El creador como metáfora
La poesía podría ser un producto de una transducción sensorial, transmutación o transfiguración. Para los creyentes proviene de una fuente única y divina. Quizá Vicente Huidobro, en el último verso del poema “Arte poética”, publicado en el 1916, en el libro Espejos del agua, cuando dice: “El poeta es un pequeño Dios”, hizo alusión al Creador como una metáfora refiriéndose al Dios de los monoteístas. Si lo hubiera escrito con d minúscula, entonces era a cualquiera del templo de los dioses concebidos o presentes en la cosmogonía de humanos.
La familia de Vicente Huidobro era de tradición “cristiana y patriota”, como describen a su madre, doña María Luisa Fernández. Sin embargo, según aparece en la monografía: Vicente Huidobro: aproximación psicobiográfica (2003), escrita por el Dr. Arturo Roizblastt y Lucio Gutiérrez, en los antecedentes biográficos de Huidobro, refiere, en voz de su hijo Vladimir, lo siguiente: “Vicente Huidobro no creía en Dios. Un día un amigo le preguntó: ¿qué haría si en ese momento Dios se le aparecía?, a lo que Vicente contestó: ‘saco un revólver y lo mato’.”[1]
Partiendo de esta historia y dándola como verdadera, el relato de Huidobro del poeta como pequeño Dios, es solo una metáfora que asume a Dios como creador dentro del contexto cultural y religioso. Aunque no fuera creyente, no significa que negara la existencia de Dios y su facultad de Creador. (No entraremos en la explicación de lo divino en detalles para el presente caso, porque adrede y sin negarlo, hemos querido apartar esa fuente para que el ejercicio hurgue en otras posibilidades). Sería tema de análisis. Para ello existen propuestas de mucho interés que pueden sustentarlo, por ejemplo, las que están presentes en la poesía mística, mítica y la llamada trascendente.
Hemos referido que la poesía no es exclusiva de la acción humana, sino que se encuentra en otras manifestaciones de la naturaleza y el cosmos. En el Homo sapiens, a través de la lengua y el lenguaje literario, se expresa como facultad creadora. No se forjaría o se mostraría haciendo exclusión de las necesidades, pensamientos, ideas, lengua, lenguaje, sentimientos, sensaciones, sensibilidades, razones, intuiciones, facultades y capacidades.
Hay diversas experiencias contadas de aquellos que producen literatura poética. Escriben y hablan muchas veces de verdaderos actos de desgarramiento interior, de estar pasando por trances inusitados de dolor, ansiedad y desasosiego; que solo la escritura, los calma. Son autores capaces de producir poesías con lenguajes hacia la eternidad. Otros refieren la incapacidad de escribir en estados de felicidad. O sea, que para la creación poética, el sujeto-autor no tiene, necesariamente, que vivir en un estado poético o de inspiración para escribir sus obras. Y eso es muy variable, hay quienes deben entrar en un estado de trance para canalizar sus ideas y emanaciones.
Visto desde el que percibe placer por medio de la poesía escrita u oral, ¿es función desde el texto, cambiar por otros, los estados sensibles, los pensamientos, la armonía, el caos y la comprensión? Eso que está escrito o es hablado. Esa palabra o palabras portadoras de un lenguaje especial, paralizante, captado por estados sensibles de humanos, de bajísima frecuencia y amplitud, debe valerse de “algo” que lo impulse con cierta naturaleza específica. Ese algo existe. Iría desde las formas más imaginadas de energía, materia física o desconocida, proveniente de la materia oscura físico-cósmica-cerebral; cualquiera que fuera su origen, conocido, desconocido, posible y fuera de rango. Ahora me preguntará uno de mis lectores: ¿y si la poesía no existe, si es solo posibilidad?
