"El ojo ve sólo lo que la mente está preparada para comprender."- Henri Louis Bergson.
En el mes de febrero de este año escribí para publicar en esta columna un trabajo titulado: “Gran Bwa: El misterio que vive en la ceiba”, fue un artículo que como otros de los escribo, recibió mucha valoración en los lectores de este medio, así como en los seguidores de mis redes sociales, plataformas desde donde comparto estos trabajos.
Con la misma característica de ese artículo en cuestión, he querido compartir algunas ideas sobre Los Simbi, vinculado fundamentalmente al panteón del vudú haitiano, pero conocido y venerados por sus devotos en el vudú dominicano, o en lo que ya se llama vudú dominicohaitiano, encontramos su culto también en otras religiones afro de las tantas que tenemos en Caribe.
En el caso de la mirada dominicana, en la 21 División, si hablamos de luases vinculados al agua, todos sabemos, que es el punto indio o la división india, de la que forman parte inclusos hombres y mujeres que vivieron y la cosmovisión de los creyentes lo asumen como ancestros y ancestros, esos que lucharon y entregaron sus vidas por una causa, y hoy siguen vivo desde lo espiritual y el pueblo lo asume en los altares, aunque para la iglesia católica y su calendario litúrgico no signifique nada. De eso también se trata el misterio que existe en lo que conocemos como sincretismo y Religiosidad Popular o como le llama el destacado intelectual dominicano, mi querido profesor Carlos Andújar en una de sus obras: “Encuentro y desencuentro de la cultura dominicana”.
Encuentro dedicado al estudio del vudú desde la academia
El martes pasado participe invitado por un amigo sociólogo, investigador y académico en una universidad de New York, a un evento dedicado a la puesta en valor del Vudú, desde la mirada de la academia, en el mismo el disertante, un académico haitiano de la universidad de Lille en Francia, presentaba sus miradas sobre el panteón del vudú haitiano y su incidencia en el Caribe, sobre todo en el caso de Cuba en la ciudad de Santiago, donde históricamente ha existido una población amplia de la diáspora haitiana, con generaciones que han nacido en Cuba, de las que conozco y tengo grandes amigos jóvenes académicos, biznietos de haitianos.
Para llevarlo al contexto nuestro, es lo misma historia que ocurre con Republica Dominicana y los dominicanos nacidos en el país descendientes de haitianos o lo que ocurre en Estados Unidos, donde me encuentro viviendo en la actualidad, son miles y miles los nacidos hijos de dominicanos.
El profesor Baptiste, en el conversatorio, se refirió al tema de los Simbi en el vudu y plateaba: “El vudú, una práctica espiritual y cultural que ha intrigado durante mucho tiempo a personas de todo el mundo, es una mezcla fascinante de creencias y tradiciones africanas, nativas americanas y europeas. Es una rica tela tejida a partir de las creencias y experiencias de personas esclavizadas traídas al Caribe y las Américas, y ha sido moldeada y evolucionada durante siglos para convertirse en lo que es hoy en día”.
Citando la clásica obra: “Voodoo” del antropólogo Alfred Métraux, el profesor Baptiste, expresaba: “En el corazón del vudú se encuentran los símbolos conocidos como vèvè. Son cosmogramas de dibujos intrincados hechos con harina de maíz, café o harina, y sirven como la representación visual de los espíritus y deidades honrados en el vudú. Cada vèvè corresponde a un espíritu específico, y su invocación implica dibujar el símbolo correspondiente en el suelo. Esto es a menudo realizado por un iniciado que ha aprendido la técnica y es una parte esencial de los rituales y ceremonias del vudú. Destacando el académico el vèvè que representa Simbi y sus carasteristicas desde la estética”.
Fue un espacio de aprendizaje muy valioso y el que valoro, ya que en lo particular me encanta ampliar y conocer otras miradas de estas temáticas a las que dedico tiempo en mis investigaciones. Por esa razón comparto estas ideas que particularmente tenía en agenda publicar unos de estos domingos.
