Estoy seguro de que fue interesante para los lectores de Acento tener el relato completo y fascinante del Sr. Guerrero sobre la localización del cadáver de Trujillo.

Sin embargo, antes de quejarse de mi conocimiento del evento, hubiera sido útil si el Sr. Guerrero se hubiera tomado la molestia de leer todo mi artículo antes de comentarlo críticamente.

Su preocupación es que la versión que me contó un amigo de lo sucedido con el cadáver “no se corresponde con la realidad” y se basó en “rumores y testimonios de personas sin acceso a los hechos ocurridos en esos días en el paísʺ.

De hecho, compartí esa preocupación y es precisamente por eso que mi artículo concluye con la advertencia explícita de que “…otras personas han expresado dudas sobre la versión…” – la versión que colocó el cuerpo de Trujillo en un congelador en San Isidro.