La obra de Ramón Antonio Jiménez, al armonizar la fugacidad con la plenitud eterna, captura la complejidad de la experiencia humana. La fusión de lo efímero y lo eterno en su poesía resalta la riqueza de encontrar significado en momentos transitorios, ofreciendo una reflexión profunda sobre la dualidad de la existencia y la búsqueda constante de sentido en lo fugaz y lo perdurable.
La levedad, como categoría filosófica, se presenta en la brevedad de las experiencias humanas. En las artes visuales, los impresionistas capturaron esta sensación a través de pinceladas ligeras y la representación efímera de la luz. En su poema, La levedad, la poesía emerge al describir la partida y la pequeñez percibida tras el amor perdido. En una de sus metáforas la sombra en el agua refleja la transitoriedad de la existencia, mientras que la totalidad vence aun el amor efímero, ya que deja una huella duradera.
Sus poemas tienen profundas raíces filosóficas y verdades estéticas al utilizar figuras retóricas visuales y descripciones que evocan la naturaleza del amor y la plenitud, proporcionando meditaciones a través de la expresión artística.
Es interesante como diversos poetas, como es el caso del poeta Ernesto Cardenal, que explora la paradoja de encontrar lo fugaz en lo infinito, la noción de la "eterna fugacidad" destaca la idea de que la intensidad de ciertos momentos, aunque efímeros, pueden llevarnos a una sensación de completud en la experiencia del amor.
En su poesía Jiménez también toca lo humano. Hay un demiurgo en Ramón Antonio Jiménez, en cuya apelación crea seres y destruye otros y de esas creaciones y destrucciones aflora la belleza, una belleza que resplandece en el instante supremo en el que desfallecen las cosas.
No tengo dudas que Ramón Antonio Jiménez desafía en sus creaciones el obstáculo mental que implica estar sometido a las leyes físicas convencionales, aleteando sobre las cosas, dejándonos una estela de belleza propia de los espíritus que no tienen límites.
Veamos cómo se revela esto, en los poemas proporcionados:
En su poema, A saber, la noción de soltarse como un acto de confianza en algo mayor sugiere una conexión con fuerzas más allá de lo tangible. La imagen de "hundir la mano" para "sujetar la luz de un vuelo" desafía la gravedad física. Esto en muchos poetas es común, pero que en la poesía de Ramón Antonio Jiménez va más allá de las limitaciones terrenales, resonando con la idea de un sostén divino:
A saber
Soltarse
es saber que algo superior
nos sostiene
irse
es todo hundir la mano
y sujetarse
a la luz de un vuelo
Mientras que en, Shadana, Jiménez utiliza metáforas poéticas, como “La brisa me tasta la mirada", para describir una conexión espiritual con la naturaleza. La imagen de estar "desnudo de carne en la abierta luz redonda y sosegada" podría interpretarse como una liberación de las limitaciones físicas, permitiendo una percepción más allá de lo material.
Shadana
En oleajes
la brisa me tasta la mirada
ventana por donde sale
la tarde con ella a decirse
la amorosa oquedad con que mira
esta manifestación que eres
bellísima voz de claridades
de partículas que se aman
una y otra vez entrelazadas
ciruelo en los labios
de la adolescente que ve
a un hombre pasar y le mira
de un modo distinto
a como mira a todos los hombres
Voy desnudo de carne
en la abierta luz redonda y sosegada
En la casa que soy ahora te veo
Explorando el mismo concepto en el poema, Jung y la máscara", la referencia a Jung y la máscara añade una capa de complejidad psicológica al poema”, en descripción de hacer "de aire un pozo que asciende" y la idea de que "al soñar es máscara la vigilia" pone de manifiesto una realidad que sobrepasa las categorías supuestas, desafiando las nociones tradicionales de sueño y vigilia. Su poética va más allá de lo que se espera de un buen poeta. Su capacidad creativa y la expresión artística trasciende las limitaciones ordinarias. Es capaz de contemplar dentro de un fenómeno otro fenómeno.
