Es común que los lectores se sientan atraídos por libros premiados, y así fue mi caso en la XVI Feria Internacional del Libro Santo Domingo (FILSD2024), donde adquirí varias obras de diferentes géneros literarios. Entre ellas, destacaba Pájaro que hace cantar al árbol, escrito por Aquiles Julián y galardonado con el Premio Anual de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2023. Coloqué el libro en mi mesa de trabajo, entre aquellos que esperaba leer pronto y descubrir los secretos que lo llevaron a ser escogido en tan importante premiación.

Sin embargo, la poesía tiene una peculiaridad: exige ser leída en momentos adecuados, cuando nuestras emociones están alineadas para recibir sus mensajes. Al principio, leía algunos versos superficialmente, sin experimentar la conexión profunda que exige este género literario. Pero, conforme abría el libro una y otra vez, me adentré en su bosque de palabras, levantando el follaje y encontrando mensajes ocultos en su interior y me fui sumergiendo en su riqueza.

Aquiles Julián, en el poemario, construye un largo sendero de reflexiones sobre la vida, el ser humano y su comportamiento, explorando las complejidades del alma con una mirada aguda y crítica. Desenmascara las torpezas humanas y les da forma poética, convirtiéndolas en espejos que reflejan nuestra esencia: nos hace ver más allá de lo evidente.

Aquiles Julián.

Uno de los elementos que destaca en este poemario es la potencia de sus poemas breves. Es como encontrar la sabiduría universal en pequeños fragmentos. Un ejemplo elocuente es:

Quien conoce tu luz,
ve como sombra
cualquier luz.
(pág. 23)

Este poema, de apenas tres versos, condensa una reflexión profunda, el autor reflexiona sobre cómo la experiencia de una luz superior —quizás divina o trascendental— transforma nuestra percepción, relegando todo lo demás a la categoría de sombra. Sin embargo, también puede interpretarse como una exaltación a cualidades humanas extraordinarias que opacan lo común.

Otro poema breve pero impactante es:

Tu luz clama

 por un poco de mi oscuridad. (pág.  33)

Aquí, Julián juega con el contraste entre luz y oscuridad, mostrando que incluso en la plenitud hay necesidad de imperfección: lo perfecto adolece de algo. Este equilibrio es esencial para comprender la naturaleza humana.

Otro poema, breve, pero potente como un farol que descubre los puntos más oscuros. Nos confronta con una verdad dolorosa:

Hay

quienes llaman

a su ceguera

luz.

Este verso es una crítica directa a quienes confunden su percepción limitada con una verdad absoluta.

Aquiles Julián nos invita a reflexionar sobre la humildad necesaria para reconocer nuestras limitaciones. Todo lo que pensamos y analizamos bajo nuestra convicción son luces en el firmamento que alumbran al mundo, sin embargo, solo puede ser una percepción de la realidad, que pudiera estar envuelta en una oscuridad que el propio ente humano desconoce.

En uno de los poemas más extensos, ubicado en la página 37, se adentra en las paradojas de la vida:

Sin brújula atientas,

cruzamos por los años confundidos entre espejismos.

Consumimos nuestras energías persiguiendo quimeras.

Nuestra ignorancia está plagada de certezas.

Somos augures de profecías que nunca aciertan.

Los vientos siempre soplan en dirección contraria.

Pero es la vida la que se equivoca, no nosotros.

Estamos convencidos de que, en lo profundo, tenemos

la razón.

En realidad, la realidad la inventamos.

Lo que creemos que está fuera late adentro.

Dentro palpita, se arma, se construye,

respira, fulge, grita.

Un follaje de imágenes en que nos sumergimos

y a la que dotamos de entendimiento.

Así que yo elijo postular el error,

cantar a la equivocación y al desenfreno

y buscar no acertar, como estrategia.

Así he vivido, así me he construido.

¿Qué hubiese sido de mí sin mis errores?

Qué terrible equivocación hubiese sido

el acertar.

La sorpresa está llena de vida.

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Este poema celebra la equivocación como una herramienta esencial para la autenticidad. Julián argumenta que los errores no solo nos forman, sino que enriquecen nuestra vida. La certeza, en cambio, puede ser un obstáculo para la reinvención y el descubrimiento. Esta visión, aunque paradójica, invita a abrazar la incertidumbre como parte esencial del crecimiento humano.

El autor maneja con maestría los contrates y paradojas. Aquí explora la resiliencia humana:

De tanto olvido,

he terminado

por hacer del olvido

algo querido. (Pág. 41)

La capacidad de adaptarnos incluso a las experiencias más difíciles es un tema recurrente en la obra y cómo el tiempo moldea a las personas a aceptar lo que ya no tiene remedio. Estos versos capturan con precisión cómo el ser humano encuentra significado en el dolor y la pérdida.

Aquiles Julián, es narrador, poeta, dramaturgo, ensayista, teatrista, catedrático, publicista y mercadólogo. Posee el título de Master Coach en Programación Neurolingüística. Muestra de manera convincente la relatividad del ser humano y deja claro el refrán que «cada cabeza es un mundo», y cada uno ve el universo, ve la vida según sus condiciones y según sus perspectivas.

En el poema El futuro entra en mi vida a golpes (pág. 46), Julián explora la inevitable transformación que el tiempo impone:

El futuro entra en mi vida a golpes

y empuja a alguien que ya no soy yo hacia atrás.

Me despoja de mí y me reinventa:

un nuevo yo me habita, y apenas

me empiezo a habituar a él

vuelve y se va hacia atrás, a lo que fue

porque otro nuevo yo lo sustituye. (pág. 46)

Aquí, el autor describe cómo el tiempo nos obliga a reinventarnos continuamente. Cada instante nos transforma, despojándonos de quienes fuimos y empujándonos hacia nuevas versiones de nosotros mismos. Es una reflexión sobre la impermanencia y el cambio como motores de la vida. El pasado, el presente y el futuro coexisten en una danza que define nuestra existencia, pero que cada uno sustituye al otro.

Finalmente, Julián celebra el poder del silencio:

No necesitas

decir nada,

cuando tu simple presencia dice todo.

¿Para qué ensuciar este silencio

que expresa todo

con palabras? (pág. 43)

 Todos hemos escuchado que «El silencio es más elocuente que la palabra». Aunque la palabra es el poder en la comunicación:  puede ser un arma mortal. Una sola palabra puede destruir al mundo, pero también, convertirse en un mensaje de paz.  Aunque muchas veces la fuerza del silencio es suficiente para entender todo.

En conclusión

Aquiles Julián desentraña las emociones y complejidades humanas con precisión.  Sus poemas no buscan encender las llamas más allá del fuego ardiente, sino, como experto y sin pretensiones, busca en las ascuas extinguidas las razones que dieron vida a dicho evento. Es un cirujano de las ideas que, con el bisturís de las palabras en cada poema, breve o extenso, invita al lector a introducirse en lo más íntimo, y extrae el diamante escondido en las profundidades de la expresión misma del ser humano.

Su estilo directo, con un lenguaje sencillo, pero profundo, cargado de paradojas y sin metáforas llamativas, transforma lo cotidiano en algo sublime.

Pájaro que hace cantar al árbol no solo es una obra para leer, sino para sentir, analizar y revisitar. Julián logra lo que pocos poetas consiguen: dejarnos reflexionando mucho después de haber cerrado el libro. Como buen arquero del lenguaje, ha dado en la diana.

José Espinosa Féliz

Ingeniero y escritor

josedespinosa@gmail.com