Lo existente imaginado
Un antiguo texto hindú del siglo IX (Srimad Bhagavatam), expresa que “Toda la creación no es más que la concreción en formas de lo que ya existe”. La física cuántica plantea las posibilidades de que esto sea cierto. Nos movemos de una realidad a otra en fracción de segundo, en infinitos universos. En ese sentido, toda la realidad percibida e idealizada tendría alguna especie de relación o conexión. Lo desconocido, podría ser parte de una realidad preexistente, con posibilidad de ser configurada por la imaginación. Para ello, se utilizarían sistemas matriciales, redes inconexas, saltos cuantitativos y cualitativos neuronales. La intuición sería fragua, que dispara láseres de fuego, hasta dotar de luz la zona oscura de lo posible, realidad o existencia.
Resulta que esas chispas de la intuición no serían de la misma forma ni naturaleza, su potencial de energía o constitución, poseerían su propia identidad e independencia. Esas chispas necesitarían carros de fuego que las proyecten para hacer que estalle en luz lo auscultado. Se presentaría entonces un dilema, ¿qué le da sentido a las cosas imaginadas, las chispas intuitivas o lo existente imaginado? Apuesto a todo al mismo tiempo. Sin embargo, las chispas intuitivas, según su forma y naturaleza podrían penetrar a los hondones de lo existente imaginado y orillar la esencia del mismo, porque el reflejo esplendente de la luz de lo existente imaginado está condicionado por su propia naturaleza.
Es en ese instante que tiene sentido, el descubrimiento y la creación. O sea, lo primero que debe ser, para que se verifique el acto creativo, es el descubrimiento de lo existente imaginado. Una metáfora por más imaginaria que sea su naturaleza, existe. Obedece a sentidos de verdad, relativa o aparente, y no digo absoluta, porque tengo mis dudas razonables. Si expreso, “María tiene sus ojos verde mar”, esa metáfora —una figura literaria de carácter imaginario— guarda en sus profundidades cierto valor de verdad, la imaginación existente o un existente imaginado.
Lo existente imaginado está en el universo, en lo infinito, sin posibilidad de cálculo alguno por las ciencias hasta ahora conocidas.
En la materia oscura del universo y el lenguaje, formadora de los umbrales infinitos y coeternos se alcanza la posibilidad de ser, el culmen de lo posible, instaurándose la duda del tiempo y los espacios. Aquí y allá todo lo imaginable está. Hay grandes avenidas, vericuetos, montañas, zanjas y laderas, que se abren como elementos físicos y metafísicos recién forjados para que exista la continuidad.
No es lo mismo escribir poesía que percibirla a través de la lectura o el acto de habla. Las funciones cerebrales no actúan de la misma manera, los cambios bioeléctricos y las sensaciones de plenitud no son las mismas para todos. Por eso hay que construir estados sensibles o poéticos diferentes, a los que son patrones, arquetipos y modos culturales perceptivos.
Las huellas sensibles en el sistema nervioso
Nuestra constitución genética posee huellas innatas que son transferidas a los descendientes. La experiencia vital construye nuevas huellas, estimula algunas y a veces afloran en los sentimientos, actitudes y comportamientos. El Homo sapiens en su contacto con el ambiente, y a través de los procesos de individuación y socialización, crea nuevos patrones. Existen estados mentales diferenciados que incluyen lo perceptivo, las creencias, emociones, memorias y la experiencia del dolor. En todos los casos con umbrales distintos.
La sensibilidad poética en materia genética no es heredada de manera específica por informaciones, interacciones o mutaciones. Si fuera así, los gemelos (homocigóticos) fueran poetas o reaccionaran sensiblemente a la poesía, aunque por complejidad biológica o epigenética pudieran tener mayor predisposición hacia el desarrollo de tal condición. Eso sucede en menor escala porcentual con los hermanos dicigóticos.
O sea, que no se ha demostrado que el hijo herede el 100 % de la sensibilidad, la inteligencia y otras facultades de sus padres o ancestros por genes específicos. Pero debe reiterarse que sí puede heredar cierta predisposición. En su individuación el hijo siempre sería sensiblemente diferente. Ese es el último referente que tenemos. Ahora viene la pregunta, ¿Existe en nuestra conformación genética, en nuestros códigos, algunos detonantes como partículas bioelectroquímicas o sustancias producto de la epigenética, para eso que llamamos creación y percepción poética? Si existe llamémosle de forma arbitraria Bionerg, aunque existan métodos de codificación genética para la ciencia.