Jung y la máscara
Hay un ámbito medio
que no alcanzamos
Hacemos de aire un pozo
que asciende mirada arriba
y no así estar en días iguales
al creer que estamos despiertos
Al soñar es máscara la vigilia
y al despertar comienza el otro sueño
Y vemos como en, Regreso a casa, presenta la lluvia como un fenómeno íntimo que, al cesar, da paso a la creación de "charcos de luz en la casa de las hojas". Aquí, la lluvia se convierte en un fenómeno que da lugar a otro, dejando ver un vínculo entre lo creado y la transformación de la luz en el entorno cotidiano.
Regreso a casa
Ya no es necesario salir
a esperar el alba
puedo ahora ver todo
en el arcano nueve de la esfera
el cristal del día
la tarde con su bandada amarilla
que tiñe el tiempo
que se va hacia el final de la mirada
a cocinarse para otro propósito
la noche
el pequeño trébol
de insoportable belleza
todo sin apretujarse
en una sola unidad de tiempo
Afuera llueve
Íntimo
al cesar la lluvia haré charcos de luz
en la casa de las hojas
En Maia, a través de imágenes diversas, desde una mujer en París hasta una niebla entre las barcas, muestra la coexistencia de diferentes realidades. Cada imagen representa un fenómeno en sí mismo, pero al agruparse, crean un panorama más amplio de situaciones interconectadas.
Maia
De burbujas de nada
están hechas las apariencias
la mariposa que desteje el vuelo
el oro del rocío
tiritando en la corva hoja de hierba
antiguas ciudades
volúmenes de papiro
guardados en un cofre de cedro
una mujer de piernas cruzadas
fumando en París
una frutería en el Oriente
una niebla perdida entre las barcas
todos los hombres
soñando que están despiertos
Pura
La Realidad no es posible decirla
Y cierro voluntariosa la boca
para que el vacío
del cual de ti está lleno
desborde el amor
del que están hechas las cosas eternas
una hoguera ciega su escalinata
un sonido de campana
viniendo desde todas y ninguna parte
un murmullo de agua
de que dice lo que no sabemos
un lirio que tarde en la noche
enciende su blanca luz como si girara
Estas altas reflexiones, revelaciones e intuiciones, propias de la poética de Jiménez, también podemos hallarla en el siguiente poema.
En el lago
De oro en el párpado blanco del día
tirita la insoportable Belleza
Y en su sembradío de alegres soles
nos come el Tao los ojos
e inenarrable en su Ser despierto
nos llama a su modo la puerta
Todo es un estar con nosotros
en la plural Unicidad
un volver por el sendero unánime
yendo de amor expansivo
siendo el agua y quien le mira
el cuenco de las manos y la otra sed
El viaje es solo un darse cuenta
La casa está adentro llamándonos
En el poema, Pura, en este sentido aborda la dificultad de expresar la realidad directamente. La realidad se convierte en un fenómeno inabarcable, que lo lleva a asumir el silencio, camino que da paso al vacío, un hecho que en sí mismo, es para el poeta está desbordante de amor. Aquí, la expresión artística surge como un fenómeno que se encuentra dentro de la incapacidad de definir la realidad.
En el poema, Del Tao a la cuántica, Jiménez fusiona conceptos como el Tao y la cuántica, mostrando cómo lo filosófico y científico ya no de la física trillada pueden entrelazarse. La descripción del trébol y su interacción con el espacio-tiempo nos muestra la relación entre la realidad observable y conceptos abstractos, creando una capa de significado dentro de otra.
Del Tao a la cuántica
Casi etéreo
gira de verde el trébol sus aspas
Solo cuando le miras
se curva el telar espacio-tiempo
para emerger sujetando con su cometa
a un niño que no ves
y mirarte de este lado mirándola
sin saber que lo que ves
es el propósito de lo que puede ser
cuando despiertas de luz
y sabes quién eres
La poesía de Ramón Antonio Jiménez destaca por su capacidad para explorar acontecimientos superpuestos, donde cada imagen o concepto dentro de sus versos se convierte en una ventana hacia otra dimensión, con múltiples sentidos. Esta habilidad de contemplar un fenómeno dentro de otro agrega profundidad y diversidad a su obra poética. Su poesía muestra una sensibilidad hacia la vida y el Universo.