Los guardianes espirituales de las fuentes de agua
De los misterios que viven las ceibas, ahora pasamos a los espíritus Simbi, los son guardianes de las fuentes de agua, ríos y manantiales. Dicen los conocedores del tema, que además son espíritus de curación, que pueden otorgar el don de la clarividencia a sus seguidores. En el caso de la isla, los vuduistas, consideran que, en los ríos, cascadas, lagos y largas costas de la isla, este espíritu ocupa un lugar significativo, que cuida da sustento a los dos países y sus ciudadanos haitianos y dominicanos, especialmente en las ciudades costeras donde la pesca es la principal fuente de ingresos y alimento.
León Daviñac en su obra: “El libro secreto del vudú”, 2007, sobre Simbi, refiere: “Para los dueños de barcos, los comerciantes que viajan por mar y los pescadores aspirantes, Simbi es de gran importancia. Algunos incluso realizan una ceremonia antes de embarcarse en un viaje y ese ritual no solo se practica en Haití, es un ritual milenario que se origina en loso pueblos africanos”.
Otras características de los Simbis
Anperè Bayi, un sacerdote houngan del vudú radicado en Luisiana Estados Unidos, en la actividad que estuve, compartió sus consideraciones sobre el tema, desde la mirada del servidor o portador y planteaba que, los miembros más conocidos de la familia de Simbis están vinculados al ciclo del agua, y bajo esta relación los Simbis han pasado a ser Loas muy conocidos y venerados en el vudú no solo de Haití, sino de otros pueblos afrodescendientes del mundo.
Otra de las características que me llaman la atención y que he podido ver en mis investigaciones de observación participante, es que aunque la imagen de Mami Wata la utilizan para describir este espíritu, la mayoría de los Simbis se les considera que son varones, viviendo en los ríos, lagos y manantiales (agua dulce); así en la tradición del Vudú el Simbi (Simba o Simbe) es el nombre genérico de los guardianes de las fuentes, manantiales, ríos y los pantanos; siendo seres elementales que no pueden soportar estar lejos del agua.
El houngan Bayi seguía describiendo a los simbis y decía, que son loas de mucho conocimiento, porque pasan mucho tiempo aprendiendo acerca de la naturaleza de las enfermedades de origen sobrenatural y la forma de tratarlas.
En otro trabajo monográfico encontramos, que los Simbis son puestos como parte del ejército del dios Ogoun, que pone a Simbi Andezo (Simbi de las dos Aguas, que disfruta del agua dulce y la salada) como el jefe de la guardia costera, pudiendo así Simbi Andezo ir a donde le plazca, y bajo este aspecto se le conoce como el dios serpiente que habita en los deltas, donde los ríos se juntan con el mar. Simbi Andezo es el Loa de la costa y uno de los miembros respetados de la familia Petro y pertenece también a la familia Rada a causa de su naturaleza. Cuando sus devotos son descuidados en sus ofrendas, suele ser roído por el hambre y tiende a ser cruel (justificando así las muertes por ahogamiento en las playas).
Además, encontramos a Simbi Dlo (Simbi d’l’eau = Simbi del Agua) por otra parte rige en las aguas dulces que fluyen por los ríos y manantiales. Los niños que van a buscar agua en los manantiales corren siempre riesgos, especialmente si son de piel clara, de ser secuestrados por el señor del manantial, que los lleva a trabajar para él en su reino bajo el agua durante unos años, a cambio les
regala con el don de la clarividencia para los problemas y sus creyentes llevan rituales llevan a los manantiales desde donde son despachados.
Mami Wata la diosa africana del agua
Drewal, Henry J. Drewall en su obra: "Sacred Waters: Arts for Mami Wata and other divinities in Africa and the diaspora" (2008), publica por Indiana University, refiere: Mami Wata es una divinidad del agua de la religión vudú y vudú haitiana, adorada en África Occidental, África Central y del Sur, El Caribe y partes de América del Norte y América del Sur. También es conocida como Santa Marta la dominadora. En el vudú haitiano, Mami Wata es llamada también La Sirene y es la esposa de Agwé. Posee una belleza inhumana, pelo largo no natural y una tez más clara de lo normal. Existe una asociación de Mami Wata con la promiscuidad sexual y la lujuria, paradójicamente vinculada a la fidelidad. Según una tradición nigeriana, los hombres adeptos pueden encontrarse con Mami Wata en forma de una bella prostituta. Después del acto sexual, ella le pide fidelidad y secreto. Si acepta, le concede fortuna y salud, de lo contrario, la ruina cae sobre su familia, sus finanzas y su trabajo.
