Vladimir Tatis Pérez
«No he venido esta tarde a decirles que leer libros vaya a cambiar el mundo. Lo que he sugerido es que creo que leer libros es uno de los mejores modos de comprender que, en definitiva, todas las mujeres de todas las ventanas necesitan urgentemente la paz».
discurso de Amos Oz en la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las letras del año 2007.
Si mis amigos boicoteadores me aseguran que, deteniendo la XXV Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2023, resolveremos de manera justa el conflicto del Oriente Próximo, entre Israel y Palestina, me sumo al boicot sin dudarlo, pero si no, que no me jodan la feria.
Si mis amigos boicoteadores me aseguran que, deteniendo la feria del libro en la República Dominicana, se resuelve la situación con y de los haitianos, yo firmo su carta, pero si no, que no me jodan la feria.
Hay que ser muy ilusos para creer que boicoteando la feria vamos a resolver el conflicto de los israelíes con los palestinos o el de los dominicanos con Haití.
Amos Oz es un escritor israelí que siempre ha sido un firme defensor de la solución de los dos Estados de forma pacífica… «…Es muy sencillo: hablamos de una casa pequeña (del tamaño de Dinamarca). Es la única patria de los judíos, pero también lo es de los palestinos. No vivimos como una familia feliz porque no lo somos. Somos dos familias infelices. Tenemos que dividir la casa en dos más pequeñas. No tiene sentido fantasear con que después de cien años de derramamiento de sangre, judíos y árabes van a vivir una luna de miel».
Oz fue acusado en Israel de traidor por plantear cosas como esas y por formar, junto a otros escritores israelíes y palestinos, una agrupación en favor de la paz. Creo que es la función de un artista, incomodar para iluminar. Romperle el confort a la sociedad, aunque esta le cueste la expulsión. Siempre defenderé la vida, siempre apostaré por luchar por los derechos. Y también por los izquierdo. Okey, y también por los de atrás y por los del centro.
Como ya muchos saben, un grupo de gente de arte; intelectuales, profesores universitarios, joceadores de la cultura; gente que quiero y admiro; amigos y amigas que creo que me quieren, y otros que, digamos que no tanto…, es más, que son totalmente desconocidos para mí, a los que nunca he visto en el patio, que cogen su lucha en dólares y en euros —que no está nada mal—; gente que no sabe lo que es leer sus textos al aire libre en el Club de profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo o en el Parque Rosado o en una escuela en San Francisco; que no saben lo que es leer en el solazo de un barrio, compitiendo con bachata, salsa y dembow; que no saben lo que es sudar leyendo mientras la voz de la pastora te amenaza con arder en el infierno si no te arrepientes y aceptas a Cristo.
Esa gente a principio de semana hizo un llamado a boicotear nuestra feria: «…llamamos a escritores, artistas, editoriales y trabajadores de la cultura del mundo a no asistir a la próxima Feria Internacional del Libro de Santo Domingo del 2023, y a continuar exigiendo al gobierno dominicano que respete los derechos humanos y las libertades democráticas».
Dicen que no están de acuerdo con que el país invitado sea Israel, yo tampoco lo estoy, y además denuncian la política migratoria del gobierno con respecto a Haití, yo también la denuncio. Además, usan como ejemplo de persecución anti haitiana, la brutalidad policial en contra del escritor haitiano Jhak Valcourt —lo mismo que le pasó a mi hijo Migsael Tatis Sosa en Madrid, cuando le dio con andar sin identificación y con decir, eso que, también creo: que ningún humano es ilegal y que por lo tanto no se debe ir deteniendo gente inocente, pidiendo documentos en las calles. Sé, lo sé muy bien, sé que es un trago amargo que nadie debería vivir en ninguna parte del mundo. Que ningún padre debe vivir asustado, rezando para que a su hijo no lo lleven a un centro de deportación.
