Las guerras, sin importar las diversas causantes por las que ocurren, traen consecuencias devastadoras para los bandos que se involucran. La población envejeciente y los infantes son los más vulnerables por la protección que necesitan de sus familiares. Todo lo natural o humano es funesto, los proyectos se detienen, los centros docentes tienen que dejar de laboral, la economía detiene su crecimiento, solo importa sobrevivir en medio de la destrucción, de lo que ha llevado años construir. Las personas tienen que reestructurar el oficio a que se dedicaban antes del caos, y uno de estos, es el periodismo, específicamente reportero de guerra.
Quien debe sobrevivir en medio de campos de la muerte, enfocado en informar al público que está lejos, pero que tiene interés en conocer los hechos. Para hacer esta labor, se necesita de alguna manera insensibilizarse ante los hechos, para teclear sin amilanarse. Aunque en las noches en que consiga conciliar el sueño, este sea interrumpido por una pesadilla que lo transporta al campo de batalla. En la realidad descrita se desempeñó Arturo Pérez Reverte por más de dos décadas, referentes que inciden en la narrativa que utiliza en su novela Revolución.
Estructurada en capítulos, en donde el tópico central es la revolución civil de México. En una narrativa dinámica, entretenida, tomando en consideración el entorno de los personajes para su registro lingüístico. Martín Garret, ingeniero, de nacionalidad española, es quien conduce el desarrollo de la trama y protagoniza los eventos principales, durante la contienda entre federales y maderistas. Estos últimos, eran reclutados de manera voluntaria y fortalecían sus habilidades físicas en el campo de batalla, si antes no eran alcanzados por una bala de algún militante del ejército federal.
Los maderistas o insurgentes eran el ejército que defendía los derechos del pueblo, los pobres, los desarrapados (P.72). Hombres de procedencia humilde, con poca formación académica, que se unían a las tropas de manera voluntaria, con la esperanza de conquistar los derechos de los desposeídos, los que habían sido secuestrados por los federales. De formas inapropiadas de actuar y hablar, valientes, con un registro lingüístico que delataba su lugar de procedencia, pero con una voluntad férrea y decidido a abatirse en el campo, por los ideales de su coronel Pancho Villa. Mientras, el otro bando estaba formado por los federales, quienes defendían el orden del estado, representaban el gobierno, el poder político y militar, dueños de los recursos y armamentos para permanecer en el poder, responsable de ignorar las necesidades del pueblo. Los maderistas aseguraban que actuaban en defensa de los débiles, tomando la justicia en sus manos, ahorcando al opositor que violaba los supuestos acuerdos, en ese tiempo. Mientras, los federales afirmaban que peleaban por recuperar el orden, los derechos del pueblo y la paz de la nación. Lo que lejos de traer la calma, provocaba más hostilidad en la población, en medio de la notoriedad de Emiliano Zapata y Francisco Villa.
Por su parte, la población femenina adulta, siempre vista como el sexo débil, pero solidaria, empática, que salía de sus humildes viviendas para ofrecerles agua y comida al ejército de los insurgentes, cuando se dirigía en conquista de alguna provincia. Algunas, muy aguerridas optaban por unirse a los combatientes, siempre respetando los rangos y el momento bélico que se vivía, eran acogidas sin cuestionamientos al género, bajo los mismos términos que a sus pares. Imágenes similares se evoca en el ensayo “la mujer es un misterio de Ángeles Mastretta, en el que la mujer camina junto al hombre y va cargando armas, comidas y demás enseres, pero, sobre todo, la guerra como proyecto de sus maridos, sin quejas, ni cuestionamientos, sin caballería que aligere su carga, simplemente allí, callada y sumisa, dispuesta para lo que mandara el jefe. Abatirse a tiros con el frente enemigo, hacer la tortilla, servirla, y en las noches frías, tristes, lejos del calor que produce el hogar, hacer el amor si el marido lo solicitaba, sin importar lo que ellas sintieran.
Las revoluciones desplazan a las familias más vulnerables, incrementándose de esta forma sus necesidades, por lo que en la mexicana despojaban de sus pertenencias a los abatidos, sin importar el bando. Las contiendas dejan consecuencias emocionales y físicas, mientras el mundo se le rompe en pedazos a los ciudadanos, como afirmara Martín Garret, después de regresar al hotel donde se hospedaba y rememorar escenas grotescas que jamás pensó vivir, cuando se involucró de manera accidental en la revolución de los mexicanos. En que cada bando reza a su dios para salir con vida de la contienda que enfrenta. En el que vive momentos de confusión, en los que se viola la propiedad privada, uno y otro bando se apropia de empresas privadas para poder sustentar económicamente lo costosa que resulta la guerra.
Revolución es una novela que recrea las crueldades que es capaz el hombre, devela los acuerdos ocultos, vivencias, amores y desamores que pueden ocurrir en una población envuelta en un conflicto bélico. En que un bando civil, sin los recursos bélicos enfrenta al sector militar, conduciendo los pocos sobrevivientes al paredón, bajo la mirada arrogante de un líder soberbio, enfocado únicamente en sus intereses económicos, que casi siempre subyace en la epidermis del conflicto, sin que prime la preservación de la vida de quienes han hecho suya la causa.
Minerva González Germosén en Acento.com.do