¿Cuántos de nosotros alguna vez ha observado la luna y quizás se ha sentido inspirado? ¡Se han dicho tantas cosas acerca de ella! ¿Habrá algo distinto que pudiera aun expresarse?

Los versos de Luis Reynaldo Reyes nos despiertan, llamando nuestra atención: La luna no solo es para mirarla.  En su poemario, titulado Lunario, la compañera de la Tierra es imagen, sonidos, sabores y aroma de especias.

La luna puede ser como “una flor con pétalos de estrellas”, que perfuma de azahar la noche. Puede ser “una chichigua arrastrada por los peces”, una tacita de plata o tener corazón y cabellera donde se enredan las estrellas. Se puede hacer de todo con ella, desde arrullarse, hasta “bailar abrazaditas con las espumas del mar”.

Para nuestro autor, la luna se enamora, las estrellas suspiran al ver que la ha conquistado el framboyán y, cuando está llena, es amada por “el caballito que relincha en la noche de canela”.

“¿Que tiene frío la luna?”  Pues sí: ella “teje una manta de plumas” y cuando tiene sueño, se arropa con el cielo como “sábana salpicada de cocuyos”, y usa una nube como almohada.

Ella “canta canciones de plata para dormirse”, mientras “las estrellitas la arrullan y el viento viene a mirar”.

En su visión singular y reconfortante, nuestro autor sigue diciendo:

“Bosteza la luna,

y se duerme sobre el lago,

y las estrellas juntitas

van a dormir a su lado.”

Aunque no todo es dormir…

Hay veces en que “las estrellas bailan juguetonas por todos lados” y la luna, en una danza con el mar, se muestra “vanidosa y se mira coqueta en el espejo de las olas”.

Los versos de Luis Reynaldo Pérez son un estímulo a los sentidos. Podemos percibir junto a él, que “la noche huele a romero”, a manzanilla, orégano y albahaca. Pero, entre el dulce de la miel y el picante del jengibre, llega el abrazo del viento, “perfumado de incienso”. La luna es dulce y se viste de melaza, “cierra los ojos y duerme”, ríe y también sabe llorar.

Este poemario es una obra de arte en sí mismo, y constituye un maravilloso canal para conectar a los jóvenes lectores con la poesía y viceversa, tomando en cuenta esos elementos familiares del entorno, de una forma hermosa, amena y fluida, invitándonos a hacernos preguntas junto al poeta, como:

¿Quién sostiene a la luna para que no caiga al mar? Tal vez penda del viento como “broche de plata y velo de espuma” mientras enamorada “va lanzando unos besos”.

Y así como ella, Luis Reynaldo Pérez ha lanzado también sus versos, junto a la tibia playa, y van cayendo “como estrellas”, llenos de luz.

 

Lunario. Pérez, Luis Reynaldo. Editorial Afaguara. Santo Domingo. 2014