Recuerdo mi primer contacto con una feria del libro. No sé el año, pero sí recuerdo la mano de mi madre sujetando mi brazo para que no me acercara y no tumbara los libros amontonados en pilas sobre las mesas que estaban al aire libre en la Fortaleza Ozama. También recuerdo el festival de la cultura organizado por Rafael Villalona y Agliberto Meléndez en los años ochenta. Fue en ese momento, cuando vi obras teatrales, cuando vi por primera vez a una persona leyendo en voz alta en público, la primera vez que vi danza, cine con la pasión que da lo nuevo, esa fue la vez que decidí ser artista.
Luego recuerdo el día en que el escenógrafo Salvador Bergés reunió al equipo y nos dijo: —Prepárense, tenemos trabajo para tres meses. Venía de una reunión con Rafael Lantigua. Nos habían elegido para realizar la parte visual de la primera feria internacional del libro: casetas, señalización, espectáculo de apertura, estatuas vivas.
Recuerdo también mi primera vez en la feria de Madrid, perseguí escritores, vi a Ángel González levitar en el Retiro, caminé de un lugar a otro, toqué y hojeé libros, esperé, hice fila, saludé a Almudena Grandes, compré los dos libros de mi profesor Rolando Menéndez y pude ver de lejos a Rosa Montero y a Lucía Echeverría. También recuerdo mi primera feria como escritor: primer premio Funglode, recién llegado de España…
En la feria he conocido a gente como Kianny Antigua, Natacha Batlle, Abril Troncoso, Roxanna Marte, Angie Abreu; a Ramón Mesa, Odilius Vlak, Carlos Roberto… En una feria, Rosa Silverio le regaló su libro de poesía a mi hija Meliza, fui feliz con sus rostros alegres. Recuerdo compartir con mis compañeros del Taller Literario Narradores de Santo Domingo… Recuerdo cuando Lauristely Peña Solano me seleccionó para ser edecán (palabrita esa que detesto un siglo) de Carol Zardetto y compartir con la escritora por la Zona Colonial y la Plaza de la cultura, siendo su anfitrión. También recuerdo a mi hijo Magrlon Tatis Sosa rapeando los textos de Bosch y Virgilio Grullón con otros raperos… Tanto un gobierno como otro me han pagado tarde y poco, se han quedado con mis honorarios una que otra vez, he renegado de gestiones, he propuesto, me han aceptado y no me han hecho caso. He participado como coordinador de pabellones, como tallerista, he publicado libros “a manos pelá”, con el artesano José Diego Pérez… He buceado y comprado libros en la Zona y en la Plaza. En mí están esos espacios, espacios que en otros momentos están vacíos y sin utilizar, y que cuando llega la feria, se llenan de gente con el pretexto del libro.
Muchísimas veces los gestores dominicanos nos enfrentamos por cosas tan simples como un sueldo, un viaje, una publicación o la aprobación de un proyecto… Montamos un circo y luego, si no nos dejan mover los hilos como queremos o nos conviene, derrumbamos la carpa con enanos, trapecistas, elefantes y magos adentro.
Como pueblo hemos sido masacrados, saqueados, engañados. Nuestra pobreza es tal que no nos da ni para fotocopiar los libros; los gestores culturales estamos ruyidos, sin poder bebernos ni una cerveza con nuestro trabajo, metidos de inclinaciones en inclinaciones para poder realizar nuestros eventos y actividades. En enfrentamientos por reconocimientos y aplausos
¿En serio quieren que no se dé la XXV Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2023? Una feria que está en un trayecto insular que nadie, allá afuera —y muchos aquí adentro—, se toma en serio, al menos que no sea para criticar con mala fe política a la gestión de turno, y ahora para proponer boicotearla.
Tengo años indignado con los palestinos y los israelíes. Siglos de dolores. Tendré vidas para que me siga doliendo, pero ¿Por qué boicotear la feria? Que no moriremos si no se celebra ese evento, dicen. Lo jodido es que eso es tan verdad como lo es que ellos no dejarán de matarse si no la hacemos.
