Hacia dentro, hacia sí mismo, se están yendo la casa, las ventanas, las cortinas, el piano, el pianista, la música de Bach y el salón del concierto.
Ascienden sus manos por el teclado y las escalas en contrapunto, como si fueran las escalas de Jacob, por donde suben y bajan ángeles, hechos de sonidos y acordes.
Música que invita al vuelo es la música de Bach, música que juega y desciende y salta la música es la de Mozart, música Big Bang, sonoro que explota en silencio, creando y destruyendo universos en cada compás es la música de Beethoven,
Música entre el cielo y la tierra, son las estaciones de Vivaldi.
…Es la música el vagido de lo que nace porque ya ha llegado a su plenitud.
“Todo nacimiento y todo final se anuncia por una música”, escribe María Zambrano en De la Aurora. (Página 45).
El principio y el fin, el adentro y el afuera… La música hace del corazón de un astro, nos recuerda Nietzsche.
Rio interior, que corre sobre el lecho del si mismo… rumor del pensamiento, surtidor el corazón, relámpago y rocío. Música interior.
La música ocurre en el tiempo, pero surge en el pre tiempo, en un vacío que luego será un vacío cantor, un silbido de nada, en donde partículas de antimateria empiezan a danzar, esferas que giran, notas que vibran, música de las esferas.
A riego de parecer presocrático u órfico, el que escribe este artículo prefiere esta intuición poética, para no desfallecer en el árido desierto de las definiciones musicales, como aquella repetida hasta el cansancio: que la música es el arte de combinar los sonidos con el tiempo.
La música es también como la poesía, tal es la semejanza que Beethoven al referirse a su oficio , prefirió no usar la palabra alemana común para compositor, sino que introdujo en la lengua el termino Tondichter: Poeta de los sonidos.
Fluir de los sonidos, movimiento sonoro, torrente que viene y va del torrente del adentro al afuera…
La música es movimiento, avanzando hacia el futuro, en cada compás musical, confluyendo en un acorde mayor, en donde se vuelven uno los tres tiempos, pasado, presente y futuro…
Pasos sobre la nieve, la llamó Claude Debussy, en uno de sus primeros preludios; reflexión sonora sobre la música, en donde aparece un motivo de dos notas que nos sugieren pasos, la progresión melódica ascendente de estas dos notas nos sugieren avances, así como las disonancias en la melodía, nos produce la sensación de estar perdido.
Diversos ritmos, reproducen el paso juguetón de uno que avanza sobre un mismo pie, en donde la sucesión reiterada de notas breves y una más larga reproducen el ritmo del galope. También ciertos motivos melódicos como en la patética de Beethoven pueden sugerir el suspiro y una aceleración de un pulso constante evoca el latido del corazón.
De esta manera los describe Claudio Naranjo en su libro La música interior, hacia una expresión hermenéutica de la expresión sonora. Y en verdad la música esta mas allá de cualquier interpretación, incluso de la interpretación del propio compositor. Cuando Beethoven, en La pastoral, trata de representar los sonidos del campo, el canto de los pájaros, las danzas de los pastores, incluso los temas de la tempestad no dejan de ser sugerencias, ya que la sinfonía está más allá de quien le escuche, conozca o no los sonidos del campo.
La música es objetiva y subjetiva a la vez.
Los dioses de lo imposible y los dioses de la posibilidad son los mismos.
Música interior que sostiene al hombre, desde el hombre semilla , hasta el hombre posible, música de sus sueños y música que es canto de hacha o canto de labranza que acompaña al hombre en sus valles interiores.
Engendrada en la voluntad creadora, en el Potens, como la nombraba Lezama Lima, cantidad hechizada es la música, en donde lo de afuera es lo de adentro, reino de la poesía, en donde lo imposible se hace posible.
El morir temprano de la patética de Beethoven, motivos que recuerdan la fragilidad humana o el perfume sonoro de la música de Bach que le hacen nacer alas a quien le escucha, música interior no para hombre como ser para la muerte, de Heidegger, sino para el hombre como ser para la resurrección, como enseña Lezama. Música interior que nos crea y nos destruye.
… “Esperar acaso que la vida desate un rumor del cual el zumbido de la abeja, el canto mismo del pájaro , sea la quinta esencia lograda, puesto que basta quedarse quieto, o lo que así llamamos pausa que se escuche, el rumor de la psique, música callada… De la aurora… María Zambrano (Pág. 63).
Si cambiamos el sustantivo Psique, por Rumor interior, percibimos las semejanzas y analogías de este articulo con el ensayo de la Zambrano.
Pitagorismo, orfismo, sufismo, surge desde la razón poética del cuerpo sonoro, la naturaleza acústica del espíritu y hasta la música del universo, en su totalidad esférica.
La mirada de la Zambrano, es la mirada sonora de una iluminada:
… Y así el rumor, y esos menudos sonidos que emiten ciertos astros, infinitamente remotos tan análogos al abrirse de una flor de cactus que solo lo hace una vez al año de una noche señalada. El rumor es ya sonido, el abrirse de la flor del cactus, el del astro que está en la habitación deslizándose , música inaudible que nos llama cuando algún sonido, fragmento que se escapa del vacío , de la luz primera y que viene del primer , palabra que nos crea y nos descrea… Diario. María Zambrano. (Pág. 269).
Hacia fuera y hacia dentro, fluye la melodía, en ella aparecen y desaparecen el pianista, la sala de concierto y la música de Bach, giran a una velocidad inmóvil, vertiginosa, ascienden y descienden las escalas, disonancias, intervalos y arpegios, todo lo creado y lo increado fluyen hacia un acorde en Sol mayor en donde se armonizan muerte y vida, creación y destrucción, lo de afuera y lo de adentro; música interior. Música jamás oída.