El domingo 5 de febrero llegamos a Wellington, último puerto que tocamos en Nueva Zelanda. Wellington, capital de Nueva Zelanda, está situada en el extremo sur de la Isla Norte y es el centro de los servicios de transporte y comunicaciones del país, porque es desde el puerto de Wellington que salen los transbordadores para atravesar el estrecho de Cook y llegar a Picton, una pequeña ciudad portuaria de la Isla Sur, comunicando de esta forma a ambas islas.
La ciudad lleva el nombre de Arthur Wellesley, el primer duque de Wellington, pero para los maoríes su verdadero nombre es Te Whanganui-a-Tara, que se traduce como el gran puerto de Tara. Wellington es la capital más austral y remota del mundo y, además, la capital cultural de Nueva Zelanda.
Es la tercera área urbana más poblada del país, con una población estimada de 542,000 personas, de los cuales el 75% es europeo, el 14% maorí y el resto proviene de Asia, de los Pueblos del Pacífico, Medio Oriente, América Latina y África.
Normalmente, aquí las personas entienden que pertenecen a más de un grupo étnico. Wellington tiene 50,000 hectáreas de parques y bosques regionales y se asienta sobre una de las principales fallas geológicas de Nueva Zelanda, por lo que tiene una alta actividad sísmica. Es pequeño, geográficamente imposible de cultivar y además es la ciudad más ventosa del mundo, con vientos que tienen una velocidad promedio de unos 26 km/hora.
El Monte Victoria (Tangi Te Keo en maorí) se eleva 196 metros, está cerca del centro y es parte del cinturón de la ciudad; una serie de terrenos para parques de recreación pública para los habitantes con asombrosas vistas panorámicas del área metropolitana. Es un gran lugar para caminar, trotar y andar en bicicleta de montaña. La ciudad está rodeada de belleza natural, incluida Zelandia, una atracción ecológica que es el primer santuario urbano totalmente cercado y que fue nombrado por la revista Time como uno de los 100 mejores lugares del mundo.
La economía de Wellington se basa en los servicios, pero en los últimos años el turismo, arte y cultura, cine, y las tecnologías de la información han tenido un rol preponderante.
Wellington importa productos derivados del petróleo, vehículos de motor y minerales y exporta carnes, madera, productos lácteos, lana y frutas. La ciudad es muy compacta, se puede ir a todas partes caminando y todo está cerca de la playa. Además, tiene una extraordinaria mezcla de cultura, historia, naturaleza y gastronomía.
Tiene reputación de ser la capital culinaria y la capital de la cerveza artesanal de Nueva Zelanda, con más restaurantes y bares per cápita que Nueva York y ha estado en la lista de las mejores ciudades cerveceras del mundo en donde se celebran increíbles festivales de cerveza.
Igualmente, Wellington está ubicado en el centro de la Ruta del Vino Clásica de Nueva Zelanda, un viaje por las regiones que cubren más del 80% de la producción de vino del país.
Según la Unidad de Inteligencia de The Economist, Wellington encabezó la lista en la encuesta de calidad de vida de 2020, tomando en cuenta entre otros indicadores, la vivienda, el transporte, crimen, salud, economía y medio ambiente. En 2021 ocupó el cuarto lugar, pero bajó en la escala para el 2022 debido a que aumentaron los casos de Covid-19.
Un dato importante es que, en Wellington, el parlamento aprobó la Ley electoral de 1893, que convirtió a Nueva Zelanda en el primer país soberano del mundo en otorgar el voto a las mujeres, fruto de un arduo trabajo de colonas e indígenas, liderado por la colona Kate Sheppard; en donde la líder maorí Meri Te Tai Mangakahia exigió también el derecho de optar a cargos electos. No fue hasta 1919 que se consiguió presentarse en las elecciones y hasta 1933 en lograr un cargo.
El interactivo e inmersivo Museo Nacional Te Papa Tongarewa, la Biblioteca Nacional, la Academia de Bellas Artes, la Orquesta Sinfónica y el Ballet Real de Nueva Zelanda se encuentran en Wellington, además de que abundan los teatros, museos, festivales y eventos, numerosas galerías y centros culturales, manifestaciones de arte callejero y esculturas a lo largo del paseo marítimo; haciendo de sus habitantes una población de refinados y artísticos gustos.