Nuestra juventud necesita una feria del libro. Es el único espacio cultural de impacto nacional que tenemos en este momento, el único donde los artistas podemos decirnos nuestros miedos y nuestras valentías cara a cara.
No veo un solo punto literario en ese llamado a boicot. No hay nada que tenga que ver con nosotros como escritoras y escritores ni como hacedores de arte. No hay un solo reclamo que tenga que ver con nosotros como gestores culturales. Un sector en total abandono.
Tenemos muchos intereses. Múltiples, comunes y diferentes. Es difícil ponerse de acuerdo para reclamarle al Estado o al gobierno de turno sobre los feminicidios, la falta de libros en las escuelas, la delincuencia y la violencia. Podemos pedir oportunidad de trabajo para nuestros jóvenes, promoción y distribución de los libros de nuestros escritores… pero nos centramos en un conflicto geopolítico y religioso de siglos. ¿Y nosotros lo vamos a resolver con un boicot? Sé que tenemos una Biblia en el escudo que detiene maremotos y ciclones; sé que somos capaces de todo con nuestras oraciones, pero ¿en serio, men…?
Las causas del boicot a la feria del libro no son literarias ni artísticas, son políticas. Oponerse a la feria porque está dedicada a Israel es político. Oponerse a la feria del libro porque no se está de acuerdo con la política migratoria del gobierno es político partidista. Creo que la feria internacional del libro es el acto cultural más democrático que tiene este país.
Sí, hay fallos, muchos, pero qué podemos esperar. Estamos en un país en donde ni los escritores nos leemos y aún así se destinan millones de pesos a montarnos una feria al estilo de los países lectores. Un país que tiene más escritores que lectores. Que levanta una pierda y salen mil poetas sin poemas. Pero ahí, en ese espacio, en esos días, podemos coincidir y sentirnos colectivos. Es nuestra fiesta. Es nuestro espacio. Con defectos, pero ¿no son así también nuestras casas?
Podemos estar en desacuerdo, pero ¿y si protestamos adentro de la feria? Me pongo en primera línea para pelear en contra de la censura, de la discriminación, de la violencia, pero dentro de la feria. Convócame y ahí me tendrás. Decidido y combatiente.
Los escritores, en este momento, no tenemos más nada que esa fiesta. Masiva, diversa, con recursos todavía insuficientes, donde uno puede ir a darse un abrazo, comprar y vender libros, leer, que le lean, participar en talleres, cursos y conferencias… Boicotear la feria es el peor trabajo que se le puede hacer al artista dominicano.
Soy migrante desde antes de nacer: mi abuela, mi madre, mi padre, mis hijos, mi hija. Sé cómo los bandos nos usan para discriminar y segregar, sé lo que es sentirse discriminado. Ellos, los que viven arriba, nos dividen. Nos enfrentan con lo de anti y pro… quieren que todo sea blanco o negro. Y por ahí nos enfrentamos. Gente que se admiran y se quieren, que compartimos espacios, que hacemos camino con lo único que nos dejan, enfrentados por fantasmas y monstruos impuestos. Un grupo de pendejos utiliza el amor y la pasión de otros pendejos para manipular a un grupo de pendejos para que se maten entre ellos, y así se benefician por los siglos de los siglos…
¿En qué bando estoy ¿Cuál es mi función en este puzle? ¿Coincido con la política migratoria del gobierno? ¿Soy anti o pro-haitianos? ¿Estoy en contra de Palestina? ¿Acepto la discriminación? ¿Estoy en la agenda? Pues no, tan solo estoy en contra del llamado a boicot de ese grupo de amigos y amigas y otros no tan… Estoy a favor de que la gente apoye y disfrute masivamente la XXV Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2023. Y por favor, que no me la jodan.