Otros de los autores encontrados que ha trabajado el tema es Ogboro-Cole, Oluwgbemiga con la obra: "Mami Wata- Short Stories in Nigerian Pidgin English" (2009), planteando sobre Mami Wata: "Aunque se le suele representar con un espejo en la mano, Mami Wata es capaz de encarnar representaciones rituales y ceremonias de culto para los africanos a través de este instrumento. Su espejo representa un movimiento a través del presente y el futuro; sus devotos son capaces de crear su propia realidad imaginándose a sí mismos en su propia recreación del mundo de Mami Wata. En este mundo, uno puede encarnar sus poderes sagrados, realizando las invenciones de su propia realidad".
El agua, desde lo místico, sagrado y espiritual
Si estudiamos el agua desde las diversas miradas, nos encontramos, que el agua posee diversos tipos de valor: biológico, como fundamento de vida; social, por ser un bien que exige control social, simbólico y espiritual, por ser considerado un elemento vital y sagrado en las diversas culturas y paisajístico y turístico, por su belleza; política y de poder de acuerdo al manejo y al control que se ejerza sobre ella; poética y artística, que se refleja en las canciones y poesías; de salud, por ser fundamental para la vida y por ello mismo no debe ser contaminada; ecológica, ya que todas las formas de vida tiene derecho a ella.
El padre Alfredo Ferro Medina, S.J. es un estudioso del tema, ha publicado varios trabajos sobre el agua desde la perspectiva de la fe y lo sagrado, estableciendo en un artículo publicado en la edición 28 de la revista Semillas: "El agua posee un fuerte simbolismo y una dimensión sagrada en las culturas desde varias dimensiones y significados de la vida humana. En todas las religiones y tradiciones espirituales, el agua tiene un rico significado que sobrepasa su realidad material. El agua simboliza fundamentalmente la vida. En la mayoría de los mitos de la creación del mundo, el agua representa la fuente de vida y de energía divina de la fecundidad de la tierra y de los seres vivos. Las grandes religiones y caminos espirituales expresan su encanto por las aguas a través de los ritos cósmicos, de iniciación y de purificación"
Buscando información sobre el agua desde la mirada sagrada, nos damos cuenta, que en las grandes culturas el agua tiene diversos significados. Para los egipcios el agua está estrechamente ligada a la idea de la reanimación. Para los griegos el agua tiene el doble significado de vida y muerte. En los pueblos asiáticos y africanos la tienen como parte de las divinidades; las fuentes son sagradas o veneradas y se usan como elemento purificador. Una de las diosas más conocidas en las religiones afro son las diosas Lemanja y Mami Wata, que para los creyentes son las reinas o diosas de las aguas, como expresión misma de la presencia divina.
En la mayoría de las religiones el agua como don sagrado tiene un significado de purificación, renovación, liberación, fertilidad y abundancia. El elemento agua está presente, santificando, sacralizando, interiorizando credos y culturas ancestrales. En general en las religiones, el agua es utilizada en los ritos de iniciación o de bautismo. El agua pertenece al patrimonio simbólico de todas las culturas y religiones. En todo el planeta el ser humano proyecta sobre el agua la realización de sus esperanzas y temores, la promesa de la vida y la amenaza de la muerte. El agua carga todo esto; sequías e inundaciones son señales de la dificultad de controlar el poder de agua.
Para muchos pueblos indígenas, el agua es un don de las divinidades, es morada de los espíritus; para estos pueblos, el agua es sagrada; muchas de sus tradiciones afirman en sus mitos fundantes que el ser humano fue hecho o creado del agua, o bien, salió del agua para la tierra, a fin de cuidar de la naturaleza. Otras tradiciones creen que el agua es el punto de relación entre el cielo y la tierra; lo humano y lo divino.