La percepción del placer estético y el estado poético siempre serán únicos e irrepetibles en cada individuo. De hecho Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) cuando trata sobre el entendimiento humano desarrolla la teoría de que en todo momento hay una infinidad de percepciones, de las cuales no tenemos conciencia, porque son tan pequeñas que no nos percatamos de su existencia[1].
Algunos críticos yerran al juzgar los componentes poéticos en cualquier obra de arte. Sumirse en sus esencias, hacer exégesis, son experiencias tan complejas para ser planteadas, como complejo es el acto creativo. Desde el punto de vista de la lengua, el lenguaje, la cultura y el contexto, sus conceptualizaciones, tendencias, impacto emocional y aproximación a la realidad inmediata y a la memoria, el crítico tiene caldo de cultivo para sus inferencias, análisis y tesis.
¿Existe una memoria sensitiva que no es producto de un patrón genético heredado en la constitución orgánica del Homo sapiens? Los individuos del neandertal podían sentir un dolor de dientes lo mismo que el hombre moderno. En un estudio realizado a los restos de un neandertalensis, encontrado en la cueva de El Sidrón en Asturias, demostró que esa especie se medicaba, que sufrió un absceso dental y que le debía producir un intenso dolor[2] . El dolor es definido como una experiencia sensorial y emocional desagradable (subjetiva) que lo experimentan los seres vivos que poseen un sistema nervioso central. Este es el dolor físico. Pero en poesía el lenguaje del dolor no solo es descrito en la materia física sino que traspasa sus límites y suele ser expresado, lo mismo que la alegría, como entidad propia de la naturaleza del alma.
Volvemos a reiterar el postulado de las vibraciones: todo vibra
Si estamos en un nivel de frecuencia placentera, pudimos haber tocado el placer estético. ¿Y qué del estado poético? Tanto el placer estético como el estado poético están sujetos a la construcción de cada individuo humano al alcanzar con su biorritmo, con sus estados neuroeléctricos, una estadía de armonía, una sincronización entre sí mismo y el cosmos. Eso se logra solo accediendo a la supraconciencia.
Entonces, las fuentes del placer estético y del estado poético, están en la supraconciencia. Por medio de la intuición se accede, la cual maneja sus propias leyes; son casi inescrutables por la bastedad de la materia oscura de la lengua, el lenguaje y el flujo cerebral. También, por la dispersión de lo caótico, que puede provocar caídas en los agujeros negros de lo absurdo: vacíos en los misterios de lo incomprensible e insensible. Allí, en el espacio donde se rompe el rayo intuitivo y se quiebra la fuente, nos desconecta del estado cósmico.
En el estado de conciencia y por medio del pensamiento, la razón, también se acceden a estados de emancipación, se abren puertas de la supraconciencia, a veces utilizando mantras como llaves forjadas en la vibración cósmica. La supraconciencia sobrepone la metaconciencia donde la conciencia está integrada. Los velos de los misterios se desvanecen, transmutan sus estados constitutivos.
El estado vibratorio de la energía del pensamiento es muy diferente al estado de la energía fraguada en la supraconciencia. Sin embargo, (por medio de “sentir el pensamiento”, como decía Miguel de Unamuno) también se pueden abrir puertas de la supraconciencia para acceder a los páramos donde florecen los actos intuitivos, capaces de conectar, aprehender y transmutar la poesía, de carácter humano-cósmico. (Fin del ensayo).
Domingo 19 de mayo de 2024.
[1] Ponce de León García, L. (2009) “La clonación o el espejismo de la simplificación”, Ludus Vitalis, vol. XVI, núm. 30, 2009, pp. 63-74. 30-04_ponce_de_leon.pdf (ludus-vitalis.org)
[2] David Llobet (2021) El hombre de Neandertal, mucho más humano de lo que se creía. National Geographic, España. https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/hombre-neandertal-mas-humano-que-se-creia_14381.
Actualizado a 18 de enero de 2021, 09:31.
Virgilio López Azuán en Acento.com.do