La poética del dominicano Ramón Antonio se destacan por la sabiduría que encierran, lo que se alinea con la idea de que el que se deja iluminar por la poesía, se convierte en un iluminado. A través de sus versos, Jiménez invita a los lectores a trascender la percepción ordinaria y a adentrarse en un reino de comprensión más elevada. Sus escritos muestran una influencia de la filosofía oriental, la física cuántica y la psicología, lo que le otorga a su poesía una cualidad coherente con esos saberes.
Se observa como en, Del Tao a la cuántica, aborda la dualidad de la percepción y la realidad, invitando al lector a despertar de la ilusión y a comprender su verdadera esencia.
Los citados poemas muestran cómo la poesía de Jiménez puede servir como una fuente de conocimiento espiritual y testimonio personal; pues entraña una fusión entre lo divino y lo humano, explorando la dualidad de la existencia y la búsqueda de sentido en lo efímero y lo perdurable. Su obra invita adentrarse en un reino de comprensión de lo alto, apoyándose en la filosofía oriental, la cuántica y la psicología. A través de la estética del lenguaje, se enfrenta a cuestiones que han inquietado a las mentes más prominentes de la humanidad, planteando una realidad pura, no accesible a los sentidos, captada solo por la intuición que se deriva de la experiencia estética.
El poeta nos brinda una visión del mundo profundamente espiritual, imbuida de un fuerte sentido de unidad con el Universo. Se puede apreciar un grado revelador de humanismo y bondad en su enfoque, hay una comprensión empática de la existencia, lo que evidencia un profundo sentido de humanismo, compasión y bondad.
Hay en Ramón Antonio Jiménez una visión globalizante en torno a lo que parece ser definitivo, pero que logra, de un modo único y propio de él, reconciliarse con su visión taocuántica y coloca el amor sobre todas las cosas, incluidas las que podrían parecernos dolorosas, haciendo de ellas sustancia primordial para su poética, con lo que haciendo a un nivel superior de conciencia. Esto lo podemos observar en este último poema:
Círculo de la elegía
En su anatomia material
tu pequeña voz
ya no se oirá de este lado
Desde esta intima casa
contigo hablarás a las tardes
a las cotidianidades
que no saben que te has ido
a mudar la forma impostora
la costumbre de sujetarte
al envés del iris empinado
para que existan las cosas
que nos ven al mirarlas.
de igual a igual todas
en la vigilia de este sueño
espejo de cóncavas nieblas
hacia el que se van
a voluntad de algún designio
lo que hemos creído vivir
las despedidas
el después de siempre
la niñez postergada
los naipes jamás echados
por el temor de perder
y acaso despertar
si alguien dijera el nombre
esa diminuta eternidad
que es la memoria
Y en ella ya os lo he dicho
todo está en su lugar
en la estancia sin limite
de su imperdurable instante
Y tú y yo sabremos.
de este amor de ocultarte
en la claridad del día
esa ladera etérea
de hifas que dice el micelio
para pequeñisimos hongos
de insoportable belleza
bajo los almendros
en ese modo de ser nosotros
en el fondo del patio
Y sé también conmigo solo
que desde el blanco lirio
nos mira Madre Dolores
peinando con las suyas
las recias manos de mi padre
ese hombre callado
que suelo ser cuando despierto
y me doy a decirle a la noche
todo lo que él le decía
con solo empinado mirarla
Perdonadme
por las necesarias palabras
que devoró el silencio
hijo que despierta del otro lado
sustancia de vivencia toda
ahora Realidad Pura
que no es posible decir
Estemos aquí y siempre
en esta manifestación circular
que hace bien saber
Seamos de amor el agua
estemos de niño en la sonrisa
digamos el mar
el hombre que saluda al pasar
con la alegría de volver
a los aleros de la casa paterna
la bondad de los árboles
la campana que en la flor
que de amarillo abre su aroma
(debi decir con mayor suerte)
la voz que llama a la vida
(algo que ya sabía el sabio)
réplica toda de los arquetipos
habitaciones de la otra casa
La Belleza que es el resplandor
de La Verdad de las cosas
(eso que a mis hijas les he dicho)
la música de lo que es sin cesar
el propósito de lo que puede ser
Hacia la clorofila del Tao
pausado yo también me he ido