En el mismo cristianismo en el encuentro con otras culturas y tradiciones fue recogiendo una gran riqueza de los ritos y creencias vinculadas al agua. Los más antiguos templos cristianos contenían una fuente de agua o una piscina interna. En el santuario del templo de Jerusalén salía una fuente simbolizando la vida dada por Dios y las Iglesias eran construidas en torno al agua del bautismo y de la piedra de la tumba de los mártires sobre el cual se celebraba la cena del Señor. Para algunas de las Iglesias pentecostales, el río en que los fieles son bautizados se constituye en un verdadero templo. Así como en las religiones orientales, muchos santuarios de peregrinación cristiana y grandes movimientos de fe nacieron vinculados a las fuentes, a los ríos y a los lagos. Una relación de escucha amorosa y de convivencia armoniosa con el agua, no la vamos a encontrar en el sistema capitalista y neoliberal actual, y sí, en las grandes tradiciones religiosas y en las culturas antiguas con sus escritos y ritos.
La mística y la espiritualidad del agua tienen su motivación más profunda en la defensa de la vida; ya que no existe vida sin agua y todas las formas de vida dependen de ella. De esta forma, el agua adquiere un valor vital y sagrado: bien común, patrimonio de la humanidad y derecho de todas y todos. Nadie por lo tanto puede atribuirse el derecho de propiedad del agua, impidiendo el acceso del agua a los humanos y en general a todos los seres vivos. El agua es un gran regalo del universo, de los dioses y diosas y los espíritus que viven en ellas y le cuidan.
En su “Tratado de la historia de las religiones”, el filósofo e historiador rumano Mircea Eliade hace la siguiente observación: “Cualquiera que sea el conjunto religioso en que se presenten, la función de las aguas es siempre la misma: la de desintegrar, abolir las formas, lavar los pecados, purificando y regenerando al mismo tiempo. Su destino es preceder a la creación y reabsorberla, sin poder salir nunca de su propia modalidad, es decir, sin poder manifestarse en formas… La finalidad de las lustraciones y purificaciones rituales con aguas es actualizar en un instante “aquel tiempo”, en que tuvo lugar la creación; son una repetición simbólica del nacimiento de los mundos o del hombre nuevo”.
Otro aspecto relevante en la relación entre el agua y la religión es la existencia de numerosos rituales y plegarias para atraer a la lluvia durante periodos de sequía, ya sean tradiciones de origen religioso, pagano o cultural. Esto se manifiesta en el cristianismo con procesiones con imágenes de santos y oraciones para la venida de la lluvia, en el hinduismo con rituales al dios Indra, o en el antiguo Egipto y las religiones indígenas americanas con los rituales de la danza de la lluvia. Otro ejemplo es la oración para la venida de la lluvia en el islam, Salât Al-Istisqâ, que se realiza fuera de la mezquita a primera hora de la mañana.
De todo lo anterior se puede concluir que, sin duda alguna, la humanidad siempre ha sido consciente de la importancia del agua. En los tiempos que corren, en los que las sociedades son cada vez más conscientes de los problemas relacionados con el cambio climático, la sobrepoblación, la distribución desigual de recursos, y la cada vez mayor presencia de fenómenos meteorológicos extremos, es necesario invertir esfuerzos por parte de organizaciones, gobiernos, empresas y los ciudadanos de a pie para poder proteger este recurso imprescindible para la vida en la Tierra.
Para finalizar es importarte destacar la importancia que tiene el agua el culto y la ritualidad vinculada a San Juan Bautista, el baño del santo que se hace en las cofradías de Bani del cual hemos participado en varios años y todo lo que engloba desde la cosmovisión de los creyentes ese rito ancestral que permanece de generación en generación. Que el agua y los espíritus que viven ellas nos limpien los caminos ahora y siempre. Hasta la próxima semana.
Jonathan De Oleo Ramos en Acento.com.do