Rosalía De Castro (1837-1885) inmortal de las letras gallegas y españolas, nació en Santiago de Compostela, España en 1837 – Padrón, id., 1885) es una figura emblemática que en su honor se han designado diversos monumentos, calles y una Casa Museo.

Poeta, novelista, que escribió en gallego y castellano desde los doce años. Grande del siglo XIX, junto a Gustavo Adolfo Bécquer está considerada como precursora de la poesía española moderna.

 Su madre María Teresa de la Cruz Castro y Abadía (1804-1862), era de la nobleza y su padre sacerdote José Martínez Viojo (1798-1871), vino al mundo en una casa abandonada y fue declarada como hija de padres incógnitos, bajo la custodia de su tía paterna Teresa Martínez Viojo en la aldea de Castro de Ortoño, perteneciente al municipio coruñés de Ames, fue reconocida a los 10 años, estigma que le marcó toda su existencia ser “hija de una soltera” “hija natural”, era una niña muy tímida, huidiza, le hizo derramar muchas lágrimas y un sentimiento de vergüenza en su adolescencia tuvo crisis cuando supo que era hija ilegítima de un sacerdote, además siempre tuvo salud muy delicada.

El castellano era la lengua de la cultura, del poder, de la clase minoritaria dominante, escribir en lengua gallega significaba condenarlos al olvido, incluso estaba prohibido hablar en gallego en el Centro Gallego, era una lengua desprestigiada y menospreciada, sin embargo, Rosalía de Castro escribe en gallego sus Cantares gallegos (1863), son un canto a su Galicia rural, donde recuerda y denuncia las condiciones de explotación de los campesinos por parte de Castilla y reclama justicia social.

Su lenguaje es sencillo, tanto en lo semántico como en lo sintáctico.

Cando van, van como rosas;

Cando vén, vén como negros

se refiere a los campesinos que regresaban con la piel negra, debido al exceso de trabajo al sol, en sus versos se expresa el lamento hacia los gallegos que parten a Castilla, que son vejados y regresan igual de pobres de cuando se fueron, además con un aspecto bastante más demacrado a causa de los trabajos físicos que realizaron durante su estancia.

Les reclama:

Castellanos de Castilla,

Tratade ben ós gallegos;

https://www.youtube.com/watch?v=__kozFZpOk8.

https://www.youtube.com/watch?v=gdnVZE5I8Os.

Negra sombra es un poema que representa a todos los gallegos.

La flor, es su primer libro se publicó en Madrid en 1857 recibe elogiosas críticas de parte de Manuel Martínez Murguía, crítico destacado del Renacimiento gallego, con quien Rosalía de Castro contrajo matrimonio al año siguiente, él la animaba a escribir, esa fue una gran suerte para ella en ese entonces no era tan fácil que las mujeres publicaran, en España, una autora necesitaba el permiso del marido para publicar, comprar una casa o conseguir un pasaporte.

Vivió en medio de constantes penurias económicas, dedicada a su hogar y a sus hijos; la muerte de su madre y la de uno de sus hijos fueron dos duros golpes para ella.

Tuvo siete hijos, a los 7 meses de casada nació Alejandra el 12 de mayo de 1859, Aura en diciembre 1868, los mellizos Gala y Ovidio, en julio de 1871, Amara en julio 1873, Adriano Honorato marzo de 1875 y murió en noviembre de 1876 murió de un año y ocho meses a causa de una caída, Valentina en febrero de 1877 nació muerta.

Negra sombra representa a todos los gallegos

Negra sombra

Cuando creo que te fuiste

Sombra negra que me sorprende

Negra Sombra que me asombras,

Al pie de mis cabezas

Te burlas de mí otra vez.

Cuando creo que te has ido

En el mismo sol que me muestras

Y tú eres la estrella brillante

Y tú eres el viento que sopla.

Si cantan, eres tú quien canta;

Si cantan es a ti que cantas;

Si lloran, eres tú quien llora,

Soy la canica del río

Y es de noche y es de amanecer.

En todo lo que eres y eres todo,

Para mí y en mí mismo vives,

Nunca me dejaras

Sombra que siempre me sorprende.

En el 1869 o 1870 se produjo el encuentro con Bécquer, Rosalía era hipersensible y pesimista.

En 1863 escribe el libro de poemas A mi madre.

– I – 

¡Cuán tristes pasan los días!…

¡cuán breves… cuán largos son!…

Cómo van unos despacio,

y otros con paso veloz…

Mas siempre cual vaga sombra

atropellándose en pos,

ninguno de cuantos fueron,

un débil rastro dejó.

¡Cuán negras las nubes pasan,

cuán turbio se ha vuelto el sol!

¡Era un tiempo tan hermoso!…

Mas ese tiempo pasó.

Hoy, como pálida luna

ni da vida ni calor,

ni presta aliento a las flores,

ni alegría al corazón.

¡Cuán triste se ha vuelto el mundo!

¡Ah!, por do quiera que voy

sólo amarguras contemplo,

que infunden negro pavor,

sólo llantos y gemidos

que no encuentran compasión…

¡Qué triste se ha vuelto el mundo!

¡Qué triste le encuentro yo!…  

Novela con Ruinas (1866), historia de tres mujeres ejemplares y desdichadas en el seno de un ambiente moderno que perciben como ajeno. Un año después se publicó su obra narrativa más conseguida, El caballero de las botas azules (1867), novela misteriosa y fantástica que conecta con lo mejor de su labor lírica.

Las Follas Novas, en 1880 su segundo libro en gallego, esta es una expresión angustiada e intimista sobre la muerte y la soledad del ser humano.

Cierran su producción literaria la novela El primer loco (1881) y el poemario en lengua castellana En las orillas del Sar (1885); este último continúa la línea de meditación metafísica iniciada con Follas novas, si bien acentuando esta vez el sentimiento religioso.

Nos quedamos con el sabor delicioso de los versos que dedicara a la naturaleza:

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
-Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

-Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrazan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos.