La escritora argentina Mariana Enríquez, autora de "Bajar es lo peor", asegura que vivir con el miedo permanente a las crisis económicas y políticas, como le sucede en su país, "paradójicamente ayuda a crear historias de terror" al escribir sobre algo que se conoce bien.
"Como latinoamericana, le tengo más miedo a la policía, a la crisis económica y a vivir en un continente que no tiene ningún tipo de ayuda ni le importa absolutamente a ninguno de los poderes centrales, que a lo cotidiano", declara Enríquez en una entrevista con Efe, en la que incide en que ese caldo ambiental "es horriblemente bueno".
La autora de títulos como "Nuestra parte de noche" (Premio Nacional de la Crítica y premio Herralde de Novela, ambos de 2019), "Éste es el mar" o "Cómo desaparecer completamente" ha participado por segunda vez en el Festival de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción Celsius 232 de la ciudad asturiana de Avilés (norte), en esta ocasión con una reedición de su primer libro, "Bajar es lo peor".
Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) nació en un país que está inmerso en una crisis económica "en loop" (en círculo) que provoca una inestabilidad y una incertidumbre que "paradójicamente" le sirve mucho para escribir terror, al estar en ese estado de atención y alerta permanente.
"El estado de un relato de terror es ése, estar esperando de dónde va a venir el golpe", y en la vida cotidiana ese golpe tiene que ver con crisis sociales, políticas o financieras, afirma.
"Algo está pasando porque en Latinoamérica estamos viviendo un momento de terror y de lo fantástico muy bueno entre los escritores, y sospecho que tiene que ver con esta sensación de que el realismo no alcanza para dar dimensión a lo que ocurre", declara la escritora argentina.
En su primera novela, Mariana Enríquez habla de tres adolescentes que se asoman al abismo de las drogas, la destrucción y el amor, en el Buenos Aires nocturno, sórdido y vibrante de los años noventa del siglo pasado.
No escribió el libro para editarlo, ya que entonces, con 17 años cuando empezó a escribirlo, no conocía escritores ni a nadie del ambiente literario.
Vivía lejos de Buenos Aires y lo escribía por las noches en plan fanzine para sus amigos, pero, por una serie de casualidades, terminó publicándose en una editorial que buscaba un libro de una persona joven.
Para esta edición no quiso caer en la tentación de corregirlo o modificarlo, sino que lo reeditó a ciegas con Anagrama, tal cual vio la luz hace casi treinta años.
"Es un libro escrito con los defectos de una persona de esa edad y también con las virtudes de mayor frescura y de menos consciencia del qué dirán", y por ello lo reeditó "a ciegas" porque corregir desde la persona que hoy es a la que fue en su propio pasado "no es justo" y "reescribir el pasado es muy problemático, incluso ideológicamente".
Era una época en la que leía a William Blake, tal vez porque lo nombraba Patti Smith, pero ahí se fue forjando una escritora que también se empapaba en el terror de autores como Stephen King o H.P. Lovecraft.
La obsesión por los temas oscuros, el vampirismo o ese cierto "morbo físico", ya estaba en su primera novela y siguió saliendo con mayor o menor protagonismo en su obra, explica Enríquez, que ya trabaja en una novela relacionada precisamente con los miedos a las crisis.