También, la Bolsa de Valores de Nueva Zelanda se encuentra en Wellington. Asimismo, Wellington es el hogar de una gran comunidad de artesanos que ponen de manifiesto su creatividad en Weta Workshop, el lugar que dio vida a diversas películas que se convirtieron en éxitos taquilleros como: El Señor de los Anillos y las trilogías de El Hobbit, King Kong, Las Crónicas de Narnia, Avatar, Thor y muchas otras. En Weta Workshop se puede aprender todo sobre la fabricación de accesorios, disfraces y criaturas creadas para las películas y además se encuentran artículos coleccionables, réplicas, grabados, recuerdos de películas y muchas cosas más.
También, se puede ver la utilería, el vestuario, las miniaturas y la creación de modelos detrás de escena. Esto convirtió a Miramar, el sector donde está Weta, en un centro cinematográfico, por lo que Wellington se conoce ahora como Wellywood. Desde el barco se podía ver toda la madera que transportan, así que este es un puerto con algunas restricciones para caminar, por eso nos dirigieron hacia la parada para tomar el autobús que nos trasladaría hacia la ciudad.
Estaba muy nublado y parecía que iba a llover además de que había mucho viento temprano en la mañana. No teníamos un plan hecho para todo el día; pero preguntamos a uno de los señores que estaban disponibles para ayudar, nos dio mapas y nos dijo algunas cosas podíamos hacer.
Primero decidimos ir a la misa en la Parroquia Santa María de los Ángeles, y esperamos para ver si podíamos hablar con Fr Kevin Mowbray SM, pero lamentablemente él tenía otros compromisos y no pudo atendernos.
Esta es la iglesia parroquial del centro de Wellington y una de las principales iglesias de la ciudad; muy conocida por su tradición de música sacra. Además, en 1926 en esta parroquia se realizó el funeral de Suzanne Aubert, la fundadora de la orden de las Hermanas de la Compasión de Nueva Zelanda, que fue declarada Venerable en el 2016 por el Papa Francisco.
Luego nos dirigimos al sitio donde podíamos contratar a una persona para que nos diera un recorrido por la ciudad y pudimos observar la diversidad de estilos arquitectónicos, desde las casas de madera del siglo XIX hasta algunas mucho más modernas al estilo art déco. Después, subimos al Monte Victoria, donde disfrutamos de una increíblemente hermosa vista panorámica de la ciudad.
De ahí fuimos al jardín botánico, a la zona de las rosas y vimos parte de un elenco de personas que estaban filmando películas; pudimos acercarnos, pero no interactuamos mucho porque estaban trabajando.
Luego pasamos por la zona donde están los edificios gubernamentales, pero todo estaba cerrado; así que fuimos a visitar el Museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa, que para nuestra sorpresa era gratuito.
Aquí las personas de seguridad estuvieron muy alertas cuando entré con las imágenes de Nuestra Señora de la Altagracia; de hecho, uno de ellos se me acercó y me preguntó que qué era eso y le respondí que era la Virgen de la República Dominicana que venía a visitar y bendecir el museo. Así que le pregunté si había algún problema y me dijo que no, que era un placer que entrara otra cultura de un país tan lejano; nos dijo que disfrutáramos de la visita y que nos fijáramos donde había restricciones para tomar fotos.
El primer pabellón que visitamos fue para ver la exhibición de Gallipoli, que cuenta la historia de la campaña de Gallipoli a través de las experiencias de ocho neozelandeses, cuyas enormes esculturas constituyen la pieza central de la misma. Esta fue una campaña muy sangrienta en la Primera Guerra Mundial donde hubo unos 500,000 muertos. Fue una visita muy reconfortante porque el museo es muy interesante y educativo.
Con este último puerto, dejamos Nueva Zelanda, la tierra donde no hay serpientes y en donde se encuentra la colina en la bahía de Hawkes que tiene un nombre impronunciable en uno de los dialectos maoríes y que corresponde, según el Libro Guinness, al topónimo más largo del mundo, con 85 caracteres sin guiones ni espacios. Por suerte, los lugareños lograron acortarlo para facilitar la conversación y simplemente usan Taumata o Colina Taumata (Taumata Hill en inglés) en vez de: Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapikimaungahoronukupokaiwhenuakitanatahu.
Reiteramos nuestro agradecimiento a Acento, a su director y a todas las personas que nos estimulan y apoyan con esta peregrinación de la Virgen de la Altagracia alrededor del mundo. Les dejamos un saludo maorí a todos ustedes con mucho afecto y gratitud.
Para dar seguimiento al paso de la Virgen de la Altagracia por Wellington en Nueva Zelanda, pueden dirigirse a nuestra página de Instagram @virgenviajaporelmundo, donde podrán disfrutar de más fotos y videos con lo acontecido en esta ciudad. Ahora, nos esperan tres días navegando el mar de Tasmania para dirigimos a Sidney, nuestro siguiente puerto en Australia.