo mismo con Twitter.

El que ahora se autoproclama "jefe tuitero", de hecho, tiene mucha experiencia en ese ámbito y le debe el despegue de su carrera: Musk fue cofundador de X.com, un servicio de pagos digitales que luego se fusionó con PayPal y que, con la compra de esta empresa por parte de eBay en 2002, llenó los bolsillos del empresario.

Los empleados

Entre los más preocupados por la venta de Twitter están los empleados de la compañía, pues Musk llega con la idea de hacer una limpia. Según varios medios financieros, tendría planes de deshacerse del 75 % de la plantilla, que actualmente asciende a unas 7.500 personas, hasta dejarla en unos 2.000 trabajadores.

Por lo pronto, las primeras víctimas han sido los principales ejecutivos de la firma, incluido el consejero delegado, Parag Agrawal, que eso sí, se irán en principio con indemnizaciones multimillonarias. En estos primeros compases de su nueva era, la red del pajarito está descabezada.

Mario Villar