Hace algunos meses en un artículo titulado "China vs la OPEP: ¿Quién tiene la sartén por el mango?" señalábamos que Arabia Saudita cometía un error al cambiar su postura en relación con su política energética al acercarse al bloque "anti-occidente" conformado por China y Rusia. En ese momento dijimos que la creciente demanda de China desafiaba indirectamente la posición dominante de la OPEP en el mercado global de petróleo y gas, y que Rusia estaba reemplazando a Arabia Saudita como el principal proveedor del oro negro de China.
En la situación señalada más arriba por igual se encuentra la India, donde Rusia también ha desplazado a Arabia Saudita como su principal importador, incrementando las importaciones hacia la India en 33 veces en comparación con el año pasado para esta misma fecha.
Ese cambio drástico en la recomposición del mercado energético se debe a una razón sencilla: que tanto la India como China, aprovechando su poder adquisitivo, han obviado las restricciones impuestas por el embargo a Rusia y han aprovechado el descuento en el precio del hidrocarburo Ural en comparación con el WTI y el BRENT, que es de un 27% y un 30 % respectivamente, debido a las limitaciones impuestas al mercado ruso.
Lo señalado anteriormente plantea un gran dilema para Arabia Saudita, pues según fuentes oficiales, el precio presupuestado por éste para el 2023 es de US$80. por barril, pero sucede que actualmente, al cierre del viernes, se ha mantenido US$8. por debajo de ese precio. Ahora bien, con la reunión programada con la OPEP para este fin de semana, se ha mantenido un gran hermetismo, incluso prohibiendo la ya tradicional presencia de medios de comunicación como WSJ, Reuters y Bloomberg News.
Arabia Saudita se encuentra ante un gran dilema: si reducir la producción de manera unilateral para intentar impulsar los precios por encima de los US$80 por barril o seguir perdiendo participación en los mercados.
Es de observar que la gran ironía de todo esto, según reporta Bloomberg News, es que la disminución de más del 25% en los precios del petróleo desde hace un año, se debe más que a una disminución de la demanda, más bien corresponde una robusta demanda liderada paradójicamente por países miembros de la OPEP+ como Irán y Rusia.
De lo anterior señalado podemos afirmar que, ante las sanciones, la realidad es que el mercado negro del petróleo ha experimentado un "boom", aprovechando los precios con descuento, debido a las sanciones, y posteriormente se recicla como lo que se conoce popularmente como "White label, y que se revende en el mercado como de otra procedencia.
Ese "reciclaje" en el mercado negro del petróleo ha incentivado el aumento de la producción, tanto en Irán como en Rusia. En el caso particular de Rusia, exporta actualmente alrededor de un 10% más en comparación con el cierre de mayo del año 2022, mientras que Irán ha aumentado su producción en más de del 50% en comparación con el 2020, alcanzando su nivel más alto en los últimos 4 años.
Es de señalar que, ante esa desenfrenada producción, en contraste con los acuerdos entre los miembros de la OPEC+, Arabia Saudita se encuentra ante un gran dilema: si reducir la producción de manera unilateral para intentar impulsar los precios por encima de los US$80 por barril o seguir perdiendo participación en los mercados.
Ese gran dilema para para Arabia Saudita se desprende de una verdad que aprendimos desde temprana edad en la industria energética: los miembros del cartel, a pesar de establecer una posición conjunta, actúan cada uno en función de sus propios intereses y su sentido de supervivencia. Es evidente que en un mercado tan dinámico y complejo como el del petróleo, las alianzas y las decisiones estratégicas pueden cambiar rápidamente en respuesta a las condiciones cambiantes y a los incentivos individuales de cada país productor.
Esa realidad pone de manifiesto la naturaleza competitiva, como también a menudo impredecible del mercado energético a nivel global, donde las decisiones de una nación pueden tener un impacto significativo en la balanza de poder y en los precios del oro negro; una lección que Arabia Saudita no termina por aprender.